martes, 30 de junio de 2020

César Mora, el pequeño gigante de la salsa colombiana

César Mora (Cali, 1960) es otro de esos músicos que prueban que basta una buena obra para pasar a la historia de la música, por lo menos en el capítulo nacional. Lo curioso de su caso es que resultó por fuera de su propio clásico, de manera anecdótica: en la grabación de Canela, del Grupo Camagüey, su voz fue suprimida, pensando que el artista se radicaría fuera del país.

Curiosamente, a Mora no lo borraron de la carátula.

La canción se pegó en el ambiente musical, pero alcanzó aún mayor recordación por otro hecho anecdótico: Jaime Garzón la interpretó poco antes de morir.

*La historia de Canela, contada por el propio compositor.
**Una nueva versión de Canela, en dueto con Diana Ángel.



El formato de El Son del Pueblo era de típico conjunto cubano. Sentados, de derecha a izquierda:
César Mora, Bruno Días. De pie, Emiliano Cuero. Foto: El Espectador.

Fuente. 
Radio Nacional de Colombia. César Mora: el cumpleaños 60 de ‘El Jibarito’. En línea.

jueves, 25 de junio de 2020

Víctor Pantoja: antología de congueros latinos

Este es un perfil de Víctor Pantoja, percusionista que trabajó en la costa oeste de los Estados Unidos. Nombre poco resonante, pues nunca grabó un disco como figura principal. De origen puertorriqueño y criado en Nueva York, acompañó a figuras como los Big Three: Machito, Puente y Rodríguez.


El vibrafonista Johnny Rae firmó un disco de Herbie Mann por razones contractuales, la Herbie Mann's African Suite (1959). Consiguió tres percusionistas de lujo: Pantoja, Patato Valdés y Buyú Mangual. De allí destacamos la composición de Esy Morales, Jungle Fantasy, y una del propio Mann, Sudan.


Pantoja, en la banda de Hamilton.

Consta su nombre en The Laws of Jazz y Flute By-Laws, de Hubert Laws (1964 y 1966, respectivamente), junto con Cachao, Carmelo García y Chick Corea. El ritmo se oye como protagonista en Mean Lene. Baila, Cinderella es un tema posterior (Raymond Orchart remplaza a Pantoja) que conocemos mejor por la versión de Poncho Sánchez, con un coro añadido; aunque Mongo Santamaría la versionó casi recién salida*****.
Con Willie Bobo, quien lo consideraba su alter ego, figura en la formación del baterista Chico Hamilton, fuente además de una foto suya de juventud.  Ambos acompañaron al guitarrista, de difícil nombre, Gabor Szabo en Spellbinder, donde viene Gypsy Queen. Luego, formó en la Cal Tjader Orchestra, con los socios de antes, Buyú y Patato. Hicieron juntos una Descarga cubana (O. Estivill) e It Didn't End (J. Donato).


Bobo y Pantoja: dueto percusivo de varias sesiones. Fuente: J. McCarthy, Voices of Latin Rock.


El rock latino.

En el obituario que le dedicó a Pantoja, Chico Manqueros señaló que el conjunto de Hamilton, con Szabo, Bobo y Pantoja, fue un modelo para el sonido de Santana, según su baterista, Michael Shrieve. Para probarlo, aduce temas como Evil Ways (S. Henry), que grabó Willie Bobo y luego Santana; lo mismo con Fried Neckbones And Some Home Fries, de Bobo y también de Santana. Spanish Grease, que el mejicano transformó en No One To Depend On. Finalmente, I Don't Know, cuya versión o adaptación no hemos encontrado. Gypsy Queen, que ya oímos con Szabo y que Santana fusionó con la Black Magic Woman de Fleetwood Mac. Conquistadores, tema colectivo del grupo de Chico Hamilton, en la versión Conquistador Rides Again, de Santana


Laws, en muy buena compañía latina para su disco de estreno.
Finalmente, los caminos de Pantoja y Santana se cruzaron, cuando el percusionista se mudó a San Francisco, hacia 1971. Incluso compartieron escenario y Willie Bobo fue con Santana al concierto Soul To Soul, en Ghana, en 1971. Un poco antes, Pantoja se había unido a Azteca, el grupo de Coke Escovedo. Una muestra del sonido de esa banda gigante es el corte Non pacem (F. Núñez) y la composición de Armando Peraza, Red Onions. El toque puro de Pantoja se oye en Mexicana, mexicana (C. Escovedo).
Con el grupo Malo, figura de invitado en la grabación de Suavecito (Zárate, Téllez, Bean). Invitado asimismo al disco de Santana y Buddy Miles en vivo; a For Those Who Chant, del trompetista Luis Gasca con la cuerda de Carlos Santana; lo mismo que Giants, del conguero Mike Carabello.

Una de las últimas apariciones de Pantoja, en compañía del colega Willie Bobo, es la del trabajo King Conga, grabado en 1980 y lanzado en 2008.

En 1980, con el compañero habitual, Willie Bobo.

En la reunión de Azteca, en 2007, vemos a Pantoja vacilando con Sheila E.

Fuentes. 

Manqueros, Ch. Víctor Pantoja, Latin Groove Pioneer. En línea.
McCarthy, J, Sansoe, R. (2004). Voices of Latin Rock: the people and events that created this sound.

Juan Manuel Castillo en su salsa

Cuando uno piensa en pianistas colombianos de salsa, apenas se aparecen unos nombres a la memoria: Edy Martínez y Joe Madrid, de pronto Al Escobar. Pues bien, aportamos este perfil de un pianista bogotano, Juan Manuel Castillo, hijo del también músico Macedonio Castillo. Conocimos al profe Juan Manuel al frente del grupo de son cubano de la Universidad Central, donde nos concedió esta entrevista.


Son Callejero, interesante proyecto de rehabilitación musical

Castillo nos contó su vinculación a la orquesta de Washington y Sus Latinos, de lo cual hay prueba en El rey del guaguancó (W. Cabezas) y La clave y el bongó. Estos son temas de culto, para arqueólogos de la salsa colombiana. Más gente lo ha visto (1,2 millones) botando corriente en el proyecto Son Callejero, versionando clásicos como El cantante (R. Blades). Otra actuación destacada fue la de Galería Café Libro, con el Conjunto Tahona, de José Mangual.

De composiciones, declara el paseaíto A bailar en Navidad, publicado en A bailar!..., de la orquesta de Macedonio Castillo.


Comenzando la carrera, en 1979, con Washington Cabezas.

miércoles, 24 de junio de 2020

La verdad de Joe Arroyo

El genial Joe Arroyo es fuente de anécdotas musicales muy singulares. La presente demuestra que segundas partes sí pueden ser buenas, aquí entendido como versiones. Vamos a ver. Rebelión, el número insignia de Joe, en verdad es la refundición de El mulato, que estrenó su tocayo Joe Urquijo, en 1978. El cuento es interesante y lo echó el propio Urquijo, cuando murió Arroyo.



Arroyo y Urquijo coincidieron no solo en el nombre artístico

Arroyo tenía guardadas tres composiciones (El mulato, María y Mi cariño no espera), sin visos de usarlas por cuanto no cuadraban bien con el formato de la orquesta de Fruko, su patrón. Se las pasó a Urquijo, con la condición de que, por cuestiones contractuales, figuraran a nombre de la entonces compañera del compositor, Adela Martelo.


En Soy la ley, Urquijo se saltaba las leyes que atan los artistas a una disquera.

En todo caso, Urquijo pegó su versión en el Perú y Arroyo se antojó de hacer lo propio en Colombia. Algo pasó, porque Arroyo se demoró ocho años en batear con su propia Rebelión.
Pero este cuento tiene otra derivación: Jaime Andrés Monsalve señala que el arreglo de Enrique Aguilar, que grabó Urquijo, recuerde el de Plantación adentro. Lo cual reconoce Urquijo, admitiendo que incluso metió un indio en la historia de El mulato.

En fin, dos versiones de una misma inspiración. Pero no pasó solo el tiempo: en la segunda toma, intervino toda la magia creadora de Arroyo, traducida inigualablemente en el arreglo de ese otro grande que es Chelito de Castro.

Ñapa. Esta historia es bien conocida. El añadido es un dato curioso. Hay quienes dicen que Rebelión fue censurada, mochándole las partes que hablan mal de los españoles, supuestamente por orden real. Sería una anécdota maravillosa de esta canción clásica. Sea como fuere, hay que dar vueltas en internet para hallar la versión íntegra, de 6:14. 

Fuente. Cultura, contracultura y recontracultura: Urquijo, el otro Joe

jueves, 18 de junio de 2020

Carlos Melo, in memoriam

Antes que llegara la música costeña al interior, como es natural, llegó la colonia costeña. Pascual del Vecchio (¿?-1996), en asocio de otros, fundó un Club Costeño y animaba La Hora Costeña[1], desde 1942, en asocio de Enrique Ariza, por La Voz de la Victor, emisora orientada al gusto popular y fundada por Manuel J. Gaitán[2]. La programación mezclaba música grabada y orquestas en vivo[3]. Existe una versión grabada de la orquesta acompañando a José Barros en Las pilanderas. Pero la mejor prueba del auge de la música caribe entre los cachacos es la tapa que la Revista Semana le dedicó a Lucho Bermúdez, en 1949[4].
Desde 1948, el espacio pasó a Mil Veinte[5]: Julio Sánchez V. recuerda hacer el programa con Ariza y que al radioteatro acudía toda la colonia, los domingos[6].

Carlos Melo solía asistir al Festival, cubriendo para la Radio Nacional.

El Rincón costeño de Miguel Granados. Falta aclarar hasta cuándo se transmitió La Hora Costeña. En todo caso, Miguel Granados Arjona (1929-2016) volvió a Bogotá en 1961, invitado por Radio Continental, a hacer un programa a su medida. El espacio duró ocho años, con buena acogida. Pero Granados se dejó contagiar de la fiebre de la salsa, a la que dedicó un programa nuevo, desde 1969, El show de Miguel Granados Arjona[7].
Vallenato en la radio.
Según el propio Granados, le llegó de Santa Marta una competencia brava, en 1966. El Concierto vallenato, de Carlos Melo Salazar y Álvaro González Pimienta, apareció el mismo año del primer Festival, 1968, en Radio Juventud[8]. El nombre le vino de un elepé homónimo de Colacho Mendoza y su conjunto.

La gota fría fue cortina del programa (en la década de 1990),
pero no esta versión, sino la de El Doble Poder.

El programa se mantuvo por diez años, luego que el director, Humberto Martínez Salcedo, le diera vía libre[9]. Luego vinieron las Estampas vallenatas, en la Radiodifusora Nacional, por diecisiete años. En La UN Radio, retomó con el nombre de Por los caminos de Macondo, en asocio del paisano Grosso Peralta, reproducido en Valledupar por Maravilla Estéreo. Cuando la HJCK se volvió virtual, allí le abrieron un espacio a sus Caminos de Macondo.
Carlos Melo pertenece así a la historia de la cultura vallenata en Bogotá y de la radio en Colombia. Se divorció de la noche y el alcohol, pero podríamos saludarlo con aquello de “¡compadre Carlos, cuándo volveremos a meternos otra cogida!”, que los conocedores del vallenato sabrán identificar. 

Ñapa: Carlos Melo recitando poesía.
*Decimos samario, aunque él repetía al aire que había nacido en la finca La Paulina, Zona Bananera, en los tiempos de la United Fruit Company. A propósito, siempre notaba que en la Zona había una finca llamada Macondo...


[1] Así lo recuerda GGM.
[2] Al parecer, en 1933, pues cada fuente pone un año distinto. La radio en Iberoamérica: evolución, diagnóstico, prospectiva.
[4] El primero de enero, saludándolo como El oligarca del ritmo.
[7] Garzón Joya, 14 sones.
[8] Concierto vallenato. El Tiempo, 14-8-1997.
[9] Ruiz-Jiménez, en Lapislázuli.

jueves, 11 de junio de 2020

Camilo Manrique o los indios en la obra de Tite Curet

Camilo Manrique es uno de los indios más famosos de la salsa. ¿Cuántas veces se ha cantado su trágica historia en la América Latina? Lo que sigue no impugna el tema ni reduce la estatura de su compositor, Tite Curet Alonso (1926-2003). Mas acontece que, de tanto repetir, uno viene a caer en la cuenta de que la historia del indio muerto a palos por el mayoral, en una plantación, tiene una falla histórica, más o menos grave. Veamos:


Blades, Curet y Feliciano, en una celebración nacional del compositor.

No sabemos si Curet también fue el autor de la presentación del tema que hace Willie Colón: "Es el año 1745, en América Latina, el indio trabaja en las plantaciones, bajo el palo implacable del mayoral". Como diría un detective, hay algo que no cuadra en esta escena: promediando el siglo dieciocho, quedaban pocos indios en la América Latina; los sobrevivientes sí que trabajaban, pero no en las plantaciones. Antes de seguir, ¿qué necesidad había de una fecha?, si Joe Arroyo se inmortalizó luego con aquello de "en los años 1600"...

"La plantación, crisol de la sociedad antillana" es un breve cuanto interesante artículo del historiador cubano Manuel Moreno Fraginals (1920-2001), que nos responde la cuestión de sí Camilo Manrique pudo estar donde lo puso a morir Tite Curet, con una frase lapidaria: "La barbarie colonial liquidó la base indígena y por eso los aborígenes no pasaron a integrar las plantaciones". Caso cerrado.

Una pifia inexplicable, pues Curet estudió Periodismo y Sociología. Para que no quede mala impresión del compositor, no puede omitirse que su Anacaona sí es rigurosamente histórica, como su muerte a manos de españoles*. Otro personaje indígena de Curet, mucho menos conocido, es Caonabo (caona es la palabra taína para "oro"), el viudo de Anacaona. El propio autor la vocalizó y parece que se arrepintió... 

Las razones de un compositor.

Fuente: Museo Anacaona.

Curet sí fue consciente del anacronismo de Plantación adentro, según se ve por una respuesta que dio en una entrevista:

Yo personalmente, como autor, creo que los autores somos responsables de la problemática de nuestro tiempo. Por eso "Plantación adentro" pinta un problema que no es puertorriqueño, es un problema quizá, yo diría, un tanto amazónico, tal vez.


El caso de Anacaona es más curioso, pues Curet afirmó haberla hecho sin conocer la historia verdadera**; entonces se motivó a dedicarle un canto a su esposo, el mencionado Caonabo. Allí hay de nuevo anacronismo, pues  
la viuda fue ella, que murió en 1503: él había muerto en 1496.

concluimos que las composiciones de Tite Curet son libres, con algún asidero histórico pero donde gobierna su imaginación.

Ñapa. Recordamos aquí otro jefe taíno, Agüeybaná, quien murió en rebelión, en 1511. Frankie Rodríguez le dedico su Agüeybaná Zemí, (hay otros dos homenajes a su memoria).


Bibliografía.

Moreno, M. (1981). La plantación, crisol de la sociedad antillana. El Correo de la Unesco: una ventana abierta sobre el mundo, 12, 10-14, En línea
*Saunders, N. (2005). The Peoples of the Caribbean: An Encyclopedia of Archaeology and Traditional Culture. En línea.
**Zambrano, W. (2018). El país en clave de mujer: el areito de Anacaona que inmortalizó Cheo Feliciano. En línea.

viernes, 5 de junio de 2020

Jorge Santana, in memoriam

Dos mejicanos se relacionan con la movida de la música latina en la costa oeste de los Estados Unidos: Jorge y Carlos Santana. El primero se nos adelantó, el 14 de mayo de 2020.


No hace falta decir cuál era Santana y cuál Aguabella.

En San Francisco y principiando la década de 1970, lideró la banda Malo, con quienes alcanzó a figurar en el listado de Billboard, con el tema Suavecito (1972)* que, según Bobby Sanabria**, es una especie de himno nacional de los chicanos. Pero a Jorge, el hermano de Carlos, lo recordamos más por el solo que adorna una versión en vivo de El ratón, que según Cheo Feliciano también era el hermanito menor de Mickey Mouse. No cualquier versión, sino la del emblemático concierto de Fania en el Yankee Stadium, el 24 de agosto de 1973.


La bella carátula del primer álbum homónimo de Malo. Aparecen allí Popocatépetl e Iztaccíhuatl, protagonistas de la Leyenda de los volcanes, fijada pictóricamente por Jesús de la Helguera, muerto un año antes de salir el disco.

Santana participa en la composición colectiva de Café, I'm for Real, All for You, Everlasting Night; a su nombre figuran Offerings y No Matter. El primer conguero de la nómina es un puertorriqueño poco conocido, Víctor Pantoja; no así su remplazo, el legendario Francisco Aguabella, quien participó de la composición de Hela, Merengue; en solitario, firmó A la escuela.
Un número muy interesante nos dejaron el trompetista Forrest Buchtel y el cantante Arcelio García: Dance to my Mambo.  

*Está llegando a veinte millones de audiciones en Youtube, con lo que supera a muchos duros de la salsa. El ratón en vivo va por 142 mil.
**Jorge Santana, Guitarist Who Helped Shape the Sound of Latin Rock with Malo, Is Dead at 68. En línea.

jueves, 4 de junio de 2020

Un pagano optimista: César Villegas


César Pagano es caribe aunque haya nacido en Medellín y vivido la mayor parte de su vida en Bogotá. Del Caribe ha sacado el optimismo que transmite en lo que dice, subrayando siempre que esta actitud positiva es propia de la música antillana, en claro contraste con la música argentina, por ejemplo.

Foto: Carlos Julio Martínez, Semana.

De Pagano se reconoce su militancia cultural, especialmente su participación como agente de espacios para la rumba bogotana. Ha escrito libros y es dueño de una colección riquísima de entrevistas a los músicos latinos, pasadas por la radio en sus programas hace varias décadas. Pero es probable que se haya omitido su valor, precisamente, como voz de la radio (incluso lo hemos visto cantar una vez) y como quien ha pegado frases cargadas de sentido y, claro, optimismo: Salsa y cultura, hasta la sepultura; Como diría Vargas Vila, vive y vacila; Optimismo frente al abismo; o estas que son pura música: Como dijo Chopin, que suene como los Van Van; Esto dijo Nerón viendo arder Roma:
¡que me traigan a Matamoros y me cante Son de la loma!; Lo que viene y lo que va, chácata y prácata.
Esta enumeración seguro es incompleta, pero la cosa es que, en estos días, ha puesto en circulación una nueva frase, que tiene su sello aunque no es suya: A la pandemia, bohemia, del mejicano Rodrigo de la Cadena, joven agitador del bolero en su país. En esta emergencia, el pagano servidor ofrece un antídoto musical.