viernes, 28 de diciembre de 2018

De fiesta con Adolfo Echeverría

Suele suceder con los compositores de música popular que se cubran de un anonimato casi completo, del que solo los rescata algún piadoso obituario. Sucedió hace poco cuando Adiós, Adolfo, nos recordó que Amaneciendo tuvo un compositor. Que había nacido en Barranquilla y que comenzó a componer desde joven, como lo prueba su obra La paloma, tamborera grabada por el conjunto de Alberto Pacheco (versión de J. C. Coronel). Y anécdotas, como que se presentaba a escondidas de su padre en los programas de aficionados de las emisoras. O que apostó y ganó, invirtiendo los pesos de su liquidación en grabar Las cuatro fiestas (que otras generaciones conocimos por Diomedes Díaz) con toda la tradición de la Fiesta de las Velitas.


Una maestranza, vocalizada por Nury Borrás, quien cantaba también boleros.

Macondianamente, Echeverría no tuvo tiempo de darle regalo de cumpleaños a su novia y tuvo que suplirlo con el caudal de su inspiración, que produjo el citado Amaneciendo. En esa tierra feliz, el cuento acaba con sancocho de vecinos. La obra le valió el Congo de Oro a su conjunto, en 1977 (también en 1973). Otras creaciones son Nubia (guaracha, canta Elías Paz) y Psicosis (bolero, canta Pedro Juan Meléndez). 
Esa primera etapa del Conjunto del Mónaco dio paso a su época de oro, con Los Mayorales. Allí ensayó todos los ritmos caribes: Te felicitamos (pachanga-merengue), La Nochebuena (murga), Pobrecito mi corazón (bomba), El caimán y la babilla (porro), Bigotón (salsa), Puya y hunde, El bocachico, Canta el boga (cumbia), Cenizas de triqui traqui (paseo), Mueve la barriga (fandango), El pirata (chandé), El solitario (bomba-baión), Prejuicios y Necesito un amor (boleros), Menéalo (cumbia), Poquito a poco (pasebol), El regalo (guaguancó), La Inmaculada, San Rafael (garabato), Y no puedo (salsa), Fantasía marina (cumbia).


   
Las obras de Echeverría alcanzaron difusión en el Caribe, pero pocos sabíamos que el Rey y la Reina de la salsa le grabaron el número Salsa de tomate, en 1970.
Otra página suya muy recordada es Fantasía nocturna, alias Lucerito. Los Teen Agers la grabaron, en 1967; simultáneamente, Los Hispanos.


Los buenos tiempos de su orquesta. Foto: Archivo El Tiempo.

Hacemos nuestra la queja de Alberto Salcedo Ramos: ¡Ay, si la gente que festeja los clásicos populares supiera cuántas lágrimas les han costado a sus autores!

Echeverría en vivo.


martes, 25 de diciembre de 2018

Jerry González y su música nuevayorquina

Una curiosa combinación la del músico Jerry González: trompeta y conga. Con esta última lo vimos en la banda de Tito Puente; con aquella, en el documental Calle 54, de Fernando Trueba. Documental que le abrió las puertas de su último puerto, España.

El sonido nuyorican.

Veamos, pues, la carrera que acaba de terminar en su casa de Madrid. Según su concepto, la música que hizo toda la vida solo era posible para un nuevayorquino, influido lo mismo por Art Blakey que por Machito. González tenía la habilidad, según sus críticos, de ir y venir de lado a lado a voluntad.
En unión de su hermano Andy, Patato Valdés y Nicky Marrero, lo tenemos en el trabajo Portrait of Jenny (1970), del trompetista Dizzy Gillespie. De allí tomamos el número Diddy Wa Diddy, que apellidan mozambique.


No es claro cómo se repartían el trabajo, pero aquí tenemos
a Patato y a Jerry ante el jefe, que tapa a Andy.

Poco después se le ve con la orquesta de Eddie Palmieri, descargando en Central  Park. En 1975, se suman los hermanos al proyecto de un amigo del colegio, el pianista Bobby Paunetto, con quien habían tenido un conjunto para versionar al ídolo Cal Tjader. De allí tomamos Sognord (Todd Anderson).
A fines de 1974, recibieron una invitación para hacer un taller en la Wesleyan University. El grupo que dio clase de ritmos latinos, Anabacoa, se cristalizó como  Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino. De ilustración de esa época puede servir la composición de Virgilio Martí, Cuba linda; o la de Lolita de la Colina, Se me olvidó que te olvidé


Los hermanos González, en el centro.

Muchos del Experimental siguen en el Conjunto Libre. De esta época se conoce No critiques (P. Hernández). Viene la rareza Donna Lee / A gozar y bailar, parte sobre un tema de jazz atribuido a Charlie Parker, (versiones de Julio Barreto, Bobby Sanabria, Tito Puente); el tradicional Suavecito (I. Piñeiro), Imágenes latinas (B. Palombo-A. González; versión de El Trabuco Venezolano), el bolero Duerme (Prado-Luna), una versión de Miles Davis, Tune Up.  
En 1980, González da dos pasos adelante: se encarga además de la trompeta y firma la tapa del disco. En el mismo ambiente rumbero a que nos tenía acostumbrados, rinde homenaje al cacique taíno Agüeybaná (hubo dos: uno que trató de hacer política con los españoles y otro que los combatió), Agüeybaná Zemí (F. Rodríguez), Evidence (Th. Monk), Caravan (Tizol-Ellington-Mills).
El primero con The Fort Apache Band fue The River Is Deep (1982), que mezcla Bebop (D. Gillespie, versión de Arturo Sandoval), Parisian Thoroughfare (B. Powell, versión de Ricardo Ray), Elegua y Río está hondo (F. Rodríguez). El número Obatalá (M. Cardona) da nombre al siguiente álbum. Hay un registro en vivo de Siempre junto a ti (Estoy siempre junto a ti, de P. Delgado, seguida de Delirio, donde intervienen Chombo Silva y Chocolate Armenteros). Vuelven al repertorio de Thelonius Monk, con Let's Call ThisUgly Beauty, Bye-Ya, Monk's Mood, Misterioso,
No olvidan el bolero: Obsesión (P. Flores), Verdad amarga (C. Velázquez); Moliendo café (?). Se echaba de menos algo de Tjader, cuota que paga Viva Cepeda. Asimismo, el trabajo Rumba buhaina rinde homenaje a Art Blakey y los Jazz Messengers.


Un trompetista atípico, soplando en los patios del flamenco.

Spanish Tinge?

Amor casi imposible y Amstel son un dueto con su compositor Federico Lechner. Una bella versión de Para ti (M. Santamaría), otra de Summertime; insiste en la composición de Pepe Delgado. Aunque Lechner es argentino, está radicado en España, como González, quien llegó principiando el milenio. El éxito del documental Calle 54 le abrió las Columnas de Hércules. Allí se dedicó a mezclar su sonido nuevayorqino con lo propio de la tierra, de manera admirable. Varios botones de muestra: Hubo un lugar (Bebo y El Cigala andaban en lo mismo), Rosa para Julia, En el corazón de Pescaderías, Gitanos de la cava. Con El Cigala, de nuevo, registraron una exótica versión de Avísale a mi contrario
"Este trabajo no lo podía haber hecho en Nueva York porque allí la gente me tiene demasiado respeto. Y eso impide investigar para buscar cosas nuevas", dijo el artista a la prensa. Jerry González buscó y encontró.