sábado, 23 de febrero de 2019

Alejandro Durán, primer centenario

Más que en un pueblo, Alejandro Durán se crio en una hacienda, en el Magdalena grande. Racionero, vaquero, capataz, no es de extrañar que su primera inspiración le viniera de las cocas o cocineras, oficio que antes estuviera en manos de los varones o coquis. 


Durán ejecuta, mientras Álvaro Castaño lo mira. Foto: El Tiempo.


Su pieza preferida narra la aventura con Fidelina (son), a quien casi se roba y se robaría, "si se la deja mal puesta" la madre. Otra recuerda que su guacharaquero Jaime López vacilaba con su Cachucha bacana (paseo); Durán no, de ahí "su nota apesarada". Una más lo pinta como hombre elemental, campesino, que compara el retoñar de los campos con la mujer en flor, primaveral, La mujer y la primavera (merengue). El humor, que no falta en los hombres inteligentes, despunta en la repartición de bienes conyugales: siendo su única propiedad el acordeón, el negro se pediría la parte que trae los bajos, los que mejor ejecuta. Ahí el origen de su Pedazo de acordeón (puya), pieza con que ganó el Primer Festival de la Leyenda Vallenata, en 1968, aunque también afirma Ovidio Granados que entonces no era obligatorio ejecutar la puya. Si este pedazo, nunca despectivo, de acordeón es una de las piezas con que ha contribuido al folclor, también instaló en el repertorio aquel son (uno de los pocos sones que en el mundo han sido) de su colega Juancho Polo Valencia, Alicia adorada (bordada luego por J. Rois y J. Oñate).



Costumbrismo y evolución.


Hay varias versiones sobre su triunfo en el primer festival,
así como de su participación en el Rey de Reyes.

Costumbrista en su propio concepto, se pronunció contra la innovación de hacer guarachas en acordeón, caso Aníbal Velásquez. En 1960 (¿61?) grabó su queja en La ola del vallenato. No obstante, se le tiene por introductor del bombardino en los conjuntos vallenatos, en una grabación de 1956 para Fuentes, donde suena el eufonio de Rosendo Martínez


Durán contra Durán.

Alejo perteneció a una familia de acordeoneros y, de hecho, fue el último de sus hermanos en aprender a ejecutar el fuelle. El más reconocido por sus dotes es Náfer, también rey vallenato, de quien Alejo interpretó Sin ti. Versión de Náfer.


El intérprete.


Varias imprecisiones: la primera, que cuando participó,
Durán ya era "cesarense por decreto".

Si bien Alejo se enorgullecía de haber principiado tocando su propia música, no es menos cierto que fue un primoroso intérprete de Escalona. Basten dos botones: El Chevrolito y El mejoral. Intérprete asimismo de varios ritmos en acordeón: Atardecer sinuano, Guajiporro, La candela viva, La perra, Cuerpo cobarde (L. Romero).  


El Estado del Magdalena, a fines del siglo diecinueve, en el Atlas de Jerónimo Triana.

sábado, 16 de febrero de 2019

Frankie Rodríguez, zaperroquero

Frankie Rodríguez y Edwin Feliciano formaron una orquesta, en 1983, a la que bautizaron con el alias del segundo, Zaperoko. En su propio concepto, querían reunir todos los ritmos de Puerto Rico en un estilo que llamaban songo. Una muestra de ello es Si me dejas ahora (C. Blanes, balada de José José) o Sigan la clave (samba songo de F. Rodríguez) o La olla (Ó. Hernández), en que Frankie con su tiesto algo recuerda a La Lupe.


El arte de la carátula fue de 3R Creations.

Otra mixtura es la rumba plena Sé lo que es rumba (F. Rodríguez), pero viene también el son No quedó ni el gato (F. Alfonso). El mismo Frankie compone y canta un número curioso: Zaperockero, una de esas canciones del contacto entre lo latino y lo anglo. 
La agrupación produjo tres discos, con algunos números arreglados por Edy Martínez. 
De Frankie Rodríguez poco sabemos: cantante, compositor y conguero, que participó en la banda de Jerry González;, con quien produjo un número que debería ser clásico, Agüeybaná Zemí; que murió joven y de sida, en 1989. 

Un segundo aire le llegó a Feliciano con la fusión Truco y Zaperoko. Honrando sus ancestros boricuas, suena la plena en Conchita. De nuevo experimentando, mezclan plena y guaguancó en Miedo y terror.



Con Nelson González, habitual de los buenos proyectos salseros nuevayorquinos.


¿Anglo o caribe?

Ya dijimos que Zaperoko le dedicó un número a la relación de estos dos mundos que, al parecer, no dejaba de ser conflictiva, aunque forma parte sustancial de la historia de la salsa.
Otros casos curiosos: La travoltera (P. Álvarez, 1978), de Tabaco y Sus Metales, y Busca el ritmo (J. Ortiz, 1983), de Willie Rosario, donde también se menciona a Travolta. ¿Coincidencia?

Ñapa. Frankie Rodríguez aparece en una presentación de la orquesta Harlow, luciéndose en las congas.