jueves, 11 de febrero de 2016

Bandoneón antillano, Danielón porteño



Ya hablamos en estas páginas de la colaboración del Negro Mora con la Matancera. Por la discografía de Díaz Ayala, sabemos que en 1949 el bandoneonista grabó varios números: Dos gardenias y un par de Pedro Flores:

Se vende una casita 

Sin reserva

Mora, en el 59.

Tres del propio Danielón:

El que canta

El columpio de la vida

Uno de los cuales comparte con el Negro: Patricia

El patético caso de Patricia.

La historia es muy bolerística: Patricia era una bailarina, casada con un gringo. El tipo la maltrataba hasta que, en una de esas, yendo en un bote, trato de lanzarla al agua. Patricia se zafó, halló un arma y lo eliminó. Danielón le cedió las ganancias de la canción para su defensa, que logró el indulto.

Ñapa.

En la revista Billboard hallamos, el 28-5-49, un par de sencillos:



Del Negro Mora hallamos una tapa curiosa, para investigarla en el futuro:









lunes, 8 de febrero de 2016

País tropical, Brasil latino

La cosa empieza en los años sesenta, que tenían la música brasileña, capítulo bossa nova, de moda. No obstante haber representado una vanguardia, a fines de la década ya apenas era un sonido bonito. Era, pues, tiempo de mirar para otro lado. 

Hélio Oiticica, Tropicália. Foto: museoreinasofia.es

La renovación principió en los predios de las artes plásticas. En abril de 1967, Hélio Oiticica presentó una instalación con el peregrino título de Tropicália, en el Museo de Arte Moderno de Río. En el trópico de Oiticica había dos ambientes: un cuarto típico de una favela conducía, mediante un laberinto, a un estudio de televisión. Un contraste dramático, nada ajeno para un latinoamericano...
En octubre del mismo año se celebró el tercer Festival de Música Popular Brasileña. El segundo y cuarto lugares correspondieron a los líderes de lo que ya era informalmente el tropicalismo musical: Gilberto Gil y Caetano Veloso.


Gil en tarima. En la división del trabajo, parece que él ponía lo musical
y Veloso lo poético. Foto W. Santos, Jornal do Brasil.

Oigamos el segundo clasificado: 

Domingo no parque

Ahora el cuarto: 

Alegria, alegria


Veloso no ganó esa noche. A la larga, sí. Foto W. Santos, Jornal do Brasil.

El 68 produce dos discos en que ya se usa la etiqueta. Caetano Veloso se si eso ocurría en el campo políticoestrena como solista en un elepé homónimo. Allí destaca, por supuesto, una de sus composiciones:  

Tropicália


Grabado en el mítico mes de mayo del 68.

Por otro lado, aparece el disco que quedó como manifiesto del tropicalismo: Tropicália ou panis et circencis (sic). El tercer corte del lado A es bien recordado, en interpretación de Os Mutantes:  

Panis et circenses


Edu Lobo, el ganador. Con apenas 24, era considerado "viejo"
por los cocacolos tropicalistas. Chico Buarque, anciano de 23,dijo que esa noche iba
de smoking y quedó con cara de smoking. Foto W. Santos, Jornal do Brasil.

Antes y después.

En lo político, el tropicalismo ocurre en plena dictadura militar. De hecho, Veloso y Gil van presos, luego enviados al exilio londinense. A otros les fue peor, parece...
Si tropicalia puede ser una palabra neutra (lo tropical, en latín), no parece serlo el subtítulo panis et circenses (pan y circo), dada la coyuntura. Ya en la Roma imperial, el poeta Juvenal aludía a dicha fórmula como la manera de mantener al pueblo entretenido, distraído de los negocios políticos.
El exilio les duró hasta 1972. Cuando volvieron, el movimiento se había dispersado. Fue el fin del tropicalismo.

Si eso ocurría en lo político, en lo musical es clave la influencia de los Beatles. Gil declaró una vez que su idea era darle a Brasil una versión del Sgt. Pepper.


It's possible to argue that there are better Beatles albums, yet
no album is as historically important as this.
After Sgt. Pepper, there were no rules to follow, rock and pop bands
could try anything, for better or worse (reseña allmusic). 

Ñapa.

Un numerito en que la dupla Gil-Veloso explora la cubanía:

Tres caravelas