jueves, 22 de marzo de 2018

Tico tico no fubá: copetones en la música latina

Zequinha de Abreu (en la pila José Gomes) fue un compositor paulista que, en 1917 y de 37 años, presentó en un baile de su pueblo natal un choro inacabado e innominado. Cuentan que las parejas bailaban la pieza frenéticamente y que al compositor le pareció que el espectáculo semejaba el de un copetón en el salvado ("Até parece tico-tico no farelo!"). 



Pues al resto de la banda le sonó que ese era el título definitivo. Bueno, casi: como ya existía una composición homónima, tocó dejarlo en Tico-tico no fubá (Copetón en la harina de maíz). Así nació una de las canciones brasileñas más universales de la historia. La cosa no fue, empero, tan rápido: apareció, que sepamos, en 1931 por la Orquestra Colbaz. En 1942, salió la versión con texto de Eurico Barreiros, vocalizada por Ademilde Fonseca. Una década después se estrenaría la película homónima, biográfica de Zequinha, desaparecido en 1935. Es decir, no alcanzó a conocer el éxito mundial que le dio Carmen Miranda, en 1945.


Eros Volúsia en la tapa de Life (22-10-1941). De la sesión fotográfica se desprendió el contrato con MGM.
A pesar del éxito, volvió a su país. Foto: Hart Preston.

Poco antes, Ethel Smith lo había interpretado en Bathing Beauty (1944); así como la bailarina y coreógrafa carioca Eros Volúsia, en Rio Rita (1942). Ya el Pato Donald lo había bailado, de la mano de José Carioca, en Saludos, amigos (1942, canta Aurora Miranda). Carmen Miranda hizo lo propio en Copacabana (1947). Otras versiones: Cugat, Desi Arnaz, Esy Morales, Ney Matogrosso,

Versiones posteriores y justamente famosas son las de Parker, Paco de Lucía, Paquito D'Rivera
Ñapa: una curiosa versión en formato de mariachi; otra en el acordeón de Chelito de Castro.  

jueves, 15 de marzo de 2018

Borra (Risque), clásico brasileño en tiempo de bolero

No es nuevo estudiar los temas brasileños que han resultado divinamente versionados para la música antillana. Willie Colón benefició mucho esa mina e Ismael nos ha dejado ese clásico con que suelen cerrar labores los bares del Caribe. Hoy nos ocupa una joya de Ary Barroso (1903-64), quien compuso este samba canção, en 1952. El año siguiente, ya aparecía en disco vocalizado por Orlando Silva



De las versiones en nuestra lengua, puede ser la de Graciela la mejor. Es de la década de 1960 y consta que la adaptación es del uruguayo Horacio Sanguinetti. Sigue en preferencia, y a corta distancia temporal, la de Paquito Guzmán. Anterior a todas parece ser la de Miguelito Valdés, correcta pero que no atrae. 
Grata sorpresa la que nos da Wilfrido Vargas, fuera de sus dominios merengueros. Especial resulta la de Libre, por ser arreglo de nuestro Eddie Martínez (canta Héctor Alomar). No estaría mal cerrar con el siempre correcto Leo Marini y con la rareza biligüe de Lucho Gatica. El capítulo colombiano corre por cuenta de Alberto Granados, Billy Pontoni y una instrumental de Jaime Llano González.

La letra, en portugués, es como sigue:

Risque meu nome do seu caderno Pois não suporto o inferno Do nosso amor fracassado Deixe que eu siga novos caminhos Em busca de outros carinhos Matemos nosso passado Mas se algum dia, talvez A saudade apertar Não se perturbe Afogue a saudade Nos copos de um bar Creia Toda quimera se esfuma Como a beleza da espuma Que se desmancha na areia

Versión muy ceñida, que acierta cuando dice "mas si algún día la angustia me hiciera llorar" (Mas se algum dia, talvez a saudade apertar), pues la nostalgia que aprieta bien puede resumirse en angustia. Sin embargo, el angustiado no es quien habla, sino a quien se habla. El final no tiene sentido, pues no hay quimera de espuma, sino un símil entre una y otra. Espuma que no se desborda, sino que se deshace (se desmancha, en portugués). En fin, elección que destruye el símil, pues en ninguna cabeza cabe que lo que se esfuma se parezca a lo que se desborda. 
Lo curioso es que Graciela sí canta bien al repetir la estrofra "toda quimera se esfuma".
El caso de Wilfrido es paradójico: apegándose a la literalidad del texto, no incurre en los errores que afean las magníficas interpretaciones de Graciela y Paquito. Sin embargo, sacrifica el ritmo y el patetismo de sus predecesores cuando dice: "mas si algún día, tal vez, la nostalgia llegara, no te atormentes, ahoga tus penas en las copas del bar". Copas que están en el original pero que desde Graciela habíamos omitido sin perjuicio del sentido. El "créeme" también es del original y arregla el sinsentido que apuntábamos arriba. Luego, después de tan buena comprensión del texto, resulta insólito que nos salgan con que "la blancura de espumas (...) se desmaya en la arena". Desmayo que comparten la versión correcta pero insípida de Leo Marini, la bilingüe de Lucho Gatica, al de Miguelito Valdés y la de Alberto Granados. El único que dio en el clavo de que la espuma se deshace en la arena fue Arturo Gatica, mérito que echa por la borda al final, con la ocurrencia de que se... desangra. 
Ñapa: una versión sambeada de Encarnita Polo.

domingo, 11 de marzo de 2018

Paquito Guzmán canta boleros

Paquito Guzmán es una de las grandes voces del bolero salsero, pero poco se habla de él en este aspecto. De nombre de pila Frank y natural de Santurce (20-11-1939), se dio a conocer en el Conjunto Cachana (1957), de José Quijano. De esa época podemos citar Monterrey (J. Barreto), Hay que recordar (Piloto y Vera), Negrito (H. Urdaneta). 




La colaboración con Quijano y la estancia en Nueva York duraron un lustro, tras del cual vuelve a su tierra, nada menos que al estreno discográfico de la orquesta de Tommy Olivencia. En Tru-cu-tu oímos Este rencor (S. Suárez); luego vendrán Tus mejores horas, Mi desgracia, Verdad amarga (C. Velázquez), Borra mi nombre (A. Barroso), Eso no puede ser y Juré (Curet), Sin compromiso (P. Lango), Vida consentida (H. Parra), Pecador (R. Hernández), Alma con alma (J. Márquez), Amigo infiel, Una orquídea para ti (C. Carvajal), Psicología (J. Vázquez), Yo quiero darte un nombre (L. Neves), Qué hipócritas somos.
En 1975 decide grabar en solitario el trabajo Escucha mi canción (Inca), lleno de repertorio romántico entre boleros y baladas. Seguido de Mintiendo se gana más, donde repite Negrito. Vuelve a lo suyo con Olivencia, vocalizando Qué importa dónde (L. Neves), Elige, Me estoy imaginando, Amigo, Homenaje a Rafael Hernández, Medley de boleros, Aunque te cases de blanco (P. Lango). De sus discos independiente tenemos Me marcharé llorando, El viejo parquecito
Teniendo en cuenta estos antecedentes, resulta muy natural que, en 1986, apareciera con un elepé íntegro de baladas en salsa. 

La delantera de la orquesta de Olivencia.

Sin entrar en la polémica estéril de salsa dura contra romántica, lo cierto es que allí venían joyas como 25 rosas (J. Sebastian) y Ser amantes (Román-Cepero). Con la misma Champán y Ron Orquesta (nombre desafortunado, ¿no?) grabó otra tanda, donde sin duda es destacable Cinco noches (Escobar-Seijas). En 1990, vuelve a concentrarse en los boleros, acompañado de cuerdas: Diez lágrimas, Vuélvete a mí, Me marcharé llorando. Luego, una bonita versión bailable de Contigo (C. Estrada). RomantiCole es un repaso al repertorio del famoso crooner, principiando por Tres palabras (O. Farrés) y acompañado de su paisano Juan Manuel Lebrón; Acércate más (O. Farrés); Nadie me ama (Lobo-Maria), Vaya con Dios (Pepper-Russell-James), entre otras. De un casete de canciones de Tite Curet, Joe Quijano hizo un trabajo con lo inédito del compositor. Guzmán participa allí en Nube negra