miércoles, 27 de marzo de 2024

Lisandro Meza en su salsa

Antonio Fuentes, según afirma Peter Wade, con su disquera ayudó a que la música costeña saliera del sonido tradicional del porro, es decir, facilitó el crossover. Los Corraleros fueron el laboratorio y la plataforma de las carreras solistas de Alfredo Gutiérrez, Lisandro Meza y Fruko. Este último es referencia de la salsa nacional, pero ¿qué tan salsero fue el desaparecido Lisandro?

Lisandro en su salsa.


Como los músicos de Fuentes, Meza se movía en distintas
alineaciones musicales: combo y conjunto.


Ya en 1967 y en compañía de su conjunto, presentaba Lisandro tres "charangas": Charanga completa, La domina y Charanguiando (sic); dos salsas: Mi salsa y Salsa con sabor; un jalajala: Ven, ven. No fueron casos aislados. En 1970, Lisandro presenta el muy diciente Salsita, mami, donde vienen cuatro "descargas": Me quedo en Cali (Julio E. Estrada), Chaca boom (J. Pastrana*), Cuca, la Loca y Soy dichoso**. Dos guaguancoes: Sabroso guaguancó y El coco; además, una salsa: Arrebatá.

Ese mismo, año el combo de Lisandro produjo otro elepé, más variado, con el muy significativo título En Nueva York, donde solo vienen dos salsas: Juventud flaca y loca y Salsa pa' Colón (Adolfo Benavides). Un elepé suyo lleva por título una cifra: 78. Allí puso la salsa Guantaranure (versión The Latin Brothers) y la guaracha Dónde va José (Daniel Santos). También tenemos en su repertorio la guaracha Pasito tun tun. El interés rítmico de Lisandro va más allá, con el son-calipso El Negrito y una rumbita a Chacaíto, estación del metro de Caracas. Muy enigmático resulta el afrobeat Shacalao (Fela Kuti & The Africa 70). Más música, en la cuerda antillana: El inocente, salsa de Isaac Villanueva; Rumbón en la plaza, rumbita de Enrique Bonfante; Guaracha en España, de Aníbal Velásquez; la guajira Las cosas de la vida (L. Meza) y su bolero Esperando Navidad. El perro, charanga de Ramón Chaverra; la guaracha Tus labios, Río Sucuy (salsa); el bolero-mambo Óyeme, Daniel (Roberto Solano).

No menos significativas son, en esta lista, las versiones de Las caras lindas (Tite Curet) y de La murga panameña (Colón-Lavoe); o su guajira Amorcito de mi vida.

La fusión de Lisandro.


El álbum más salsero de Lisandro: nótese el uso de 'salsa', en 1970.


Peter Wade señalaba el crossover de Antonio Fuentes y sus pupilos. En el mismo sentido, Juan Sebastián Ochoa afirma que no se trata de una reelaboración de distintas tradiciones musicales (la cubana, en este caso), sino de una música nueva o fusión. Es muy diciente el testimonio del "Mañe" Rodríguez, hablando del sonido corralero: "Pero yo sé que eso no es cubano. Eso es más de acá, sabanero, pero ¿de qué influencia?, ¡ay, carajo!".

*Es interesante notar que Joey Pastrana estrenó Cha Ca Boom ese mismo año, en el trabajo Joey en Carnavale.

**Soy dichoso había sido cantada por Chamaco Ramírez y la orquesta de Tommy Olivencia, en 1967. Versiones de Ray Barretto, 1992; Joey Pastrana, 1972.

Bibliografía.
Wade, P. Música, raza y nación. Música tropical en Colombia.
Ochoa, J. Sonido sabanero y sonido paisa. La producción de música tropical en Medellín durante los años sesenta.

miércoles, 21 de febrero de 2024

La múcura, 75 años

La tapa de la revista Semana de primero de enero de 1949 es un hecho musical, incluso profético: la música costeña se toma el interior, Lucho Bermúdez es profeta en La Nevera y un porro se convertirá en éxito mundial.

La múcura gozó, desde un principio, de los más destacados intérpretes antillanos. La canción nació, al parecer, con la autoría inexacta: "Porro - Toño Fuentes".

El verdadero autor era un modesto hijo de Palomino, Bolívar: Crescencio Salcedo. Hasta donde sabemos, el primer registro es de once de octubre de 1949: "LA MUCURA © m Antonio Fuentes EU 181548". Esto indica que Fuentes registró la música (m), pero no la letra (w: el registro completo era w & m); figura, además, en el catálogo unpublished de dicho año. En el catálogo published de 1950, ya la atribución de letra y música recae en Antonio Fuentes. Figuran asimismo los traductores de la letra al inglés: Frank H. Stanton y N. MacNeil, el 22 de marzo de 1950.


Avelino Muñoz fue un pianista panameño. La grabación iba por
cien mil copias en tres meses. [The Billboard, 3-12-1949].

Tampoco resulta muy clara la fecha del estreno. Hay quienes se lo atribuyen al Trío Nacional, respaldado por los Trovadores de Barú. No figura el año en los discos, pero debió de ser 1949. El citado registro de 1950, en cambio, nos indica el 30 de diciembre de 1949, en La Habana, para Peer y Compañía, arreglo de Juan E. Lazaga. 

Otra fuente muy importante para conocer la historia de la canción es la Discografía de Díaz Ayala. Allí encontramos registros de Nelo Sosa y Julio Gutiérrez (10-7-49), Benny Moré y Pérez Prado, Marcelino Guerra, Bobby Capó y Avelino Muñoz, Los Panchos, Antar Daly y Juan S. Garrido (1949), Trío Cantarrecio, Mario Hernández y sus Diablos del Caribe, Trío Urquiza (1950).


Perdida, 1950. El cartel musical era de lujo.


Una curiosa versión, bilingüe español-portugués, la ejecutada por Ninón Sevilla y Os Anjos do Inferno, que le hacían el coro sobre un arreglo de Pérez Prado. Esta aparición en el cine mejicano marca claramente la popularidad de la obra de don Crescencio. Esta primera época de La múcura cierra con la versión de Matilde Díaz y Lucho Bermúdez. También, a título de curiosidad, debe citarse un instrumental, en ritmo de merengue, por Xavier Cugat. Igualmente instrumental, pero de mayor interés local, resulta la versión de Pedro Laza y sus Pelayeros (1960). 

Jorge Sepúlveda, con las hermanas Russel, dieron un paso más rebautizando La cántara. Con el mismo título, la llevó a la rumba flamenca su compatriota Argentina Coral. Un trío español, a pesar de llamarse Siboney, no tuvo problema en decir La múcura; tampoco Teresita de Alba.

El éxito también se mide cuando una obra pasa las fronteras latinas: en 1950, tenemos versiones de Art Mooney, con el título traducido a Litte Jug, Cab Calloway y una francesa de Doris Marnier. Una versión jazzera, con arreglo de Shorty Rogers, grabaron Shelly Manne and His Men, en 1953 (en las notas del dico pone: "an old Latin-American folk song"), mismo año en que Eddie Warner intentó cantarla en español. Caterina Valente y Silvio Francesco hicieron lo propio, en 1958.

Por la República Dominicana, se reporta el Conjunto Quisqueya con su versión merenguera. Félix del Rosario, con su cuerda de saxos, le da un sonido muy particular. El sonido tradicional puertorriqueño se escucha en la versión de Luis Quintero y Alma Cibaeña.

El resto es salsa: Ray Barretto retoma el clásico en 1962, en el mismo elepé donde viene El Watusi. Celia Cruz la graba en 1964, con René Hernández, en el trabajo Canciones que yo quería haber grabado primero. Junior González, respaldado por Tito Puente, la grabó en 1979. Porfi Jiménez, por esa época, hizo una muy bailable. En el formato tradicional cubano, la hicieron Los Habaneros y Alfredo de la FeOmara y Johnny Ventura, respaldados por la orquesta Faílde, tienen un registro fresco, de 2019.

Como si cerrara un círculo, en su Homenaje a Los Panchos, Manoella Torres pone La múcura en este milenio.

Más versiones:

Cuarteto Imperial

Steve Jordan

Sonia López

Los Quechuas

Los Tres Hernández 

Mariachi de Román Palomar



Arthur Mooney (1911-93), cantante y director de orquesta tuvo varias
canciones en el top 10 y una de ventas millonarias: Honey-Babe (1955).

"Guaracha norteamericana" en París

En mayo de 1951 y viajando por Europa, cuenta don Guillermo Cano una función de cabaré parisino. Parte del show estaba a cargo de las pin-up girls. Una de ellas, de repente, anuncia lo que viene: "una guaracha, ¡música popular norteamericana!" Los latinos del auditorio se sorprendieron con semejante planta exótica. El número musical sonaba afrancesado, "que hace de un bolero un blue y de una rumba caliente un fox-trot". Sin saber cómo, Cano y amigos empezaron a tararear La múcura, luego interpretado por una gringa, en francés y en inglés, "agregándole una que otra 'Conchita', 'señorita', 'caballero', las tres únicas palabras españolas que parecen conocer en Hollywood y en París" [Tinta indeleble. Guillermo Cano, vida y obra. Sabogal, J., ed. Bogotá: Aguilar].

En The Billboard


Peer, afiliada a BMI, demandó sus regalías por La múcura
a un hotel del norte del Estado de Nueva York. The Billboard, 21-10-1950.


Coda. A propósito de autorías, en 1949, Crescencio Salcedo también impugnaba la autoría de Se va el caimán. Nótese que en Semana lo llaman "un indio guajiro".

Investigando en The Billboard, la revista que vieron Cano y amigos en 1951 fue Exciting Paris, cuyo número bailable estaba a cargo de las Pin-Up Mansfield Girls, pero la revista no menciona la tal cantante Mary, que recuerda don Guillermo. 

martes, 6 de febrero de 2024

Una rumba, en 1908: cuando era prohibido tocar tambor en Cuba

Ned Sublette, en su interesante Cuba and Its Music, cita una curiosa noticia sobre la detención de unos rumberos. El autor subraya el hecho de que, antes de la fiebre de la "rumba", existía la prohibición del uso de tambores y de celebrar rumbas reales, en los solares. Los rumberos de la casa Cantera fueron a dar con su fiesta ante el despacho del juez correccional.


Crónica de policía. Diario de la Marina, 25-9-1908, 6.

Abolida la esclavitud en 1886, se produjo una migración de personas esclavizadas a la ciudad, por lo cual sus prácticas se hicieron más visibles a los blancos y les causaron más recelo. Estrada Mora, alcalde de La Habana en 1900, es recordado por prohibir el uso de tambores en reuniones públicas. Lo mismo ocurrió (o ya ocurría) con las ceremonias de las sociedades secretas abacuás y ñáñigas. En 1922, Alfredo Zayas iría más lejos, prohibiendo en toda la Isla los bembés y otras danzas lucumíes. En 1925, Machado insistía en la prohibición del uso de tambores y la persecución de danzas inmorales*.


*Arnedo, M. (2006). Writing Rumba: The Afrocubanista Movement in Poetry. University of Virginia Press.

lunes, 5 de febrero de 2024

Arabella, la Sonera Mayor

Que la Sonera Mayor haya nacido en Bogotá es casi tan peregrino como que Caribe soy (Luis Alday) haya sido eternizada por un argentino*.

En la nota These Ladies Are Not Waiting (Billboard, 13-11-1982, 62), Enrique Fernández planteaba la sucesión de Celia Cruz, quien llevaba tres décadas ciñendo la corona de la música antillana. Una de las pretendientes era Arabella, a quien tenían por "Venezuelan".
Margarita Pinillos es el nombre de pila de Arabella, cantante y compositora bogotana. Pasó, según era costumbre, por los concursos de aficionados, en radio y televisión, hasta llegar a trabajar en el hotel Tequendama. El nombre artístico lo tomó, al parecer, de la modelo Arabella Árbenz, quien se suicidó en Bogotá, en 1965**. Pasó a Venezuela, donde trabajo con orquestas tropicales, entre ellas Los Maraqueros: Ámame (Alberto Amadeo: versión Grupo Amadeo), El regreso del amor, A Cali y una composición propia suya: La masa no está pa bollos.


Las tres cantantes que esperaban suceder a Celia Cruz eran: Lita Branda,
Soledad Bravo y Arabella. Fernández, 1982.


Dos merengues, Él (D. D.) y Corazón, corazón (JA Jiménez, versión original) y el bolero Ansiedad (Chelique Sarabia)***, arreglados por Dioni Fernández.
En 1980, Arabella grabó un álbum de repertorio nacional, con temas del tipo de Yo me llamo cumbia, Grito vagabundoAmor sensible, y El sanjuanero (Anselmo Durán), al lado de covers como Tambores africanos (Celina y Reutilio) y Oye la rumba (Trío Matamoros). Después una curiosidad: un paseo de Diomedes Díaz, Sin ti.
El año 1982 marca su vinculación con los grandes de la salsa: cuatro canciones de Tite Curet para su álbum solista, Sabor y raza: Flor del mal, Arepas, Mañana estaremos juntosChico Matanza; una de Johnny Ortiz: Soy la canción (luego le grabó La musiquita). Hay también la adaptación de una obra de Chico Buarque, No sueño más (Nao sonho mais). La vida del pueblo caraqueño aparece retratada en Domingo en el barrio (Enrique Hidalgo, el mismo de Ladrón de tu amor); del mismo son Zape p'alláEspejismo y La dicha. De la compositora Gloria González, Esperando que vuelvas

Una composición del gran Jairo Varela: Ni tú ni yo. Hay cierta predilección por el repertorio de Celina, que ya había vocalizado Mi son es un misterio (Ñico Saquito, versión de Celina); sin faltar el aporte de don Tite: Mentiras, el bolero Sin dejarte de amarYo te viVivo por ti, Pa los de mi aldeaCallejón, Dejo y El llanero. José Mangual estuvo en la plantilla de músicos que respaldaba a Arabella y le dio una canción que terminaría bautizándola: Sonera.

Además de intérprete, Arabella es compositora. Entre sus canciones se cuentan: Bomba para Colombia****, Mi cuna, Callecitas de Cartagena, Secretico, Felicidad, Rumor, Disfruta la vida, Fui tu cacería, Cuanto tienes, cuanto vales, Caos y No me vencerás.

 
Entre las canciones que le grabaron otros intérpretes, ubicamos a Tabaco y su Sexteto, con Amor, amor; Yayo el Indio, con la Sonora Matancera, Pena de amor y Celia Cruz, Mi vida es cantar.


Sabor y raza contó con los compositores y los músicos de la escena salsera
nuevayorquina. Sin embargo, es una artista poco conocida hoy.




*Leo Marini ya lo había grabado con Don Américo y sus Caribes, en 1944 (hizo como seis versiones). Otra rareza de esa época es La pollera que es colorá (Mario de Cáceres).
**La rocambolesca historia de Arabella y su marido, en El Tiempo.
***Chelique Sarabia terminó la composición al cumplir quince años (1955). Rosa Virginia Chacín la cantó, en 1959.
****Chivirico Dávila también dedicó una Bomba para Colombia.

jueves, 4 de enero de 2024

Mantecadito y otros pregones de Filiberto Hurtado

Sorpresas nos da la vida... y la red de redes. Registrando el centenario de Alberto Beltrán y averiguando compositores, nos encontramos con un merengue cha y la historia de un vendedor de dulces y hábil compositor de pregones, en un número de la revista Bohemia [año 47, # 47, noviembre 20 de 1955], que nos trajo la incansable diligencia de Google. Este es el lugar de hacerse eco de la bonita historia de don Filiberto Hurtado.

Don Filiberto, el pregonero de Placetas. Foto: G. Cuesta.



Contaba entonces 44 años (nacido en Placetas, Las Villas), 27 de los cuales vendiendo mantecaditos "por toda la República". El caso fue que Fanneity estuvo en Santa Clara, donde le oyó el pregón a Filiberto. No fue el primer arreglo que se le hizo, pero sí el que le dio cierta notoriedad local. Los mantecaditos los fabricaba su compañera, Rafaela Varona Reyes, y su pregón ayudaba a venderlos: 

Cuando yo canto la gente me rodea, los muchachos salen de las casas, todo el mundo se queda mirando y yo me siento artista. Yo nací con esa vocación para la música. Yo pensé muchas veces de muchacho que podía llegar a ser un gran músico y a cantar en público y que me aplaudieran. Pero como soy un hombre pobre y tengo que ganarme la vida trabajando muy duro, me dediqué al pregón. Así me doy gusto cantando y busco el diario conque ayudo a mis padres y sostengo mi casa.

Mi inspiración musical es mucha: (...) Por eso yo tengo varios pregones: uno de tamales, otro de merengues y uno que titulé Crocante habanero, que es el más bonito de todos los que yo he sacado. Yo le aseguro que es más melódico que Mantecadito.

El sencillo de Mantecadito: las etiquetas no son confiables
ni en ritmos ni en autorías.




En julio de 1959, Celia Cruz vocalizó el pregón Crocante habanero, atribuido a J. J. Trujillo.

viernes, 29 de diciembre de 2023

Olga Chorens, in memoriam

Entre los personajes que se dieron el lujo de ponerse al frente de la Sonora Matancera, una pareja atractiva pero quizá poco recordada fue la de Olga y Tony. El matrimonio y pareja musical tenía su propio programa musical en la CMQ, El show de Olga y Tony, que también pasaba por televisión, donde contaban con el respaldo de una orquesta. En la década de 1950, recibieron el premio Miss y Míster Televisión. En la ciudad de Miami, se les concedió una estrella en el Camino de la Fama, así como una calle nombrada en su honor.


Más que "La pareja feliz", era la familia del espectáculo, que ponía en escena
a sus hijas, Lissette y Olguita, ambas con sus propias carreras.


Casi centenaria.

Olga Chorens había nacido en La Habana, el siete de febrero de 1924. Comenzó a cantar de niña, en Radio García Serra; luego triunfó en la Corte Suprema del Arte, pasando a competir con adultos. Por esa época Tony Álvarez, quien sería su esposo, conducía el programa Ritmos del Plata, dedicado a la música del Cono Sur. Los dos coincidieron en la orquesta Río la Plata y se casaron en 1945 [Díaz Ayala afirma lo contrario: se casaron en 1946 y salieron de gira en 1947].

Terminada la gira por Latinoamérica [su hija Lissette nació en Lima, 1948], inicia su carrera discográfica, en 1951, con los boleros Amémonos (Manuel M. Flores: versión Lucho Gatica) y Esto es felicidad

Dueña de un repertorio variado, donde hubo: Los ejes de mi carreta (A. Yupanqui), la guabina El pescador (Rocha-Díaz: versión Garzón y Collazos), el bolero zambra Y sin embargo te quiero (Quiroga-León: versión Conchita Piquer), la ronda El ratoncito Miguel (FB Caignet), el jingle Amor con publicidad, el pasodoble De Caiz al puerto (Lito Montes), la canción Arrivederci, Roma (Rascel-Garinei-Giovannini), la polka El chacachá del tren (García Cote), los valses Alma, corazón y vida (Adrián Flores: versión Lucía-Algeciras), La flor de la canela (Ch. Granda: versión La Lupe), Mi ofrenda (Granda) y Todos vuelven (César Miró: versión Rubén Blades). El fox canción Chinito, chinita (O. Farrés), el popular Frenesí (A. Domínguez: versión Carlos J. Ramírez), En mi viejo San Juan (Noel Estrada), Amarraditos (Durán-Pérez: versión Vicentico Valdés), La leyenda del beso (Soutullo-Vert: versión Chucho Avellanet) y algo de Agustín Lara, Regalo de viaje, asimismo Padam, padam (Contet-Glanzberg); Cuando tú te hayas ido (Sansores-Brito: versión Raphael). Una rareza: Por cuatro días locos (R. Sciammarella: versión Alberto Castillo).

Chorens también grabó balada, una bonita versión de Cuando estemos viejos (versión Jorge Falcón). Tampoco descuidó las fiestas de fin de año: Cantares de Navidad (B. de Jesús).


La pareja ideal. Fuente: nostalgiacuba.com


Olga Chorens es familiar a los cultores de la vieja guardia por un gran bolero: Mis noches sin ti (Ortiz-Márquez: versión José Feliciano). En esta cuerda, también hizo La tristeza mata gente (Cunheiro-Álvarez), Tu cariño (M. Maurano), Canta lo sentimental (Fuente-Montiel: versión Issac Delgado), Adios, Felicidad (Ela O'Farrill: versión Bola de Nieve) y Besos de fuego (Discépolo: versión Blanca Rosa Gil).

Lugar aparte merece la composición de Lucho Bermúdez, Linda caleñita, (versión Matilde Díaz), con el respaldo de la Sonora Matancera, el dieciséis de septiembre de 1954, misma sesión en que grabó Yo soy esa (Quintero-León-Quiroga: versión Concha Piquer). Entre las interpretaciones que quedaron grabadas en televisión, debe destacarse el tango Sueño de amor (Rosemberg-Comilla-Biettti).

Se dijo al principio que la pareja hacía un show televisado. Una canción infantil alcanzó considerable fama. La propia Olga dijo en entrevista que la criatura la persiguió toda la vida: El ratoncito Miguel (FB Caignet). Otra faceta de su vida fue el exilio, como quedó plasmado en Cuba.

Olga Chorens murió el veintidós de septiembre de 2023.


Linda caleñita, un porro a la cubana, interpretado por Olga y Tony.


*Tony, por su parte, vocalizó El vapor, de Nelson Navarro. Un porro-guaracha, que también aparece atribuido a Edmundo Arias. El caso es interesante, Pues Navarro fue un cantautor cubano que, tras la Revolución, pasó por varios países de Suramérica, incluida Colombia.

**Olguita entrevista a Olga Chorens.

Fuentes: 

Olga Chorens y Tony Álvarez, en nostalgiacuba.com

Olga Chorens, en Ecured

martes, 26 de diciembre de 2023

Alberto Beltrán, centenario

¡Dominicanícese! era el grito de batalla del gran cantante de Palo Blanco (La Romana), nacido el cinco de mayo de 1923.

Profeta en Cuba

En una entrevista para El Tiempo, Beltrán contó cómo se vinculó a la Matancera:

En el año 1954 regresé a La Habana para hacer una serie de presentaciones. En una de ellas, en Radio Mambí, fui sorprendido por el director del conjunto, Rogelio Martínez, quien me propuso que ingresara a su agrupación. Recuerdo que Rogelio me dijo: Oye chico, tú tienes clase y te identificas con nosotros. Vamos a grabar*. 

¡Dominicanícese!, con Alberto Beltrán. Detalle de la
carátula de un elepé de Quisqueya Records.



Tres sesiones bastaron para que Beltrán se consagrara con la Sonora Matancera, dos el día dieciséis, de septiembre y de noviembre de 1954: en la primera, vocalizó Ignoro tu existencia (R. P. de la Mota) y Aunque me cueste la vida (L. Kalaff); en la segunda, Todo me gusta de ti (Cuto Estévez), El negrito del batey (M. Guzmán), El diecinueve (Radhamés Reyes) y Enamorado (Pepe Balcácer). El dieciocho de enero de 1955, dejó la respuesta a una pieza grabada: Contestación a Aunque me cueste la vida, dueto con Celia Cruz, y Te miro a ti (Julio Bodén).

No obstante el éxito, Beltrán pasó a formar con el Conjunto Casino, rival de la Matancera, en ese enero de 1955. Beltrán volvió a grabar varios éxitos con la Matancera, interesantes porque dice mejor algunos textos. Con el Casino, el repertorio es variado. Por el lado del merengue, una interesante mezcla de merengue y chachachá: Mantecadito (Rudy Fanneity), La maneca (Radhamés Reyes), Dolorita (Luis Alberti), Te doy mi amor (Radhamés Reyes) y Parranda de Navidad (Beltrán-Reynoso). Uno de los éxitos de Nelson Pinedo con la Matancera, El muñeco de la ciudad (Adrián Pérez). Una guaracha, composición del propio Beltrán, El vale José

Otra vinculación importante del dominicano, ahora con el pianista René Hernández, produjo dos long-playing: Regresa y Nuevo triunfo (1960 y 61, respectivamente). Principiemos por una composición del propio Negrito, el bolero Estrellita, ven a mí; dos del Dr. Sánchez Acosta: Papá Bocó (guaracha, versión Noro Morales) y Samaná (son montuno). Luis Kalaff aporta los merengues: Te busca tu mujer y Sabina. Entre los boleros (quince de veinticuatro números), puede citarse Romance en La Habana (Ray Tico) y Vereda tropical (G. Curiel). Una rareza, catalogada como salve-merengue, originalmente un pasaje de Juan Vicente Torrealba, Sueño azul (versión La Rondalla Venezolana).

En la década de 1960 (las fuentes varían), graba un disco histórico con Willie Rosario, que apenas empezaba: Quiero saber. Seguía siendo un bolerista (siete de doce números): Libre de pecado (Nelson Navarro: versión Leo Marini) y Taboga (Ricardo Fábrega) tienen ya el sonido nuevo del bolero salsero. No falta un merengue, de Toño Abréu, Fiesta cibaeña; tampoco abandona la guaracha: Cambia el tumbao y la enigmática guaracha haitiana Haida huo.

Con la orquesta del venezolano Chucho Sanoja, registró varios números y ritmos: los boleros Mentira y Nelly; los merecumbés Ven acá, mi amor y El ritmo del amor. Con Los Megatones de Lucho, grabó el trabajo Mecanógrafa. Con Lucho Macedo, grabó el álbum Armonía musical (1963), variado con todos los ritmos. Merengue: La salve del loco (Panchito Mena) y otra versión de Mantecadito, el merecumbé A los bailadores (Sarita Salas: versión Dioris Valladares); seis boleros: Mil cosas (Francisco Corchado), Nelly (), La primer mujer (D. Santos), No hay amigos (Alberto Beltrán), Me matarán (D. Santos: parece que el título es Me mataré, como en la versión del propio autor) y Ocaso (Sánchez - Chorot: versión Daniel Santos). Guarachas: Sabrosura (M. Hernández), El telegénico (Raúl Aguilar) y El rin rin rin (M. Hernández).

Con la Sonora Salomón, un elepé más, dedicado enteramente al bolero: Salud (Manzanero), Sin ti (Pepe Guízar), Hoy (Rosendo Montiel), El que pierde una mujer (Cortázar-Arcaraz), Niega (Indalecio Ramírez), Cuando te vuelva a encontrar (R. García), A la orilla del mar (Cortázar-Esperón), Llegas (R. García), Ven, guajira (Álex de Sosa), Vuélveme a querer (Mario Álvarez), De boca en boca (JJ Espinosa) y Mi indiferencia (Josefina Bardina). Con arreglos y dirección de Salomón Jiménez y Álex Sosa, vocalizó Por la cruz (Alberto Domínguez), Mujer (A. Lara), Ya (Carlos Quintana) Eres cabaretera (Acosta-Sánchez Mota), Llegaste tarde (Wello Rivas: versión Rodrigo de la Cadena), Un nuevo día (Federico Baena), Nosotros (Pedro Junco: versión de Tito Gómez con la Ponceña), Prisionero del mar (Arcaraz-Cortázar), Miseria (Miguel Á. Valladares: versión María Luisa Landín), Perfidia (A. Domínguez), Eres (Luis Demetrio) La cocaleca (Cavalli-Cajal). 

Un disco posterior tiene estos datos: interpreta a Salvador Veneito, con el conjunto Impacto, dirección Papi Peña. Allí vienen: Mi coquito (versión Celia Cruz), Imposible nuestro amor, Amor de fuego, Amargo llanto, Flor primaveral, Besos fieros, Chachachá en la playa, Mi chaparra, No sé por qué y Mi linda matancera.

Con Cuco y Ramón Orlando Valoy vocalizó: Así es la vida, Nelly, Dominicana, Romance bajo la luna (Carmen Delia Dipini, Si no vuelves), Un minuto, Si tú te vas, Desde que te fuiste, Para que lo oigas, Morena y Ven. De una grabación, sin mayores datos y con repertorio ya conocido, destacamos: Hay que gozar la vida (L. Kalaff), los merengues La escoba (Perucho Navarro) y El negro feliz (José Sosa), el afro María la O (E. Lecuona) y el bolero Bendito amor (Bienvenido Brens).

Grabó asimismo con Los Matecoco de Pancho Cataneo: un ciclista cubano, radicado en Méjico, que por una lesión se dedicó a la música. Formó con el pianista Alejandro Sosa el grupo Habana de sosa. Con Los Matecoco, hizo gira por Europa. Grabó una obra de Pacho Galán, Cara sucia, según la Discografía de Díaz Ayala.

El chipi chipi (Gabriel Rodríguez), con el conjunto Batey de Sosa, sirve para cerrar esta panorámica musical, con repertorio nacional.

Beltrán con la delantera del Conjunto Casino: son interesantes sus versiones
con ellos, pues lee textos más correctos.



El cantante.

Respecto de las cualidades vocales de Alberto Beltrán, esta es la opinión de Luis Fernando Ortega:

Todas las virtudes vocales sólidamente configuradas, gran brillo, excelente apoyo en toda la línea y rango de fraseo, gran cualidad tonal e intachable entonación y musicalidad, incluido su sentido del ritmo, dando como resultado un metal de voz característico y contundente que superaba en este sentido a muchos de sus contemporáneos. Y es en las notas largas y sostenidas, no solamente en la calidad de su timbre, donde podemos apreciar todas sus virtudes, dado el uso pleno de las posibilidades de la voz, lo que constituye un parámetro básico para lograr máxima excelencia en el sonido vocal. Luego un cantante así cuenta sobradamente con las herramientas imbatibles para enfrentar con la máxima calidad y fluidez desde un bolero a una guaracha. Y es lo que hace el gran Alberto Beltrán con todo el repertorio que nos ha dejado y que podríamos apreciar con temas que son referentes inolvidables en el dominio magistral del canto, como Aunque me cuesta la vida, Todo me gusta de ti, El negrito del batey, Mil cosas o Aida Huo, entre las más difundidas.
 

Un vistazo a la Dominicana de Beltrán.


La Romana, área campesina de trabajo de la caña.
Foto: Naranjo, 2010.



En la década de 1870, el país conoce una fiebre de los ingenios y la industria azucarera. En 1893, existían diecinueve grandes ingenios. En 1912, en un proceso de inversión extranjera, se instala el Central Romana, al este de la isla. Para cuando nace Alberto Beltrán, había cerca de dos millones de hectáreas dedicadas al cultivo, en todo el país. En 1929, las compañías norteamericanas controlaban el 92 % del negocio azucarero. La economía dominicana dependió del azúcar y otros productos agrícolas (café, cacao y tabaco) hasta el último cuarto del siglo veinte, cuando la balanza se inclinó hacia el turismo, las remesas y las zonas francas.


El central, escenario de tantas canciones de la
música antillana. Foto: Naranjo, 2010.


Fuentes.

*Pérez, F. El Negrito murió como soñó. El Tiempo, 6-2-1997.
Naranjo, C. dir. (2010). Historia de las Antillas. Vol. II: Historia de la República Dominicana. Frank Moya, coord. Madrid: Doce Calles.