viernes, 26 de mayo de 2017

El lado latino de Esperanza Spalding

En la última edición del Día del Jazz en La Habana, una de los anfitriones captó la atención del público del Gran Teatro. La simpatía y facilidad de palabra de Esperanza Spalding fueron la primera y gratísima impresión. Luego, cuando pulsaba las cuerdas del contrabajo, uno tenía la sensación de haber descubierto una gran artista.



Su ancestro paterno es afro, el materno combina lo galés, lo indígena y lo hispano. Ejecutante precoz de varios instrumentos (pasó su niñez en la Chamber Music Society de Oregon), su talento la hizo merecedora de becas para completar su formación. Debutó en los clubes de adolescente, comenzó a componer y a cantar. A tiempo, principia sus estudios superiores en la Universidad Estatal de Portland y, luego, gana beca en el Berklee College of Music, donde se le recuerda, además, como una de las profesoras más jóvenes del instituto. 
Dentro de su producción musical, nos interesa un elemento que la acerca a lo latino, como es su interés por lo brasileño. De dicho folclor ha afirmado que "el fraseo de la melodía está intrínsecamente ligado a la lengua, y es bello". Para su álbum de estreno (2006) se acompañó de músicos cubanos. Las obras hablan por sí solas: Loro, del brasileño Egberto Gismonti. Canta en español Cantora de Yala, de Leguizamón-Castilla.


Foto: Johann Sauty.

Segundo trabajo (2008): Ponta de Areia, de Nascimento-Brant; Samba em prelúdio, de Moraes-Powell. Versiona en español Body and Soul, de Heyman-Sour-Eyton-Green, Cuerpo y alma, que cuenta con versiones como la del dueto Bennett-Winehouse. Tercera producción (2010): acompañada por Milton Nascimento en Apple Blossom, de ella misma; otro dueto antológico, con Gretchen Parlato, en Inútil paisagem, de Jobim-Oliveira (1964). Curiosa resulta la Chacarera, de Leo Genovese. No figura entre sus cinco álbumes la versión de Coisa feita, de João Bosco, acompañada de Ricardo Vogt, compañero de Berklee 
y causa probable de su fluidez en portugués. Una composición suya, Crayola, puede caber en este catálogo.




Tal es el lado latino de Esperanza Spalding. Recomendamos esta actuación, en la Casa Blanca, que muestra hasta dónde ha llegado.






lunes, 22 de mayo de 2017

Feria de Cali y la Capital de la Salsa

Orígenes: Feria de la Caña de Azúcar.

Los principios de la feria de los caleños hoy parecen un poco remotos, historia patria: el fin de la era Rojas Pinilla y de la violencia partidista, por un lado, y el crecimiento regional ocasionado por la caña. En efecto, la primera edición (1958) se llamó Feria de la Paz. A propósito, cabe recordar que una feria es un programa comercial dirigido por las autoridades y en que el público es espectador, consumidor. En el carnaval, en cambio, es participante (quien lo vive es quien lo goza). Otro punto importante es la división cronológica-temática: los expertos coinciden en que un periodo va de la fundación hasta la llegada de Richie Ray y Bobby Cruz (1968); el otro, de aquí en adelante. División que significa el paso del predominio de la música tropical costeña al de la salsa. Los datos son contradictorios, en cuanto a la tendencia oficial.




Predominio costeño.

El primer éxito de la Feria (elegido por un jurado nombrado al efecto) lo hizo la orquesta del tulueño Edmundo Arias, vocalizado por Lita Nelson. Arias se radicó en Medellín desde 1950, capital donde murió. La cruz de palo bonito o, simplemente, Palo bonito, es un merengue de Ricardo Rico.
Segundo éxito, debido a la orquesta del trompetista bolivarense Manuel Villanueva (trabajó en Bogotá con Ramón Ropaín, en 1950): La estereofónica, gaita del saxofonista y clarinetista Leopoldo Cogollo Tatis. Quiero amanecer, porro de Rubén Saladén, vocalizado por Sarita Lascarro con la orquesta de Pacho Galán. Segundo lugar para Los Alegres del Valle, con la cumbia La caña de azúcar.


Billboard, 13-11-1961: los mejores registros de Quiero amanecer, en dos países suramericanos.



Le sigue La pollera colorá, cumbia de Wilson Choperena dedicada, según expertos, a la negra Soledad, caleña. La versión citada es de la orquesta de Pedro Salcedo; sin embargo hay una con lujo de vientos, por Lucho Bermúdez. Repiten puesto Los Alegres del Valle, con La sultana. Año de 1962: La negra Celina, de la autoría de Aniceto Molina e interpretación de Cristóbal Pérez. Ya era hora de que aparecieran en la lista Los Corraleros de Majagual, con el singular acordeón de Alfredo Gutiérrez. La historia de la canción rebasa las fronteras nacionales, pues Guararé queda en la vecina Panamá. Tierra de acordeoneros, contrató a Alfredo Gutiérrez para presentarse en 1962. Alternando con el local Dorindo Cárdenas, el sucreño notó la aceptación que tenía la canción dedicada al XV Festival de la Mejorana y decidió versionarla. Propósito que se concretó gracias al oído entrenado de Toño Fuentes, en 1963: Festival en Guararé. Repiten el año siguiente con Güepa je, cumbia de Edmundo Arias. Y se instalaron en el gusto de los organizadores, pues suenan con Los sabanales, un paseaíto de Calixto Ochoa. Segundo para Pedro Laza y sus Pelayeros, con La calle 13.


Los sabanales a veces figura como interpretada por el conjunto de Calixto,
pero también en muchos elepés de  Los Corraleros.


No aflojaban el predominio: sigue el entonces excorralero Alfredo Gutiérrez con La banda borracha, de la pluma de Rafael Sánchez. Por quinto año consecutivo, La burrita, paseaíto de Eliseo Herrera. Pausa corralera, con la llegada de La piragua, de José Barros, interpretada por Gabriel Romero con Los Black Stars. Un clásico que nadie quería grabar hasta que Romero se atrevió (según su propia versión de los hechos). 

El sonido de Nueva York.

Un paréntesis necesario. Eduardo Lozano, director de la Feria en 1968, fue a NY en busca de Tito Puente. El Rey del Timbal, no dando abasto, recomendó a una pareja que entonces estaba pegada en la ciudad: Richie Ray y Bobby Cruz. Vinieron, efectivamente, y alcanzaron el segundo puesto en las preferencias con su Seis chorreao. Otro dato de su acogida es la inclusión en los 14 Cañonazos del año.





Recuérdese que el grupo había debutado en Barranquilla para los carnavales del mismo año, con moderado éxito. Tan modesto que, al parecer, en Cali no se enteraron. Además, venían en otra onda: como los exponentes de la nueva fiebre del bugalú.
Ray y Cruz, entonces, se presentaron en la Caseta Panamericana, capaz hasta de diez mil personas. Con ellos alternaron El Supercombo Los Tropicales, Los 8 de Colombia y Los Teenagers. El programa indica que el sonido montañero (raspa, raspa-rock) estaba ganándole la batalla al sonido costeño modelo Bermúdez-Galán. 
La Caseta superó el aforo. El sonido de Ray, de algún modo, recordaba al público el sonido de la Sonora Matancera, favorita allí; no menos que los sonidos del bugalú y la pachanga. Ray y Cruz repiten Feria en 1969. 

El sonido de Medellín y el venezolano.

Hay un elemento nuevo en el ambiente: si bien Romero era atlanticense, el conjunto que lo respaldó en La piragua era de Medellín. De aquí en adelante se hacen habituales los intérpretes del sonido paisa. Dicho sonido y lo que después sería salsa se dividieron la fanaticada socialmente: aquel quedándose con los sectores medioaltos, esta con los populares y bohemios.
1969: El pájaro amarillo, por Bovea y sus Vallenatos; vocaliza Alberto Fernández la composición de Rafael Ocampo Miranda. En segundo puesto, debutan Los Golden Boys con Feria de Cali. Repiten Los Black Stars (1970) en la interpretación y Edmundo Arias en la composición de A ve pa ve



Esa sigla D. R. es sospechosa, lo mismo que el título: hay un viejo son,
de Ignacio  Piñeiro, Sobre una tumba, una rumba, con el mismo texto y que en Cuba
han grabado María Teresa Vera, Celeste Mendoza y Rolando La Serie, entre otros.


Prueba de eclecticismo del gusto del jurado es la incorporación de otros sonidos a la Feria. Del vecino país llega Billo con una canción a la medida: Mi Cali bella. En 1972 principia el viraje claro: primer puesto para Los Líderes, El enterrador; segundo para Nelson y sus Estrellas, El payaso, del propio Nelson. En 1973, por fin, aterrizan los cubanos. Nada menos que con Celina y Reutilio, Pedacito de mi vida, guaracha de Radeúnda Lima (1956); segundo lugar para Nelson Henríquez y su Combo, Nube viajera, de Rafael Campo Miranda. 1974: turno para Fruko con la electrizante A la memoria del muerto (¿Carlos Girona?); seguido por Cumbia caletera, de Billo's Caracas boys.

¿Balance?

Así podríamos seguir listando ganadores, sin que se vea predominio de alguna corriente musical. A veces barren los artistas salseros, a veces resucitan los costeños. Ah y los venezolanos y los costeños. No parece posible concluir algo seguro de las canciones oficiales de la Feria, excepto que hay todas las vertientes de la música tropical. Los estudiosos, sin embargo, insisten en que el gusto popular se había inclinado por la salsa hacía rato.  





Un hecho constatable parece indicarlo: los artistas de salsa lentamente se van colando en la programación: Ismael Miranda, Píper Pimienta, Fruko, junto con el veterano Daniel Santos, fuera de clasificación. En el 1975 vienen para la Feria nada menos que El Gran Combo y la Dimensión Latina. 



Pachanga, bugalú, jump y otros ritmos entraban en la fusión del artista.

Fuentes. 

Recomendamos la serie de programas sobre la Feria por César Pagano en Javeriana Estéreo. Asimismo, The City of Musical Memory: Salsa, Record Grooves, and Popular Culture in Cali, Colombia, por Lise Waxer.
 

lunes, 8 de mayo de 2017

Our Latin Thing: Roberto Pla y la salsa inglesa

Quizá la única razón para que el nombre de Roberto Pla (1947) sea desconocido en Colombia es su largo exilio europeo. Quizá también porque esta no es tierra de timbaleros: prueben a recordar uno...


Casi cuarenta años en el Reino Unido lo acreditan como el padrino
de la música latina en esas latitudes. Foto: www.expressnews.uk.com

La percusión lo fascinó desde pequeño. Cuenta que una vez, estando en cama con fiebre, oyó pasar una banda militar y, sin pensarlo dos veces, echó a andar tras ellos, como si de una conga se tratara.
Se inició en la percusión bajo la tutela de Pompilio Rodríguez (baterista de Pacho Galán y creador de la célula rítmica del merecumbé). En 1964, dejó a su natal Barranquilla por Bogotá. Inició estudios musicales en la Universidad Nacional. De cuyas aulas lo sacó una inesperada oferta de Juan Carlos Cuao. El baterista de Lucho Bermúdez, pensando abandonar la orquesta, quería cederle la prestigiosa butaca al amigo del barrio Santa Fe. La audición tuvo lugar en el club Candilejas (del propio Lucho y Óscar Golden: calle 57 entre 13 y Caracas). Pla apenas vino a creerlo cuando le estaban tomando las medidas para el uniforme...


Mientras fue miembro de la orquesta,
se grabaron clásicos como Colombia, tierra querida.

La década de 1968-78 la pasó en la orquesta de Lucho Bermúdez, encargado de la batería. Con dicha institución grabó y recorrió el mundo. Cuando creyó cerrado su ciclo, marchó a Nueva York en 1979. Allí se estrenó con La Tradición. No por mucho, al parecer, pues su esposa inglesa lo esperaba allende el mar.

Profeta en otra tierra.

Cumbia Dominique

En Londres, 2012, celebró los primeros 25 años de su Roberto Pla Ensemble. Allí se ha hecho un nombre: en un estudio sobre la escena salsera londinense de la década de 1990, se le menciona como una de las tres bigbands de gran calidad, junto con La clave y Tumbaíto. El caso de la salsa (música latina, en general) en Europa nos es poco conocido, pero su auge se remonta a la década mencionada y comprende no solo la escucha, sino también el complemento del aprendizaje del baile. Es más: la escena salsera londinense comenzó a formarse gracias a la inmigración de latinos, principalmente colombianos, en las décadas de 1970 y 80. 


Foto: www.expressnews.uk.com

Llegado a la isla, tuvo que conformarse con un trabajo fabril hasta que pudo vincularse a la orquesta Cayenne en 1981 (fundada en 1979). Recuerda que no tenía amigos en Londres, hasta que un día comenzó a tocar maracas.
En 1982, junto con Stan Rivera y Dave Pattman, formó la primera orquesta salsera londinense, que primero se llamó Valdez y luego Sonido de Londres. Afines de 1987 principia su propio proyecto, el Latin Ensemble. La ya citada Cumbia Dominique se grabó en 1990, con la colaboración de Chucho Valdés. Con su banda ha respaldado a varios músicos: a su paisano Rodolfo Pacheco (88), Patato Valdez (89) y Adalberto Santigo (94); Salsa Legends UK, con Alfredo Rodríguez y Justo Almario; Sidestepper, al poco tiempo de fundado (98).  Pla ha trabajado para otros artistas locales como Robert Beaujolais y Alex Wilson. 
Esto en el campo latino; fuera de él, la lista es larga: grabó con The Cure The 13th (96), tema que divide a los seguidores de la banda, sorprendió a la crítica y no se ha interpretado desde entonces. Antes, con Boney M (82); Slim Gaillard (87) y Motorhead (88).
Por su aporte cultural, ha merecido dos veces el premio LUKAS: Concierto del año, 2014; por su trayectoria, 2012.

Fania es, por supuesto, parte del repertorio de la salsa londinense.


Luego de este apunte biográfico, la música. Aquí, descargando con Justo Almario en Imitations, de Mario Bauzá. 

Mi tierra natal
Pla gozá 
En la calle (versión de On Green Dolphin Street)
Colombianissimo n. 3 
Finlandson 
Portugal 
Loco de amarte 
Tribute to Tito Rodríguez

Del Facebook del músico.


Bibliográficamente, recomendamos Latin lovers: salsa musicians and their audience in London, por Vincenzo Perna. Donald's Encyclopedia of Popular Music Salsa colombiana cura a The Cure