martes, 14 de marzo de 2023

Lolita de la Colina: romántica y bailable

Para quienes pensábamos que los grandes compositores de la salsa eran Tite Curet, Rubén Blades y Ómar Alfanno, es una grata sorpresa la figura de Lolita de la Colina, una mejicana dueña de su propia obra como intérprete y autora de uno de los clásicos de la salsa romántica: La noche más linda (1989), vocalizada por Adalberto Santiago. Otra voz masculina, Tito Rojas, le grabó Señora de madrugada (1993). Una canción poco conocida de Cano Estremera también es de su autoría: A mí (1989). Poco divulgado asimismo es el número Un cuarto de hotel, de Frankie Hernández.


La composición de Lolita va muy bien en un elepé titulado Sex Symbol.


Una tampiqueña precoz, como que consiguió que su primera composición se la grabara Olga Guillot, Qué manera de querer (1959). Otra gran intérprete de su obra fue La Lupe, quien le grabó Cualquiera, Todo aquel, Por accidente y La Lupe se ha enamorado. Hallamos también un curioso merengue, cantado por Rolando La Serie: Después te explico. Un bolero, vocalizado por Alci Acosta: Quiero volver a ser tu amante. En este punto, aportó al repertorio de Tito Rodríguez la pieza Voy a inventar (1973). La voz femenina de Blanca Rosa Gil le registró Camas gemelas (1974). Fabby y su Silueta le grabó Ave, María (1993). 


Poco convencional en entrevistas, letras y atuendo personal,
Lolita es lo que debe ser un artista: singular.


Curro Vargas, con el Combo la Revelación de Monchy Lucca, vocalizó Ya no regreso contigo (versión de Lupita D'Alessio). El Conjunto Son 14 le grabó el bolero Dos amores (1987). Llama la atención, por su forma de guaguancó, la interpretación del Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino de Se me olvidó que te olvidé (1976).


Haciendo honor a su nombre, el Experimental Nuevayorquino
hizo un guagancó sobre la letra romántica de Lolita.


Asegura Lolita que todo lo que ha escrito es autobiográfico, que ha vivido mucho y solo ha requerido pasarlo al papel pautado. Fue censurada en Méjico, por lo que exploró otras plazas, como Puerto Rico, donde su obra llamó la atención de los artistas del género bailable. Todo esto lo cuenta José Arteaga, en La hora faniática