viernes, 22 de mayo de 2020

Tiburones en el Caribe: la canción política de Rubén Blades


La obra de Rubén Blades da para varios capítulos de crónica o, en este caso, para varias entradas de un blog. Una de sus joyas, acaso opacada por otras más populares, es Tiburón, aparecida en Canciones del solar de los aburridos (1981), título cuya factura es indudablemente del panameño.

Época feliz en que ambos daban palo al Tiburón:
luego Colón ha dado palo a Blades por varios motivos.

Tiburón es una metáfora del imperialismo yanqui en el Caribe y, siendo el primer corte del disco, hizo que el trabajo no sonara mucho en la radio de Nueva York[1]. Según el propio compositor, es la canción que más problemas le ha traído, haciéndolo sospechoso de comunismo y enemistándolo con la comunidad cubana de Miami[2]. El álbum, sin embargo, no quedó enteramente censurado, como lo sugiere su nominación al Grammy de 1983, en la categoría Mejor grabación latina[3].
La grabación del elepé ocurrió en junio y julio de 1981, en Nueva York[4]. El tiburón seguía rondando las playas del Caribe, pues Juan Formell lo registró, con Los Van Van, en su canción Qué palo es ese, del álbum Qué pista (1983).


Palo son es la etiqueta que lleva la canción de Formell.


Un verso de Blades dice "pa que no se coma nuestra hermana El Salvador", que andaba en los principios de una guerra civil y cuyo Gobierno contó con el apoyo de los Estados Unidos. Formell no es menos explícito cuando advierte: "mi palo, palo pa que aprenda a respetar a El Salvador".

Mas la metáfora no es propia de ninguno de los dos citados genios musicales, sino más bien de un doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, Juan José Arévalo, presidente de Guatemala (1945-51), que denunció el problema en su Fábula del tiburón y las sardinas: América latina estrangulada (1956).

Ñapa: en 2003, el argentino Vicentico nos sorprendió con su versión de Los caminos de la vida, mientras que poco o nada se dijo de su Tiburón. 



[1] Fania. Canciones del solar de los aburridos. En línea.
[2] Canciones del Solar de los Aburridos de Willie Colón y Rubén Blades, en La Hora Faniática con José Arteaga. Radio Gladys Palmera. En línea.
[3] Wikipedia, Anexo: Premio Grammy a la mejor grabación latina. En línea.
[4] Discogs. Canciones del solar de los aburridos. En línea.

lunes, 11 de mayo de 2020

Música y literatura en la obra de Rubén Blades


El aporte de Rubén Blades a la música latina puede resumirse con una frase que le gusta usar: cuando entró al negocio, la salsa estaba dirigida exclusivamente a la planta de los pies. Era música de evasión, entretenimiento puro. El compositor panameño se interesaba por temas más complejos y, afortunadamente, terminó abriendo el espacio a personajes y problemas que el público ha hecho suyos.

Por ello no extraña que en las entrevistas el tema literario esté presente. Cuenta Blades que un problema recurrente en sus conversaciones con García Márquez era, precisamente, si la literatura tenía cabida en la salsa. Como no llegaban a nada, el compositor le dijo un día a su interlocutor que tenía la manera de zanjar la controversia: escribiría un cuento corto, lo grabaría y publicaría en un disco.

Un disco muy bueno con el que no pasó nada:
Blades escribió nueve de diez canciones, en un estreno musical envidiable.


¿Música o literatura?

Esta es la historia resumida de GDBD. Para el reseñista del portal Allmusic, se trata de una “a cappella rhumba”, parte de un álbum, el primero con Seis del Solar, que significaba la ruptura definitiva de Blades con el mainstream.

Blades ha dado más detalles sobre esta rareza*: que, como era un cuento, no podía tener arreglo musical y que la melodía sería inventada, que se haría en una toma, sin retoques o ediciones. Cuenta que la idea musical la encontró de la manera más extraña: un ruido continuo, proveniente de una estación del metro de Nueva York, que resultó ser la escultura sonora del artista Max Neuhaus[1]. Este ruido le dio el tono para su voz y, con un registro en su grabadora, procedió el estudio a grabar el cuento.
Esta historia multimedia es muy interesante, pero no deja de plantear preguntas. No respecto al dilema inicial de si salsa y literatura son compatibles, sino sobre la naturaleza de GDBD: ¿es una canción o una declamación? El punto es este: estamos de acuerdo en que Pedro Navaja está entre las canciones de mayor complejidad literaria de la salsa y que es una canción, que cualquier aficionado puede bailar y tararear. ¿Pasa lo mismo con GDBD?
Ahora bien, la anécdota de la escultura sonora, de donde saca un loop, vale para la historia artística de Blades, pero lo que el oído profano capta es alguna especie de fondo de percusión de rumba, como lo oyó el reseñista de Allmusic.

*Este es el cuento, como lo cuenta Blades, en una entrevista (a partir de 9:30).


Decisiones, el tema más comercial del álbum, es otra de las cumbres de Blades.

Un músico profesional y corresponsal opina lo siguiente:

Eso en música clásica u operática se llama recitativo. Pero aun en ese formato, tiene melodía. Schönberg, un compositor que planteó otro sistema musical, lo llamaba Sprechgesang (se puede traducir como habla cantada). En el ejemplo de Blades, yo diría que hay que salirse del marco de la clasificación tradicional porque el fenómeno la rebasa. Luego habría que llamarla recitativo melódico o habla cantada. También tendría similitud con la poesía no rimada.
Como lo de Blades es tan singular, pues no hizo carrera en la salsa. Sin embargo, su similitud con La zafra y con algunos temas de santería, o basados en en ella que usan el recurso como introducción para un tema o canción propiamente dicha, puede inferirse. 



[1] Se le conoce como Time Square y sigue sonando todo el día en Nueva York.