La primera vez que Eddie Palmieri fue a Colombia, el
empresario artístico Larry Landa quiso que iniciara su gira en el puerto de
Buenaventura, como un reconocimiento al lugar por donde entró la Salsa a
Colombia. Eddie llegó con su orquesta, y no obstante la publicidad previa que
había hecho el empresario a través de la radio y en avisos callejeros, a las
siete de la noche el Coliseo del puerto permanecía desierto. El concierto
estaba programado para las ocho. La verdad es que nadie en Buenaventura creía
que un músico de la dimensión de Eddie Palmieri podía estar en realidad ahí, y
esta incredulidad era la que había detenido a la gente en sus casas. En los
bajíos, por las casas lacustres de los pescadores, corría el mito de que
Palmieri tocaba en “un piano de oro con teclas de marfil”. Le dije a Larry que
lo más conveniente sería ir hasta el cuartel de bomberos, y pedir prestada una
máquina para exhibir a la orquesta por toda la ciudad, con sirena de incendio
incluida. La idea prendió inmediatamente, y los bomberos fueron solícitos en
esta petición. En pocos minutos vimos a Palmieri paseando como un Rey con toda
su corte, saludando desde la parte de arriba la máquina. En segundos se armó un
tropel de gentes que corrían detrás con el deseo de comprobar que sí, en
realidad se trataba del pianista excelso que había llegado directamente de
Nueva York; había llegado a apagar el fuego de la incredulidad, y a encender el
de la alegría. Junto a él, Chocolate Armenteros levantaba una trompeta y
también Ismael Quintana se brindaba al saludo de los porteños. En sólo una
hora, el coliseo estuvo a reventar*.
domingo, 31 de agosto de 2025
Canto a Palmieri, in memoriam
domingo, 17 de agosto de 2025
Lalo Schifrin por la vereda tropical
Debe de ser el tercer argentino que transita orgullosamente por este espacio (Leo Marini y el Negro Mora le anteceden). Lalo Schifrin (1932-2025) ya pasó a la historia como compositor de una emblemática pieza para el cine, lo cual no nos puede apartar de la parte latina de su obra, menos conocida. Comenzó a estudiar piano a los cinco años, con Enrique Barenboim. En su adolescencia, el jazz lo deslumbró al escuchar discos que traían sus compañeros del Colegio Nacional de Buenos Aires. Escuchar a Louis Armstrong, Fats Waller, Charlie Parker y Dizzy Gillespie significó para él «una conversión religiosa... fue el camino a Damasco».
A los 22 años, obtuvo una beca para el Conservatorio de París. Estudiaba con los compositores Olivier Messiaen y Charles Koechlin durante el día, tocaba jazz en clubes parisinos por la noche y también escribía arreglos musicales para sellos discográficos. No fue el estudiante latino pobre en París: sus ingresos le permitieron alquilar su propio apartamento en lugar de vivir en residencias de estudiantes.
Vuelto a Buenos Aires en 1956, fue invitado a formar una big band de jazz para radio y televisión. Luego de un concierto de Gillespie y la banda del Departamento de Estado en la embajada estadounidense, actuó con su propia orquesta en una cena en honor al famoso trompetista. Antes que tomara del todo su camino a Damasco, debe mencionarse su colaboración breve con Cugat: Cumaná (Barclay Allen). El binomio registró dos obras en 1959: Cha cha cha of the Hours y Rock moruno [Catalog of Copyright Entries: Third series, 1959].
Gillespie lo invita al norte y terminó trabajando como su pianista por tres años y escribiéndole las suites Gillespiana (1961) y The New Continent (1962). De la primera se pueden citar Panamericana y Toccata. La percusión latino estuvo en manos de Cándido Camero, Jack del Río y Willie Rodríguez. Es la época de la bossa nova y Schifrin, como latino, no podía desaprovecharla: Desafinado (Jobim-Mendonca), Insensatez (Jobim-Moraes), Chora tua tristeza (Castro-Fiorini), Chega de saudade (Jobim-Moraes), pero también menos conocidas como Apito no samba (Antonio-Bandeira). De su cosecha son, entre otras, The Wave y Lalo's bossa nova. Tampoco queda por fuera el maestro Villa-Lobos, con sus Bachianas brasileras n. 5.
Ya en el plano de arreglista y director, le metió mano a todo, incluyendo The Peanut Vendor (Simons-Sunshine-Gilbert) y El Salón México (Copland). A estas alturas, ya se había mudado a Los Ángeles con Donna, su esposa, para trabajar en la industria cinematográfica. Con el trompetista Al Hirt nos presenta los consagrados Frenesí (A. Domínguez), Angelitos negros (Maciste-Blanco), Taboo (Lecuona-Russell) y un Sabor a mí, titulado en inglés Be true To Me.
Schifrin se prodigaba en los estudios apareciendo en proyectos raros como La Clave, de Benny Velarde: “Me presenté, me pusieron la música delante, hice lo mío y listo. Fue muy sencillo”. Lo suyo fue Latin Slide y Cocoa Leaf; junto al cóver Soul Sauce (Gillespie).
En 1992, inicia la serie Jazz Meets The Symphony, con referencias al blues, Ellington y Gillespie. En 1996, volvió a montar Gillespiana con la orquesta WDR, de Alemania, junto con Jon Faddis en la trompeta y David Sánchez en el saxofón. El espectáculo se registró en audio y video.
Bonus track. Schifrin, haciendo su versión de otro gran compositor de bandas sonoras, John Williams: Jaws.
Sobre el primitivo purismo musical de Schifrin y la utilización comercial del término "latino", Músicos en tránsito: La globalización de la música popular argentina: del Gato Barbieri a Piazzolla, Mercedes Sosa y Santaolalla, por Matthew Karush.
La discografía schifriniana, comentada por Douglas Payne.
*Hemos tomado los datos biográficos del obituario que le dedicó The Guardian.
jueves, 26 de junio de 2025
Canto a Ebioso, del folclor al jazz latino
Electrizante es el primer adjetivo que viene a la mente al escuchar Thunder Drum, de Avishai Cohen y Abraham Rodríguez. Serendípicamente, oímos el mismo texto yoruba (suponemos) en un corte del Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino, mejor identificado como Canto Ebioso, al pie del sospechoso (D. R.). Con todo, la información permite acopiar nuevos datos.
En las notas del elepé Viejos cantos afrocubanos, vol. I (Areito LD 3325), por María Teresa Linares, hallamos que los folcloristas recogieron muestras de San Luis, Provincia de Oriente; Placetas, en Las Villas; Pedro Betancourt, en Matanzas; Guanabacoa y Nueva Paz, en La Habana (copiamos la división territorial del disco). De la propia capital, tomaron dos cantos araraes acompañados de palmadas. Uno de ellos, a Ebioso. La obra está descrita así:
Ebioso es otra deidad arará que se sincretiza en Cuba con la católica santa Bárbara y la deidad yoruba Changó. Está ejecutado, como todos los cantos de origen afroide, por un solista que alterna con un coro donde se lleva un ritmo con palmadas.
Tal es la base folclórica de la obra, que fue transitando a la música popular añadiendo instrumentación afrocubana. Veamos, entonces, algunas versiones:
Los Folkloristas, Canto a Ebioso
Field Musicians, Canto a Ebioso
Finalmente, una versión con letra.
miércoles, 25 de junio de 2025
Gonzalo Fernández y su flauta
Dos descubrimientos musicales simultáneos: la Súper Típica de Pancho Cristal y la dirección musical de Gonzalo Fernández.
El cuento lo cuenta Cristal en las notas del álbum de 1976. Dos décadas atrás, Cristal armó su primera orquesta cubana en NY, bajo la batuta de Gilberto Valdés y Antar Dali. La agrupación tocaba en el hotel Belvedere y en el Ateneo Cubano. Cristal ya estaba cuando la fiebre de las charangas en el Palladium: Pacheco, Barretto y Palmieri. Se acabó el Palladium, pero el sonido de las típicas siguió en el ambiente y entonces (cuando escribe Cristal) había unas diez agrupaciones de dicho formato. Ahí se le ocurre hacer lo que había hecho Pacheco con Fania: una selección de músicos para grabación. Todo cuajó cuando Pupi Legarreta llevó a Fernández a las oficinas de Cristal. Gonzalo Fernández era nativo de Las Villas (Cuba) y había recorrido la ruta de los exiliados: Méjico y Europa, pero también África, para venir a medirse a la plaza donde estaban los durísimos, los "comecandela". Fernández supo abrirse camino en la Gran Ciudad. Don Gonzalo hizo todos los arreglos, excepto los de Recuerdos de Borinquen, a cargo de Paquito Pastor.
Bajo su dirección estuvieron: Chombo Silva, Pupi Legarreta, Eddie Drennon, Carlos Quian, Alfredo de la Fe, Aurelio Parada, George Brown, Noel DaCosta, Jonathan Abramowitz, Abraham Norman, Gail Clay, Lewis Kahn, Pat Dixon, Nina Simone, Carl Ector, Deena Leff, Juan Vivar, David Pérez y Víctor Venegas, sección de cuerdas. Rolando Valdés y Oswaldo Martínez, güiro; Gil Suárez y Elio Osacar (Sonny Bravo), piano; Cándido Camero y Nelson González, tres; Orestes Vilató y Nicky Marrero, timbales; Julito Collazo, Julián Cabrera y Patato Valdés, tumbadora; don Gonzalo, flauta; Roberto Torres, Víctor Velázquez, Vicente Consuegra, Chico Álvarez, Willy el Baby, Adalberto Santiago, Raúl Alfonso, Roberto Rodríguez y Ronnie Baro, voces.
José Arteaga se topó a don Gonzalo en 2016. Lo había oído antes en Picunina (Carlos Zulueta), Estoy a mil (Legarreta), Lo saen (Carlos Valdez) y Cara de Llanta (Yoyo Bastidas). La investigación de Arteaga lo pone a nacer en Sagua la Grande, 1930. Según cuenta Legarreta ,lo recomendó para la América, de Ninón Mondéjar. Luego se fue a París. Se quedó allí, más bien: Fernández sería uno de los primeros desertores de la Revolución, ese verano de 1959. París pintaba mejor que La Habana y don Gonzalo aprovechó la demanda, trabajando incluso con un grupo de origen colombiano, Los Merecumbé Boys. Dirigió la orquesta Keur Samba en la película Les ennemies (1962: hacen Vaya pa ti en 17:05).
jueves, 22 de mayo de 2025
El sabor de Nacho Sanabria
One-hit wonder es una categoría musical para definir el artista que se recuerda por un gran éxito y prácticamente desaparece del radar... por lo menos de las emisoras musicales. Algo así podría caber con el desaparecido Nacho Sanabria, artista cuyo catálogo se agotaba en tres o cuatro canciones. Sea ocasión esta para revisar su obra y completar el cuadro de este interesante artista.
El hombre de Cataño estaba próximo al centenario (1929). Su vida siempre fue cercana a la música, pero su carrera principió en Nueva York, como veterano de Corea y participando en las grandes orquestas. En 1965, se le presentó la oportunidad de remplazar a la Lupe en la orquesta de Mongo Santamaría, quien le grabó su composición Mantequero (versión de Cheo Feliciano). En ese álbum, El Bravo, también cantó Olé guajira y Lucky Mambo. Siguió colaborando con grandes como Cortijo, hasta que dio el paso definitivo de fundar su propia orquesta, El Sabor de Nacho.
Vuelto a Puerto Rico, contó con la colaboración en los arreglos de Bobby Valentín y las composiciones de Curet Alonso*. Cuatro obras suyas en el primer disco: Alma primitiva, Tiempo de ayer, Oro que brilla y Los buena gente. El éxito fue inmediato en Puerto Rico y Nueva York, según recordaba el propio Nacho. El segundo volumen de Nacho trae Mambo batiri (Antar Daly), Sabor (Henny Álvarez), la guaracha La muerte llegó (D.R.). Varios boleros, entre ellos uno de Curet Alonso que interpreta una mujer: Tan solo Dios. Bobby Valentín aportó la composición El tapón. En el tercer long-playing, Sanabria se hace eco de los éxitos de la balada: Amada amante, de Roberto y Erasmo Carlos, convertida en un bolero cha. Allí mismo están Trompo de juguete (P. Rigual, que ya había hecho Nelson Pinedo y la orquesta Sensación), La ruñidera y Romance guajiro (Celia Romero), el cásico de Portabales.
Un número olvidado, es decir, recordado en la versión de Roberto Roena, Que se sepa, interesante asimismo en la de Sanabria. Siempre números cubanos, recordando tal vez la época de Mongo: El jamaiquino. Es constante el agradecimiento de Sanabria al público colombiano, por lo que no sorprende encontrarse una versión del popular Pachito Eché (A. Tovar). Recomendable Los guajiros son (Carlos Estrada), el bolero Señora, de tono moralista.
En el trabajo Su estilo y sus hijos (es difícil diferenciar en la foto quién es quién), vienen dos infaltables de su repertorio: Sansón Batalla (A. Daly) y Consuélate como yo (Gonzalo Ascencio Hernández: versión Celeste Mendoza). El bolero Dios me libre (Víctor Cordero: versión de Amalia Mendoza) En esa misma onda, la Rumba moderna (Justi Barreto). Otro acierto de Nacho fue su versión de la obra de Eduardo Sánchez de Fuentes, Pensamiento (versiones: Tito Gómez, Olga Guillot). Auténtica rareza: Con alma, de Gillespie.
En Return (1980), hallamos un compositor que echábamos de menos: Johnny Ortiz con su nostálgico Te añoro, Bardo puertorriqueño y María Matimbe. El bolero Privilegio (Gilberto Moreno) y el popular Canta fañoso (Sanabria). Llaman la atención las bombas No hablen de las mujeres (DR) y ¡Viva Loíza Aldea! (Raúl Marrero); así como un bolero de tema llamativo, ¿Extranjero por qué? (Tito Zubiaga); el bolero cha La cerveza (Luis Demetrio: versión Orquesta América del 55), ¡Díselo a él! (Raúl Díaz), Por la radio (Mario de Jesús), Un mundo raro (JA Jiménez), Sola y triste (Armando Valdespí: versión Lino Borges).
Cerramos con piezas de Sanabria dedicadas al país que lo acogió ampliamente: Colombiana (Epifanio Aguilar) y Pa Colombia (Sanabria).
*Sanabria afirma en varias entrevistas que en esta época Tite Curet no era conocido. Sin embargo, ya se había estrenado con Efectivamente, por Joe Quijano y el Cachana, en 1965; La tirana y Busamba, con la Lupe, en 1968. La discografía de Nacho principia en 1970.
lunes, 21 de abril de 2025
Rubby Pérez, en lo más alto
Rubby Pérez fue un artista latino, caribe para ser más precisos: logró que lo tocaran en la radio en el mes del artista venezolano, sacó un merengue de una cumbia colombiana y la pegó en carnavales; para rematar, dejó por ahí una versión del bolero Cenizas, de Wello Rivas.
sábado, 5 de abril de 2025
Paulito FG con etiqueta
Registramos la desaparición de uno de los artistas más queridos por los cubanos, menos conocidos para nosotros y motivo suficiente para investigar su obra.
Primero su nombre artístico: Paulito o Pablito, últimamente Paulo FG, correspondiente al de pila Pablo Fernández Gallo, del barrio de Marianao. Podemos empezar a valorarlo a partir de una controversia de soneros, en el programa Mi Salsa. Al lado del ya consagrado Cándido Fabré, aparece un jovencito, notoriamente distinto de sus compañeros de tarima, a quien comienzan a picar por pepillo, es decir, por joven guapo y elegante. Paulito FG, aunque azorado, no lo hace mal, teniendo en cuenta el tamaño de sus contendores: Improvisación de soneros - Mi Salsa. Ya que dijimos Fabré, nos vienen a la memoria dos alusiones suyas, antes oscuras y ahora muy claras, en su canción La Habana quiere guarachar contigo:
En La Habana sigue en pie Paulito el Sofocador,
arriba del cachumbambé, con todo bajo control.
Para andar La Habana, hay que ser especulador:
el que no especula, en La Habana, no tiene sabor.
Todo tiene que ver con el personaje, conocido por sus temas La especulación de La Habana*, Sofocación y Cuidao en el cachumbambé**.
Salsa cubana.
Interesa resaltar que, tratándose del artista, se usa sin mucho escrúpulo el término 'salsero'. Más allá de la conocida polémica por tal denominación, vale la pena destacar la afirmación de un estudioso: la salsa cubana habría iniciado por la buena impresión que causó Óscar de León en su concierto de Varadero, en 1983. El venezolano hizo lo que quiso con los temas tradicionales de la Isla y mostró un camino, una oportunidad para las propuestas de los músicos antillanos. Entonces nació, por ejemplo, Adalberto y su Son. La experimentación vendría a fraguar, ya en la década de 1990, lo que se conoció como timba***.
Entre los homenajes que se le han tributado, tenemos La especulación de La Habana, por el Diario de Cuba.
*Indica Tania Quintero que 'especular' aquí se debe entender como 'alardear', 'ostentar'.
**El sentido de los versos de Fabré y del título de FG queda claro sabiendo que 'cachumbambé' es, en Cuba, "especie de balancín que se usa para entretenimiento infantil". RAE, DLE.
***Armando Ledón Sánchez. La música popular en Cuba.
Óscar de León en Varadero, 1983: hasta donde alcance el cable
Con su llegada al a Isla, en 1983, Óscar de León estaba cumpliendo una cita obligada con esa tierra cuyo repertorio ya había versionado. Ya con la Dimensión Latina había hecho números cubanos*: la guaracha Tatalibabá, del sagüero Florencio Santana, el popular Pícolo, conocida de todos en la versión de Celia Cruz y la Sonora Matancera. Otro ejemplo sería Cienfuegos, que ya había hecho Monguito con la orquesta de Larry Harlow y que también Ibrahím Ferrer grabó con el Buena Vista Social Club como Cienfuegos tiene su guaguancó (Víctor Lay).
Asimismo con La Crítica vocalizó números cubanos como Monta mi caballo (Matamoros) y Rumba, rumbero (M. Valdez)**. La misma tónica conservó con su Salsa Mayor, registrando en el acetato ¿Y tú qué has hecho? (Eusebio Delfín) y ¡Retorna, vida mía! (Sindo Garay), junto con El manisero (M. Simons) y Mata siguaraya (L. Frías). Así podríamos seguir citando lo cubano en su discografía, elemento bien significativo.
Mas lo importante es llegar a la consagración de Varadero.
Los involucrados son Pedro Orlando Rodríguez, agente musical de Cubartista; Alberto Quintero, productor venezolano relacionado con Cuba y Lil Rodríguez, periodista invitada por el Gobierno de la Isla a cubrir el festival de Varadero. Cuenta la reportera que la recepción en el aeropuerto fue multitudinaria, con cámaras de televisión y todo.
El festival de Varadero había iniciado el 24 de noviembre de 1983; a Óscar le correspondió el turno del día 26. El sonero venezolano no se conformaba con evolucionar por el escenario: también quería meterse entre el público y de ahí resultó el famoso "¡Dame cable!".
El repertorio fue de conocidas piezas de Cuba. Llama la atención un número, Esa mujer***, porque al parecer se lo aprendió para esa ocasión y porque deliberadamente le cambió el autor: afirmó que era de Pedro Orlando, pero en realidad lo escribió uno de los Barbudos, Juan Almeida Bosque (1927-2009), prolífico compositor de piezas como La Lupe (Guadalupe), en la voz de Amelita Frades y varias obras que le interpretó Pacho Alonso, entre ellas Déjame mirarte, y No pareces igual, o la de Pachito Alonso Xiomara quiere un retrato.
El titular del diario Granma resume perfectamente la jornada: "Vino a bailar a casa del trompo, y bailó"****. La audición del concierto parece estar dividida en dos partes: la parte que va de Melao de caña hasta Mata siguaraya y la parte que hace con Barbarito Diez.
La presentación del venezolano motivó muchos talentos de la Isla, entre ellos el jovencito Reinerio Ruiz Santiago, más conocido por Rey Ruiz.
*O al revés, de un cubano a Venezuela: Puerto de la Cruz, de Tata Guerra en asocio con Víctor Mendoza.
**Larry Machado cantó Ya se peinó María (Pablo Cairo), clásico de las épocas de Daniel Santos con la Matancera.
***El número llegó a figurar en el variado El rumbón del año (Perú, 1984) y en El disco del año (Ecuador, 1984).
****Rafael Muñoz. Un concierto para recordar. El Vigía de Cuba.
lunes, 10 de marzo de 2025
Roberto Ledesma, centenario
El pasado año 2024 se cumplieron dos centenarios en la música latina: un instrumentista y un cantante alcanzaron esa redonda cifra y han seguido, al parecer con buena salud. Willie Rosario, el timbalero puertorriqueño, y Roberto Ledesma, el cantante cubano que será tema de este homenaje. Ledesma nació el veinticuatro de junio de 1924, en La Habana, e hizo la mayor parte de su carrera fuera de la Isla. Veamos su trayectoria, a partir de sus propios recuerdos [John Cerón - El Tiempo]:
Yo tocaba la clave y bailaba, esto hacía que él siempre me tuviera presente en sus eventos. Empecé cantando en los coros de la iglesia y el colegio. En el barrio junto a Óscar González y José Antonio Méndez formamos un trío. Alegrábamos las reuniones y la gente ya nos trataba como profesionales. Grabamos en la emisora La Loma del Mazo en Cuba y nos pagaron 10 centavos.
Quedé huérfano de padre a los diecisiete años y tuve que responder por mis hermanos. Aunque era el segundo, siempre llevé la custodia, ya que era muy decidido. Recuerdo que el ciclón de 1944 tumbó la casa: quedamos sin dinero, sin ropa, en la calle. Gracias a los vecinos que eran como nuestros parientes nos levantamos hasta que yo me hice electricista, mecánico y plomero; sin embargo, nunca fui profesional: tenía que trabajar y salir adelante como lo hice con la música.
El huracán de 1944 fue una emergencia que se presentó los días 17 y 18 de octubre [Delfín Xiqués Cutiño, Granma - Ochenta años del terrible huracán de 1944].
"Entre las nueve y las once de la mañana del día 18 de octubre, La Habana sufrió los vientos más fuertes del huracán, con rachas estimadas de 200 a 240 km/h. Incluso, durante alrededor de 75 minutos se mantuvieron por encima de los 224 km/h, mientras vientos sostenidos en el orden de los 90 km/h, persistieron a lo largo de 18 horas, de acuerdo con un estudio posterior realizado por los meteorólogos cubanos José Carlos Millás y Roberto Ortiz. Según informes oficiales, al paso del fortísimo huracán hubo que lamentar la muerte de 319 personas, en tanto los daños materiales fueron cuantiosos y ascendieron a unos 40 millones de pesos de la época".
Semejantes catástrofes no pasaban inadvertidas a la pluma de don Miguel Matamoros, sobreviviente de una y que nos dejó El Trío y el ciclón [grabado el 24-2-1931, como cuarteto], con referencia al ciclón San Zenón, una especie de recibimiento de la Naturaleza al gobierno de Rafael Leonidas Trujillo, el tres de septiembre de 1930**.
Volvamos al inicio de la carrera profesional de Ledesma:
A comienzos de los años cincuenta, el compositor cubano José Antonio Méndez me buscó, por petición de los hermanos Ernesto y Eugenio Orta, para que cantara en el Trío Martino. Me gustó la idea y me fui para México.
(...) En esa gira incluimos a Colombia. A la primera ciudad a la que llegamos fue a Medellín; luego siguió Bogotá, allá sentimos un frío de bárbaros. En el hotel pedimos calefacción y nos dijeron que no había; en remplazo nos dieron unas colchas. Cuando me cobijé me dio un sarpullido del calor que levantaban. Allá tocamos en varios lugares, era el año 1952.
Éramos un trío romántico y bailable. En los shows solo teníamos un micrófono para todos, pero hacíamos un escándalo terrible y gracias a ese escándalo el público nos admiraba y decía: ‘¡Qué alegres! y ¡qué bien que suenan!’ Fuimos los primeros en bailar en el escenario. Hoy en día todos lo hacen. Grabamos La gloria eres tú, Nosotros, La fiesta de los ratones.
A propósito del Martino, hay varias curiosidades. La primera, un caso de homonimia que explica así Díaz Ayala [Cuba canta y baila, vol. II]:
Existieron dos tríos Martino: uno compuesto por tres
colombianos de Nariño, Hugo Ordóñez, Luis Criollo y Sixto Insuasty. Posiblemente
las grabaciones Odeón que siguen corresponden a ellos. Y otro Trío Martino de los hermanos Ernesto y
Eugenio Orta, en el que participó un tiempo Roberto Ledesma, al que deben
pertenecer las demás grabaciones (Rico, obra citada, pág. 533).
Entre "las grabaciones que siguen" no están las mencionadas por Ledesma. Falta ver cuánto sabía Rico Salazar de los dos tríos homónimos...***
Lo único familiar es una grabación en la Odeón argentina de Mira que eres linda [Julio Brito: Od-55814], uno de los posteriores éxitos de Ledesma. Veamos qué pasó entonces:.533
Después de ocho años de estar con el Trío Martino, me lancé como solista. Esa decisión se la consulté a mi amigo Pepe Fernández, que en paz descanse. Él era el dueño del restaurante La Barraca, donde yo trabajaba. Le dije: "Yo me quiero hacer un nombre internacionalmente y que la gente me reconozca como Roberto Ledesma". Me respondió: ‘Yo no quiero que te vayas del trío, pero sí tú piensas que vas a triunfar solo y pasando trabajo: ¡hazlo!’. Ahí empezó mi vida como solista. Me quedé en Nueva York y toqué con la agrupación de José Fajardo y estuve en algunas presentaciones con las orquestas más grandes que había en ese momento, la de Tito Puente y Machito; no fue nada fácil abrirme camino.
Arranca pues el Ledesma solista, en los Estados Unidos.
Cuando llegamos a Nueva York, en 1957, caminamos por Broadway y en un local escuchamos y sentimos música rítmica. Era una guaracha bien tocada. Si la memoria no me falla era un miércoles y nos acercamos. La sorpresa fue mayor cuando en el escenario estaban Tito Puente, Machito y Tito Rodríguez. Para entrar pagamos dos dólares. Vimos americanos y judíos bailando. Al Palladium le cabían más de 500 personas.