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lunes, 21 de abril de 2025

Rubby Pérez, en lo más alto

"Lo que me vayan a dar, que me lo den en vida", exige una popular canción. Siendo justo el reclamo, lo cierto es que seguimos cultivando la costumbre del obituario, tanto más cuando la vida de los artistas se cierra de manera abrupta, como acaba de ocurrirle al gran Rubby Pérez. Eso sí: no llamamos 'tragedia' lo que ocurre por sobredosis de negligencia.

En lo más alto del merengue.


En la delantera de la orquesta de Wilfrido Vargas. Foto: Instagram del artista.


Un azar, ese sí trágico, apartó al joven Rubby de una prometedora carrera de pelotero: fue arrollado, junto con otros caminantes, por un conductor que se dio a la fuga. Las múltiples fracturas lo alejaron del deporte y lo condujeron a la música. Repiten los obituarios que se formó en el Conservatorio Nacional de Santo Domingo, donde integró coros, conoció el piano y la guitarra. Parece que sus primeros registros discográficos se produjeron con Los Juveniles de Baní, de Luichy Herrera: La muñeca (A. Jorge*) y Adelita. 

Más testimonios quedan de su paso por Los Hijos del Rey**, orquesta de Wilfrido Vargas donde la estrella era Fernandito Villalona. No es clara la razón de que Rubby cantara números que habían salido en la voz de Raulín Rosendo. Que el lector compare las versiones de No me dejes solo: la grabada de Raulín y la en vivo de Rubby. También en directo, Soñar (Anoche soñé). Sorprende gratamente el tema El merecumbé, aunque no hallemos información sobre su procedencia. De las pasadas horas, composición de Confesor Rosario. Una especie de dueto con Villalona, haciendo el tema y Rubby las inspiraciones: Pato robao, la popular obra de don Fernando Echavarría.
Entonces se produce el batazo de El africano (Calixto Ochoa). Según recuerda el protagonista, estando en Barranquilla oyeron la canción que estaba pegada en carnavales. El instinto u olfato de Wilfrido Vargas dispuso todo para una grabación relámpago. El público correspondió como debía a la versión de Rubby Pérez. Éxito y ruptura se desencadenan en seguida. Alcanza a registrarse otro clásico, debido ahora a la visión del productor Bienvenido Rodríguez, que trajo la idea de grabar Volveré (Ignacio Román - Paco Cepero), del español Chiquetete.


Una excentricidad de Wilfrido, con arreglo de Dioni
Fernández y la interpretación de Rubby.



En solitario, y según la entrevista que dio a Junior Cabrera, deben tenerse en cuenta: El perro ajeno (Ramón Orlando), Tú vas a volar (Luis Egurrola: versión de Los Diablitos), Sobreviviré, Locamente enamorado (JC Centeno: versión Binomio de Oro de América), Fiesta para dos (Víctor Víctor), Amor de hembra (Rento Arias) y Buscando tus besos (José Luis Porras).

Pueden añadirse: Cuando estés con él (Moncada-Cepero), Cobarde, cobarde (Román-Cepero: versión Andy Montañez), ¡Saca la mano, Antonio! (Blas Eduardo), Enamorado de ella (José Cabezas-José Porras) y una de título algo extraño: Ella me vivía (Luis Díaz).


La genialidad, en este caso, se debió a Bienvenido Rodríguez,
dueño de Karen Records, y al gran Ramón Orlando.


Rubby Pérez fue un artista latino, caribe para ser más precisos: logró que lo tocaran en la radio en el mes del artista venezolano, sacó un merengue de una cumbia colombiana y la pegó en carnavales; para rematar, dejó por ahí una versión del bolero Cenizas, de Wello Rivas.


*Eladio Romero Santos la grabó, en 1970: un merengue con guitarra.
**Grupo que grababa composiciones de Tite Curet: Un brindis por Juan Lockward y Olé, olé; Boca Chica, en la voz de Sergio Hernández; Yo me dominicanizo, por el arubeño Robert Jeand'or. 

martes, 26 de diciembre de 2023

Alberto Beltrán, centenario

¡Dominicanícese! era el grito de batalla del gran cantante de Palo Blanco (La Romana), nacido el cinco de mayo de 1923.

Profeta en Cuba

En una entrevista para El Tiempo, Beltrán contó cómo se vinculó a la Matancera:

En el año 1954 regresé a La Habana para hacer una serie de presentaciones. En una de ellas, en Radio Mambí, fui sorprendido por el director del conjunto, Rogelio Martínez, quien me propuso que ingresara a su agrupación. Recuerdo que Rogelio me dijo: Oye chico, tú tienes clase y te identificas con nosotros. Vamos a grabar*. 

¡Dominicanícese!, con Alberto Beltrán. Detalle de la
carátula de un elepé de Quisqueya Records.



Tres sesiones bastaron para que Beltrán se consagrara con la Sonora Matancera, dos el día dieciséis, de septiembre y de noviembre de 1954: en la primera, vocalizó Ignoro tu existencia (R. P. de la Mota) y Aunque me cueste la vida (L. Kalaff); en la segunda, Todo me gusta de ti (Cuto Estévez), El negrito del batey (M. Guzmán), El diecinueve (Radhamés Reyes) y Enamorado (Pepe Balcácer). El dieciocho de enero de 1955, dejó la respuesta a una pieza grabada: Contestación a Aunque me cueste la vida, dueto con Celia Cruz, y Te miro a ti (Julio Bodén).

No obstante el éxito, Beltrán pasó a formar con el Conjunto Casino, rival de la Matancera, en ese enero de 1955. Beltrán volvió a grabar varios éxitos con la Matancera, interesantes porque dice mejor algunos textos. Con el Casino, el repertorio es variado. Por el lado del merengue, una interesante mezcla de merengue y chachachá: Mantecadito (Rudy Fanneity), La maneca (Radhamés Reyes), Dolorita (Luis Alberti), Te doy mi amor (Radhamés Reyes) y Parranda de Navidad (Beltrán-Reynoso). Uno de los éxitos de Nelson Pinedo con la Matancera, El muñeco de la ciudad (Adrián Pérez). Una guaracha, composición del propio Beltrán, El vale José

Otra vinculación importante del dominicano, ahora con el pianista René Hernández, produjo dos long-playing: Regresa y Nuevo triunfo (1960 y 61, respectivamente). Principiemos por una composición del propio Negrito, el bolero Estrellita, ven a mí; dos del Dr. Sánchez Acosta: Papá Bocó (guaracha, versión Noro Morales) y Samaná (son montuno). Luis Kalaff aporta los merengues: Te busca tu mujer y Sabina. Entre los boleros (quince de veinticuatro números), puede citarse Romance en La Habana (Ray Tico) y Vereda tropical (G. Curiel). Una rareza, catalogada como salve-merengue, originalmente un pasaje de Juan Vicente Torrealba, Sueño azul (versión La Rondalla Venezolana).

En la década de 1960 (las fuentes varían), graba un disco histórico con Willie Rosario, que apenas empezaba: Quiero saber. Seguía siendo un bolerista (siete de doce números): Libre de pecado (Nelson Navarro: versión Leo Marini) y Taboga (Ricardo Fábrega) tienen ya el sonido nuevo del bolero salsero. No falta un merengue, de Toño Abréu, Fiesta cibaeña; tampoco abandona la guaracha: Cambia el tumbao y la enigmática guaracha haitiana Haida huo.

Con la orquesta del venezolano Chucho Sanoja, registró varios números y ritmos: los boleros Mentira y Nelly; los merecumbés Ven acá, mi amor y El ritmo del amor. Con Los Megatones de Lucho, grabó el trabajo Mecanógrafa. Con Lucho Macedo, grabó el álbum Armonía musical (1963), variado con todos los ritmos. Merengue: La salve del loco (Panchito Mena) y otra versión de Mantecadito, el merecumbé A los bailadores (Sarita Salas: versión Dioris Valladares); seis boleros: Mil cosas (Francisco Corchado), Nelly (), La primer mujer (D. Santos), No hay amigos (Alberto Beltrán), Me matarán (D. Santos: parece que el título es Me mataré, como en la versión del propio autor) y Ocaso (Sánchez - Chorot: versión Daniel Santos). Guarachas: Sabrosura (M. Hernández), El telegénico (Raúl Aguilar) y El rin rin rin (M. Hernández).

Con la Sonora Salomón, un elepé más, dedicado enteramente al bolero: Salud (Manzanero), Sin ti (Pepe Guízar), Hoy (Rosendo Montiel), El que pierde una mujer (Cortázar-Arcaraz), Niega (Indalecio Ramírez), Cuando te vuelva a encontrar (R. García), A la orilla del mar (Cortázar-Esperón), Llegas (R. García), Ven, guajira (Álex de Sosa), Vuélveme a querer (Mario Álvarez), De boca en boca (JJ Espinosa) y Mi indiferencia (Josefina Bardina). Con arreglos y dirección de Salomón Jiménez y Álex Sosa, vocalizó Por la cruz (Alberto Domínguez), Mujer (A. Lara), Ya (Carlos Quintana) Eres cabaretera (Acosta-Sánchez Mota), Llegaste tarde (Wello Rivas: versión Rodrigo de la Cadena), Un nuevo día (Federico Baena), Nosotros (Pedro Junco: versión de Tito Gómez con la Ponceña), Prisionero del mar (Arcaraz-Cortázar), Miseria (Miguel Á. Valladares: versión María Luisa Landín), Perfidia (A. Domínguez), Eres (Luis Demetrio) La cocaleca (Cavalli-Cajal). 

Un disco posterior tiene estos datos: interpreta a Salvador Veneito, con el conjunto Impacto, dirección Papi Peña. Allí vienen: Mi coquito (versión Celia Cruz), Imposible nuestro amor, Amor de fuego, Amargo llanto, Flor primaveral, Besos fieros, Chachachá en la playa, Mi chaparra, No sé por qué y Mi linda matancera.

Con Cuco y Ramón Orlando Valoy vocalizó: Así es la vida, Nelly, Dominicana, Romance bajo la luna (Carmen Delia Dipini, Si no vuelves), Un minuto, Si tú te vas, Desde que te fuiste, Para que lo oigas, Morena y Ven. De una grabación, sin mayores datos y con repertorio ya conocido, destacamos: Hay que gozar la vida (L. Kalaff), los merengues La escoba (Perucho Navarro) y El negro feliz (José Sosa), el afro María la O (E. Lecuona) y el bolero Bendito amor (Bienvenido Brens).

Grabó asimismo con Los Matecoco de Pancho Cataneo: un ciclista cubano, radicado en Méjico, que por una lesión se dedicó a la música. Formó con el pianista Alejandro Sosa el grupo Habana de sosa. Con Los Matecoco, hizo gira por Europa. Grabó una obra de Pacho Galán, Cara sucia, según la Discografía de Díaz Ayala.

El chipi chipi (Gabriel Rodríguez), con el conjunto Batey de Sosa, sirve para cerrar esta panorámica musical, con repertorio nacional.

Beltrán con la delantera del Conjunto Casino: son interesantes sus versiones
con ellos, pues lee textos más correctos.



El cantante.

Respecto de las cualidades vocales de Alberto Beltrán, esta es la opinión de Luis Fernando Ortega:

Todas las virtudes vocales sólidamente configuradas, gran brillo, excelente apoyo en toda la línea y rango de fraseo, gran cualidad tonal e intachable entonación y musicalidad, incluido su sentido del ritmo, dando como resultado un metal de voz característico y contundente que superaba en este sentido a muchos de sus contemporáneos. Y es en las notas largas y sostenidas, no solamente en la calidad de su timbre, donde podemos apreciar todas sus virtudes, dado el uso pleno de las posibilidades de la voz, lo que constituye un parámetro básico para lograr máxima excelencia en el sonido vocal. Luego un cantante así cuenta sobradamente con las herramientas imbatibles para enfrentar con la máxima calidad y fluidez desde un bolero a una guaracha. Y es lo que hace el gran Alberto Beltrán con todo el repertorio que nos ha dejado y que podríamos apreciar con temas que son referentes inolvidables en el dominio magistral del canto, como Aunque me cuesta la vida, Todo me gusta de ti, El negrito del batey, Mil cosas o Aida Huo, entre las más difundidas.
 

Un vistazo a la Dominicana de Beltrán.


La Romana, área campesina de trabajo de la caña.
Foto: Naranjo, 2010.



En la década de 1870, el país conoce una fiebre de los ingenios y la industria azucarera. En 1893, existían diecinueve grandes ingenios. En 1912, en un proceso de inversión extranjera, se instala el Central Romana, al este de la isla. Para cuando nace Alberto Beltrán, había cerca de dos millones de hectáreas dedicadas al cultivo, en todo el país. En 1929, las compañías norteamericanas controlaban el 92 % del negocio azucarero. La economía dominicana dependió del azúcar y otros productos agrícolas (café, cacao y tabaco) hasta el último cuarto del siglo veinte, cuando la balanza se inclinó hacia el turismo, las remesas y las zonas francas.


El central, escenario de tantas canciones de la
música antillana. Foto: Naranjo, 2010.


Fuentes.

*Pérez, F. El Negrito murió como soñó. El Tiempo, 6-2-1997.
Naranjo, C. dir. (2010). Historia de las Antillas. Vol. II: Historia de la República Dominicana. Frank Moya, coord. Madrid: Doce Calles. 

jueves, 22 de octubre de 2020

Los Vecinos cantan canciones colombianas

Que un grupo dominicano cante canciones de compositores colombianos puede ser otra prueba de la vitalidad del Caribe, de la existencia de una comarca americana.

Repasando la discografía de Los Vecinos, encontramos que algunas de sus más reconocidas canciones se deben a autores colombianos. En primer lugar, sin duda, Esther Forero (1919-2011), quien tuvo su relación especial con la Isla, como lo prueba su primera composición, Santo Domingo (1950).


Milly y Jocelyn, mujeres pioneras al frente de una orquesta de merengue.


Su primer éxito fue Tengo (1981) del también barranquillero Mike Char. En seguida viene La guacherna, de Esther Forero; en el mismo álbum Acabando está Cuando más te quería, de Mike Char. Como era costumbre entonces, hicieron un medley, popurrí o mezcla de Lo mío es mío (Isaac Villanueva) con Amanecemos parrandeando (Israel Romero). La parranda Volvió Juanita son otra dos cuotas de Esther Forero. En un nuevo popurrí, viene mezclada Te olvidé, de Mariano San Ildefonso y Antonio María Peñaranda. El crédito de la canción Lo sigo queriendo está compartido por Milly y Mike Char, una especie de ranchera-merengue. Tambores de carnaval, ya por su título sugiere ser una inspiración de Esther Forero, ya interpretada por Billo. Otra vez las idas y venidas de mujeres dieron tema a Esther Forero para que Milly cantara una partida en Se va Teresa. Según parece, un "cambambero" en la Costa es algo así como un emprendedor arrebatado, irresponsable. En todo caso, se parece mucho a currambero y no podía sino ser otro personaje de Esther Forero El cambambero. Suya también es la menos conocida Pa'lante y con la careta. Otros aportes de la prolífica barranquillera son Busca e Y ya pa qué.


La guacherna fue el inicio de esta productiva relación ente compositora e intérpretes.


Hay una segunda versión de Te olvidé, con un nuevo coro.

Enrique Chapman, el cambambero.

La historia de este barranquillero es similar a la de la familia Quezada. A los trece años viajó a Nueva York, donde sacó adelante el bachillerato y la carrera de Hostelería y turismo. Desde entonces fue agente de espectáculos musicales y así conoció a los artistas del merengue dominicano. La otra parte de la historia es su relación con Esther Forero, tan cercana que ella se inspiró en él para escribir El cambambero. Chapman fue el encargado de fecundar esta colaboración artística entre dos orillas del Caribe.


*La historia de Santo Domingo, contada por El Heraldo.

** La propia Milly cuenta lo que significa Volvió Juanita para los dominicanos.

*** Sobre Enrique Chapman, una biografía de Francisco Figueroa.

lunes, 29 de enero de 2018

Wilfrido Vargas en su salsa

Hijo de músicos, Wilfrido Vargas principió sus andanzas musicales en 1972, al frente de los Beduinos. Si bien se le reconoce por el aporte al ritmo nacional de los dominicanos, su discografía comprende otros ritmos antillanos. Salsa y bolero es lo que les traemos a continuación. Recuérdese que Wilfrido participó en el concierto de Fania en La Habana, 1979. 


El grupo de Wilfrido trabajaba en La Casbah, club de ambiente árabe
a las afueras de Santo Domingo.

La relación amorosa de Wilfrido con Barranquilla la explicó el mismo en una entrevista: “En 1981, me entregué a este pueblo como ninguno. En 1982, el Congo de Oro me lo gané yo. Cada vez que vengo aumenta mi ilusión, porque en este pueblo he dejado el corazón”. Ese primer Congo se lo ganó en categoría salsa...
A continuación, pues, una serie de números en que Wilfrido se aparta del merengue:

Pambiche lento (Ch. Vásquez), La empalizáSalsa nupcialBeethoven en mi menteBalada de otoñoHipocresía (S. Ovalle), Para ellos dos (S. Ovalle), Lola (M. Santana; canta Víctor Waill), No matarás (B. Cepeda; canta Vicente Pacheco). A título de curiosidad, Víctor Waill grabó baladas.
Descripción de un sueño (Hierrezuelo), Preparen candela (J. Blez), Cachita (Hernández), Sansón Batalla (A. Daly; versión anterior a la de Sanabria), De repente (A. Romero), Envidia na ma (R. Labasta), Pal campo (Neftyn), Amor perdido (P. Flores), Perdido en mi pensamientoEnsillando mi caballo, Cumbanchero de GualeyDon Andrés, La hiedra (Serafino), Riski (A. Barroso, 1952: en portugués, Risque; la forma española es la pronunciación aproximada de este; versión de Graciela), Pale paleSimplemente una ilusión, la danza Bajo la sombra de un pino (Acosta), A ti, Mosaico n. 1Somos de tierra (Villarman-Vargas), Ya no me quieras tanto (R. Hernández), Flores, flores (A. Cabán), El comandante (Díaz-Vargas-Rodríguez: homenaje a Francisco Caamaño), Lo que yo quiero ser (R. Escudero), Somos (Rodríguez-Víctor), Bota la bata (I. Villanueva), Sambunango Teleño (A. Flores), Austrialina (W. Vargas), Socaribe (O. Girón), Amor casual (M. Jiménez), Dame un beso (L. Rosario), El negro elegante (W. Vargas), Apriétame (D. Choy), Mi mejor momento (S. Ramírez), Obsceno (Wando et al), Suite de amor #1 (P. Flores), Nervioso (Y. Núñez).




Otra parte de la obra de Wilfrido se compone de canciones colombianas, entre ellas los vallenatos Dime pajarito (O. Daza), Drama provinciano (L. Bueno), Todo es para ti (C. Ochoa), Bonita (D. Díaz), Porque no te tengo (M. Díaz), Te necesito (D. Díaz). Con el Binomio de Oro hizo Linda melodía. Además, 
El machete (G. Romero), El polvorete (M. González), El africano, Las mellizas (C. Ochoa), Ron pa to el mundo (F. Solano), El vampiro (E. Herrera).

jueves, 23 de noviembre de 2017

Cuco Valoy y los frutos del merengue

Cuenta Cuco Valoy que Los Compadres estaban pegados en la República Dominicana cuando él formó con su hermano Martín un grupo para imitarlos. Lo hacían en los los parques hasta que alguien les recomendó ir a un programa de aficionados. Así lo hicieron, con tal éxito que el animador apuntó que si Cuba tenía a Los Compadres, allá tenían a los ahijados. A Cuco le pareció buena la ocurrencia y la tomó por nombre.


Foto:testigouno.blogspot.com.co

Cuenta Cuco que a Colombia llegaron por Buenaventura y Cali, en 1979. Les sorprendió que hubiera recibimiento de la prensa, prueba fehaciente de su éxito radial. Afirma que aquí no se conocía el merengue moderno, novedad que presentó con La maldita cola (Alberti). La gira se extendió a Barranquilla y aquello fue amor a primera vista. Y no iba de pasada, como ha expresado Wilfrido Vargas, pues le arrebató el Congo de Oro (1981) y luego lo batió en el Madison Square Garden.
En otras entrevistas afirma que fue Frutos del Carnaval la que prendió la fiebre del merengue aquí. Puede decirse que fue una composición de Cuco con inspiración ajena, pues todos los motivos se los proporcionó el Capitán Visbal.
El aserto podría discutirse, habida cuenta de lo apuntado por una nota de Semana (De nuevo "apambichaos", n. 135 1984), en que se declara una fiebre merenguera de apenas dos años, encendida por El comején (Rodríguez) y cuyo protagonista es Johnny Ventura. 

Los Ahijados, Los Virtuosos y La Tribu son los nombres de sus agrupaciones.

La historia no terminaba con los Frutos, pues en el 85 volvió a batear con Baila en la calle (Carnaval, de Luis Díaz).
En todo caso, el octogenario músico dominicano ha sido noticia por varios reconocimientos que se le han tributado. Todo un personaje que se empeñó en llevar la contraria: hacer de su familia una orquesta para vivir de la música.

Fuentes:

Cuco Valoy trae una serenata a Medellín

Cuco Valoy: dominicano y barranquillero

"Llevo a 'Curramba' en el corazón"

jueves, 31 de agosto de 2017

Qué cara más bonita: canciones españolas de Álex Bueno

Álex Bueno es un dominicano (San José de las Matas, 1963) que se encontró con su destino ganándose un concurso de cantantes (1978) que organizó Wilfrido Vargas. 


Principió su carrera en la década de 1980, tiempo que vio una notable influencia de artistas peninsulares. Lo mismo que en la salsa, abundan las versiones de temas estrenados como baladas. En el caso de Álex Bueno, además, llama la atención que tenemos canciones de grupos de flamenco pop. En el listado que sigue, apenas de las primeras grabaciones, destacan Bordón 4, Peret y Los Calis. Hay, también, unos cuantos buenos boleros.
Con la orquesta de Fernando Villalona registró su primer éxito (1982), Piel canela, de B. Capó. Con la formación de Andrés de Jesús vocalizó Cómo quisiera; tal vez su primera balada, ¿Y cómo es él?, de J. L. Perales; Las locas; Sigue tu vida.
Principia su orquesta y menudean las baladas: Querida, de Juan Gabriel; Me va, me va, de R. Ceratto; el recordado Qué cara más bonita, de Carrasco-Cepero (éxito peninsular de Bordón 4); del mismo grupo, Quiero conocerte (éxitos en 82-3); Amor divino (Cómo te extraño, mi amor, de Leo Dan); del mismo, una bonita versión abolerada de Esa pared; y La radio (El radio está tocando tu canción); en contraste, Hijo de Yemayá; Colegiala, de Walter León
Del segundo elepé: Una paloma blanca, de J. Hernández; Me muero por ella, de Platero-Sánchez-Porras-Rodríguez (Bordón 4); Corazón de madera, de Fernando Arbex (Peret); Quién te riza el pelo, de J. Hernández; Ojitos negros, de Calva-Arcusa, en bolero (El Gran Combo, primera versión); Quiero abrazarte tanto, de Víctor Manuel; Has tenido mil amores, de J. González; Un mechón de tus cabellos, de Adamo; Soy un hombre callejero, de Loig-Loma-Salazar-Salazar. Quiero que elijas el lugar, balada de A. Bourbón que grabó Basilio (en salsa, por Keko Hernández); El niño y el canario, de E. Fratantoni; A dónde va nuestro amor, de Magallanes-Molina; Amarrao con fe, de Ñico Saquito (Amarrao, compé = compay).   

lunes, 30 de enero de 2017

Pegando fuego: de Brasil a la tierra del merengue

Miriam Cruz no era la única voz de Las Chicas, pero sí la más recordada.


La historia musical de Las Chicas del Can cuenta varios éxitos. Uno muy significativo de la orquesta es de origen brasileño y más bien antiguo. Según un sencillo de 1986, la autoría es del binomio José Maria de Abreu (1911-66)-Francisco Mattoso (1913-41), versión española de Manolo Palomo: Pegando fuego.


Gal Costa es una institución de la música brasileña,
poco conocida en el mundo hispanoparlante.


No era la primera vez que se cantaba en español. Gal Costa lo había hecho en 1982, con la adaptación del mismo Palomo: Prendiendo fuego. Al mismo tiempo, parece, que la versión portuguesa: Pegando fuego

A estas alturas, la marcha de Abreu-Mattoso ya estaba añeja. Era éxito desde 1938: Bando da Lua.


Carmen Miranda con el Bando da Lua, 1942.