domingo, 17 de agosto de 2025

Lalo Schifrin por la vereda tropical

Debe de ser el tercer argentino que transita orgullosamente por este espacio (Leo Marini y el Negro Mora le anteceden). Lalo Schifrin (1932-2025) ya pasó a la historia como compositor de una emblemática pieza para el cine, lo cual no nos puede apartar de la parte latina de su obra, menos conocida. Comenzó a estudiar piano a los cinco años, con Enrique Barenboim. En su adolescencia, el jazz lo deslumbró al escuchar discos que traían sus compañeros del Colegio Nacional de Buenos Aires. Escuchar a Louis Armstrong, Fats Waller, Charlie Parker y Dizzy Gillespie significó para él «una conversión religiosa... fue el camino a Damasco». 


Schifrin y Gillespie, americanos y latinos, a su manera. Foto: Phil Stern.


A los 22 años, obtuvo una beca para el Conservatorio de París. Estudiaba con los compositores Olivier Messiaen y Charles Koechlin durante el día, tocaba jazz en clubes parisinos por la noche y también escribía arreglos musicales para sellos discográficos. No fue el estudiante latino pobre en París: sus ingresos le permitieron alquilar su propio apartamento en lugar de vivir en residencias de estudiantes. 

Vuelto a Buenos Aires en 1956, fue invitado a formar una big band de jazz para radio y televisión. Luego de un concierto de Gillespie y la banda del Departamento de Estado en la embajada estadounidense, actuó con su propia orquesta en una cena en honor al famoso trompetista. Antes que tomara del todo su camino a Damasco, debe mencionarse su colaboración breve con Cugat: Cumaná (Barclay Allen). El binomio registró dos obras en 1959: Cha cha cha of the Hours y Rock moruno [Catalog of Copyright Entries: Third series, 1959].

Gillespie lo invita al norte y terminó trabajando como su pianista por tres años y escribiéndole las suites Gillespiana (1961) y The New Continent (1962). De la primera se pueden citar Panamericana y Toccata. La percusión latino estuvo en manos de Cándido Camero, Jack del Río y Willie Rodríguez. Es la época de la bossa nova y Schifrin, como latino, no podía desaprovecharla: Desafinado (Jobim-Mendonca), Insensatez (Jobim-Moraes), Chora tua tristeza (Castro-Fiorini), Chega de saudade (Jobim-Moraes), pero también menos conocidas como Apito no samba (Antonio-Bandeira). De su cosecha son, entre otras, The Wave y Lalo's bossa nova. Tampoco queda por fuera el maestro Villa-Lobos, con sus Bachianas brasileras n. 5.


Schifrin, en todas las vanguardias.


Ya en el plano de arreglista y director, le metió mano a todo, incluyendo The Peanut Vendor (Simons-Sunshine-Gilbert) y El Salón México (Copland). A estas alturas, ya se había mudado a Los Ángeles con Donna, su esposa, para trabajar en la industria cinematográfica. Con el trompetista Al Hirt nos presenta los consagrados Frenesí (A. Domínguez), Angelitos negros (Maciste-Blanco), Taboo (Lecuona-Russell) y un Sabor a mí, titulado en inglés Be true To Me.

Schifrin se prodigaba en los estudios apareciendo en proyectos raros como La Clave, de Benny Velarde: “Me presenté, me pusieron la música delante, hice lo mío y listo. Fue muy sencillo”. Lo suyo fue Latin Slide y Cocoa Leaf; junto al cóver Soul Sauce (Gillespie).

En 1992, inicia la serie Jazz Meets The Symphony, con referencias al blues, Ellington y Gillespie. En 1996, volvió a montar Gillespiana con la orquesta WDR, de Alemania, junto con Jon Faddis en la trompeta y David Sánchez en el saxofón. El espectáculo se registró en audio y video.

Bonus track. Schifrin, haciendo su versión de otro gran compositor de bandas sonoras, John Williams: Jaws.

Sobre el primitivo purismo musical de Schifrin y la utilización comercial del término "latino", Músicos en tránsito: La globalización de la música popular argentina: del Gato Barbieri a Piazzolla, Mercedes Sosa y Santaolalla, por Matthew Karush.

La discografía schifriniana, comentada por Douglas Payne.

*Hemos tomado los datos biográficos del obituario que le dedicó The Guardian.

jueves, 26 de junio de 2025

Canto a Ebioso, del folclor al jazz latino

Electrizante es el primer adjetivo que viene a la mente al escuchar Thunder Drum, de Avishai Cohen y Abraham Rodríguez. Serendípicamente, oímos el mismo texto yoruba (suponemos) en un corte del Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino, mejor identificado como Canto Ebioso, al pie del sospechoso (D. R.). Con todo, la información permite acopiar nuevos datos. 

En las notas del elepé Viejos cantos afrocubanos, vol. I (Areito LD 3325), por María Teresa Linares, hallamos que los folcloristas recogieron muestras de San Luis, Provincia de Oriente; Placetas, en Las Villas; Pedro Betancourt, en Matanzas; Guanabacoa y Nueva Paz, en La Habana (copiamos la división territorial del disco). De la propia capital, tomaron dos cantos araraes acompañados de palmadas. Uno de ellos, a Ebioso. La obra está descrita así:

Ebioso es otra deidad arará que se sincretiza en Cuba con la católica santa Bárbara y la deidad yoruba Changó. Está ejecutado, como todos los cantos de origen afroide, por un solista que alterna con un coro donde se lleva un ritmo con palmadas. 


Loable trabajo de recuperación y conservación del folclor afrocubano.


Tal es la base folclórica de la obra, que fue transitando a la música popular añadiendo instrumentación afrocubana. Veamos, entonces, algunas versiones:

Los Folkloristas, Canto a Ebioso

Milton Cardona, Ebioso

Field Musicians, Canto a Ebioso

Desviana, Canto Ebioso

Todo pa la Gente, Ebioso

Finalmente, una versión con letra.

miércoles, 25 de junio de 2025

Gonzalo Fernández y su flauta

Dos descubrimientos musicales simultáneos: la Súper Típica de Pancho Cristal y la dirección musical de Gonzalo Fernández.

El cuento lo cuenta Cristal en las notas del álbum de 1976. Dos décadas atrás, Cristal armó su primera orquesta cubana en NY, bajo la batuta de Gilberto Valdés y Antar Dali. La agrupación tocaba en el hotel Belvedere y en el Ateneo Cubano. Cristal ya estaba cuando la fiebre de las charangas en el Palladium: Pacheco, Barretto y Palmieri. Se acabó el Palladium, pero el sonido de las típicas siguió en el ambiente y entonces (cuando escribe Cristal) había unas diez agrupaciones de dicho formato. Ahí se le ocurre hacer lo que había hecho Pacheco con Fania: una selección de músicos para grabación. Todo cuajó cuando Pupi Legarreta llevó a Fernández a las oficinas de Cristal. Gonzalo Fernández era nativo de Las Villas (Cuba) y había recorrido la ruta de los exiliados: Méjico y Europa, pero también África, para venir a medirse a la plaza donde estaban los durísimos, los "comecandela". Fernández supo abrirse camino en la Gran Ciudad. Don Gonzalo hizo todos los arreglos, excepto los de Recuerdos de Borinquen, a cargo de Paquito Pastor. 

Bajo su dirección estuvieron: Chombo Silva, Pupi Legarreta, Eddie Drennon, Carlos Quian, Alfredo de la Fe, Aurelio Parada, George Brown, Noel DaCosta, Jonathan Abramowitz, Abraham Norman, Gail Clay, Lewis Kahn, Pat Dixon, Nina Simone, Carl Ector, Deena Leff, Juan Vivar, David Pérez y Víctor Venegas, sección de cuerdas. Rolando Valdés y Oswaldo Martínez, güiro; Gil Suárez y Elio Osacar (Sonny Bravo), piano; Cándido Camero y Nelson González, tres; Orestes Vilató y Nicky Marrero, timbales; Julito Collazo, Julián Cabrera y Patato Valdés, tumbadora; don Gonzalo, flauta; Roberto Torres, Víctor Velázquez, Vicente Consuegra, Chico Álvarez, Willy el Baby, Adalberto Santiago, Raúl Alfonso, Roberto Rodríguez y Ronnie Baro, voces.

José Arteaga se topó a don Gonzalo en 2016. Lo había oído antes en Picunina (Carlos Zulueta), Estoy a mil (Legarreta), Lo saen (Carlos Valdez) y Cara de Llanta (Yoyo Bastidas). La investigación de Arteaga lo pone a nacer en Sagua la Grande, 1930. Según cuenta Legarreta ,lo recomendó para la América, de Ninón Mondéjar. Luego se fue a París. Se quedó allí, más bien: Fernández sería uno de los primeros desertores de la Revolución, ese verano de 1959. París pintaba mejor que La Habana y don Gonzalo aprovechó la demanda, trabajando incluso con un grupo de origen colombiano, Los Merecumbé Boys. Dirigió la orquesta Keur Samba en la película Les ennemies (1962: hacen Vaya pa ti en 17:05).


Don Gonzalo en su salsa, literalmente.



Los contactos africanos de Arteaga ubicaron a Don Gonzalo trabajando con Le Grand Kallé y Manu Dibango en L'African Jazz, luego Team. Del All Stars afrocubano tenemos el disco con los nombres de los músicos: Kallé-Don Gonzalo- Dibango.

Grabó un disco, Don Gonzalo y sus Guajiros, donde aportó la composición El montunito. Acudiendo al llamado de sus colegas para aprovechar la bonanza de NY, don Gonzalo participó en un interesante proyecto del percusionista martiniqués Henri Guédon*, Cosmozouk Percussion (1974).


Guédon en la vanguardia y, allí, don Gonzalo.


Dejó pues a París y en NY lo pusieron en contacto con Pancho Cristal. Aparte de su trabajo con la Súper Típica, participó en el estreno de Mike Pérez y su Típica New York (donde Eddie Martínez arregló Ni la sombra, de Félix Reyna). En la onda experimental de Guédon, don Gonzalo vino a reforzar el conjunto de los hermanos González, grabando con el Nuevayorquino el doble Concepts in Unity** (1975). Arteaga sospechaba que C'est la vie, mon cher era aportación de don Gonzalo a la orquesta de Larry Harlow. Pero no hace falta: ese número, de Martha Jean Claude, ya lo había hecho la Aragón, en 1970, y Luisín Landáez, en 1972.

La lista del "free lancing" de don Gonzalo ya la hizo Arteaga, de la cual entresacamos el elepé Los dos mosqueteros, donde la flauta lleva el papel protagónico. En tarima, destaca el concierto Lo dice todo, celebrado en el Avery Fisher Hall (7-3-1977), donde se dejó ver con una decena de violinistas, Charlie Palmieri y Cachao.
El fin de don Gonzalo no está muy claro: algo que va de un problema muscular propio de los instrumentistas de boquilla hasta el abuso de drogas, terminando en opaco músico de iglesia.


Don Gonzalo y Ramón Cabrera, dos cubanos homenajean a Cartagena.


Antes de cerrar, algunas perlas: Repicao y Llanuras africanas, ambas de don Gonzalo. Cartagena, de Ramón Cabrera, compositor bayamés. Para la voz de Miguel Quintana escribió Tambo congo. Para la Novel, Rabo pelao. Para su propia orquesta Súper Estrellas, Mr. Bemba. Para la Charanga 76, Wanda.

Ñapa: Gladys Palmera, otra admiradora de don Gonzalo, sugiere este homenaje que le rindió Pancho Cataneo con Los Matecoco, Don Gonzalo.



*Al personaje se le atribuyen dos aportes considerables a la escena latina de París: llevar los ritmos afrocubanos y, luego, la salsa.
**Allí se le acredita flauta y saxofón. Datos clave: tocó en Méjico con la América hasta 1958; fue a París por dieciséis años, donde también tocó con la orquesta Típica Palmera (que no aparece en el buscador de Gladys Palmera). Al final, "Currently free lancing in New York".
***Es una lástima que el cine francés no usara la música como el mejicano: la fracción musical que apenas se escucha en la película apareció también en el sencillo Starway - 1005, titulada Vaya pa ti.

jueves, 22 de mayo de 2025

El sabor de Nacho Sanabria

One-hit wonder es una categoría musical para definir el artista que se recuerda por un gran éxito y prácticamente desaparece del radar... por lo menos de las emisoras musicales. Algo así podría caber con el desaparecido Nacho Sanabria, artista cuyo catálogo se agotaba en tres o cuatro canciones. Sea ocasión esta para revisar su obra y completar el cuadro de este interesante artista.


Estreno de Sanabria en la composición, con el guaguancó Mantequero.


El hombre de Cataño estaba próximo al centenario (1929). Su vida siempre fue cercana a la música, pero su carrera principió en Nueva York, como veterano de Corea y participando en las grandes orquestas. En 1965, se le presentó la oportunidad de remplazar a la Lupe en la orquesta de Mongo Santamaría, quien le grabó su composición Mantequero (versión de Cheo Feliciano). En ese álbum, El Bravo, también cantó Olé guajira y Lucky Mambo. Siguió colaborando con grandes como Cortijo, hasta que dio el paso definitivo de fundar su propia orquesta, El Sabor de Nacho.

Vuelto a Puerto Rico, contó con la colaboración en los arreglos de Bobby Valentín y las composiciones de Curet Alonso*. Cuatro obras suyas en el primer disco: Alma primitiva, Tiempo de ayer, Oro que brilla y Los buena gente. El éxito fue inmediato en Puerto Rico y Nueva York, según recordaba el propio Nacho. El segundo volumen de Nacho trae Mambo batiri (Antar Daly), Sabor (Henny Álvarez), la guaracha La muerte llegó (D.R.). Varios boleros, entre ellos uno de Curet Alonso que interpreta una mujer: Tan solo Dios. Bobby Valentín aportó la composición El tapón. En el tercer long-playing, Sanabria se hace eco de los éxitos de la balada: Amada amante, de Roberto y Erasmo Carlos, convertida en un bolero cha. Allí mismo están Trompo de juguete (P. Rigual, que ya había hecho Nelson Pinedo y la orquesta Sensación), La ruñidera y Romance guajiro (Celia Romero), el cásico de Portabales.


Sanabria triunfando, apenas en su tercer elepé.


Un número olvidado, es decir, recordado en la versión de Roberto Roena, Que se sepa, interesante asimismo en la de Sanabria. Siempre números cubanos, recordando tal vez la época de Mongo: El jamaiquino. Es constante el agradecimiento de Sanabria al público colombiano, por lo que no sorprende encontrarse una versión del popular Pachito Eché (A. Tovar). Recomendable Los guajiros son (Carlos Estrada), el bolero Señora, de tono moralista.

En el trabajo Su estilo y sus hijos (es difícil diferenciar en la foto quién es quién), vienen dos infaltables de su repertorio: Sansón Batalla (A. Daly) y Consuélate como yo (Gonzalo Ascencio Hernández: versión Celeste Mendoza). El bolero Dios me libre (Víctor Cordero: versión de Amalia Mendoza) En esa misma onda, la Rumba moderna (Justi Barreto). Otro acierto de Nacho fue su versión de la obra de Eduardo Sánchez de Fuentes, Pensamiento (versiones: Tito GómezOlga Guillot). Auténtica rareza: Con alma, de Gillespie.

En Return (1980), hallamos un compositor que echábamos de menos: Johnny Ortiz con su nostálgico Te añoro, Bardo puertorriqueño y María Matimbe. El bolero Privilegio (Gilberto Moreno) y el popular Canta fañoso (Sanabria). Llaman la atención las bombas No hablen de las mujeres (DR) y ¡Viva Loíza Aldea! (Raúl Marrero); así como un bolero de tema llamativo, ¿Extranjero por qué? (Tito Zubiaga); el bolero cha La cerveza (Luis Demetrio: versión Orquesta América del 55), ¡Díselo a él! (Raúl Díaz), Por la radio (Mario de Jesús), Un mundo raro (JA Jiménez), Sola y triste (Armando Valdespí: versión Lino Borges).

Cerramos con piezas de Sanabria dedicadas al país que lo acogió ampliamente: Colombiana (Epifanio Aguilar) y Pa Colombia (Sanabria). 


*Sanabria afirma en varias entrevistas que en esta época Tite Curet no era conocido. Sin embargo, ya se había estrenado con Efectivamente, por Joe Quijano y el Cachana, en 1965; La tirana y Busamba, con la Lupe, en 1968. La discografía de Nacho principia en 1970.

lunes, 21 de abril de 2025

Rubby Pérez, en lo más alto

"Lo que me vayan a dar, que me lo den en vida", exige una popular canción. Siendo justo el reclamo, lo cierto es que seguimos cultivando la costumbre del obituario, tanto más cuando la vida de los artistas se cierra de manera abrupta, como acaba de ocurrirle al gran Rubby Pérez. Eso sí: no llamamos 'tragedia' lo que ocurre por sobredosis de negligencia.

En lo más alto del merengue.


En la delantera de la orquesta de Wilfrido Vargas. Foto: Instagram del artista.


Un azar, ese sí trágico, apartó al joven Rubby de una prometedora carrera de pelotero: fue arrollado, junto con otros caminantes, por un conductor que se dio a la fuga. Las múltiples fracturas lo alejaron del deporte y lo condujeron a la música. Repiten los obituarios que se formó en el Conservatorio Nacional de Santo Domingo, donde integró coros, conoció el piano y la guitarra. Parece que sus primeros registros discográficos se produjeron con Los Juveniles de Baní, de Luichy Herrera: La muñeca (A. Jorge*) y Adelita. 

Más testimonios quedan de su paso por Los Hijos del Rey**, orquesta de Wilfrido Vargas donde la estrella era Fernandito Villalona. No es clara la razón de que Rubby cantara números que habían salido en la voz de Raulín Rosendo. Que el lector compare las versiones de No me dejes solo: la grabada de Raulín y la en vivo de Rubby. También en directo, Soñar (Anoche soñé). Sorprende gratamente el tema El merecumbé, aunque no hallemos información sobre su procedencia. De las pasadas horas, composición de Confesor Rosario. Una especie de dueto con Villalona, haciendo el tema y Rubby las inspiraciones: Pato robao, la popular obra de don Fernando Echavarría.
Entonces se produce el batazo de El africano (Calixto Ochoa). Según recuerda el protagonista, estando en Barranquilla oyeron la canción que estaba pegada en carnavales. El instinto u olfato de Wilfrido Vargas dispuso todo para una grabación relámpago. El público correspondió como debía a la versión de Rubby Pérez. Éxito y ruptura se desencadenan en seguida. Alcanza a registrarse otro clásico, debido ahora a la visión del productor Bienvenido Rodríguez, que trajo la idea de grabar Volveré (Ignacio Román - Paco Cepero), del español Chiquetete.


Una excentricidad de Wilfrido, con arreglo de Dioni
Fernández y la interpretación de Rubby.



En solitario, y según la entrevista que dio a Junior Cabrera, deben tenerse en cuenta: El perro ajeno (Ramón Orlando), Tú vas a volar (Luis Egurrola: versión de Los Diablitos), Sobreviviré, Locamente enamorado (JC Centeno: versión Binomio de Oro de América), Fiesta para dos (Víctor Víctor), Amor de hembra (Rento Arias) y Buscando tus besos (José Luis Porras).

Pueden añadirse: Cuando estés con él (Moncada-Cepero), Cobarde, cobarde (Román-Cepero: versión Andy Montañez), ¡Saca la mano, Antonio! (Blas Eduardo), Enamorado de ella (José Cabezas-José Porras) y una de título algo extraño: Ella me vivía (Luis Díaz).


La genialidad, en este caso, se debió a Bienvenido Rodríguez,
dueño de Karen Records, y al gran Ramón Orlando.


Rubby Pérez fue un artista latino, caribe para ser más precisos: logró que lo tocaran en la radio en el mes del artista venezolano, sacó un merengue de una cumbia colombiana y la pegó en carnavales; para rematar, dejó por ahí una versión del bolero Cenizas, de Wello Rivas.


*Eladio Romero Santos la grabó, en 1970: un merengue con guitarra.
**Grupo que grababa composiciones de Tite Curet: Un brindis por Juan Lockward y Olé, olé; Boca Chica, en la voz de Sergio Hernández; Yo me dominicanizo, por el arubeño Robert Jeand'or. 

sábado, 5 de abril de 2025

Paulito FG con etiqueta

Registramos la desaparición de uno de los artistas más queridos por los cubanos, menos conocidos para nosotros y motivo suficiente para investigar su obra.

Primero su nombre artístico: Paulito o Pablito, últimamente Paulo FG, correspondiente al de pila Pablo Fernández Gallo, del barrio de Marianao. Podemos empezar a valorarlo a partir de una controversia de soneros, en el programa Mi Salsa. Al lado del ya consagrado Cándido Fabré, aparece un jovencito, notoriamente distinto de sus compañeros de tarima, a quien comienzan a picar por pepillo, es decir, por joven guapo y elegante. Paulito FG, aunque azorado, no lo hace mal, teniendo en cuenta el tamaño de sus contendores: Improvisación de soneros - Mi Salsa. Ya que dijimos Fabré, nos vienen a la memoria dos alusiones suyas, antes oscuras y ahora muy claras, en su canción La Habana quiere guarachar contigo:


En La Habana sigue en pie Paulito el Sofocador,

arriba del cachumbambé, con todo bajo control.

Para andar La Habana, hay que ser especulador:

el que no especula, en La Habana, no tiene sabor.


Todo tiene que ver con el personaje, conocido por sus temas La especulación de  La Habana*, Sofocación y Cuidao en el cachumbambé**.


Pablito, el pepillo, iniciando una sólida carrera musical


Salsa cubana.

Interesa resaltar que, tratándose del artista, se usa sin mucho escrúpulo el término 'salsero'. Más allá de la conocida polémica por tal denominación, vale la pena destacar la afirmación de un estudioso: la salsa cubana habría iniciado por la buena impresión que causó Óscar de León en su concierto de Varadero, en 1983. El venezolano hizo lo que quiso con los temas tradicionales de la Isla y mostró un camino, una oportunidad para las propuestas de los músicos antillanos. Entonces nació, por ejemplo, Adalberto y su Son. La experimentación vendría a fraguar, ya en la década de 1990, lo que se conoció como timba***.

Entre los homenajes que se le han tributado, tenemos La especulación de La Habana, por el Diario de Cuba.


*Indica Tania Quintero que 'especular' aquí se debe entender como 'alardear', 'ostentar'.

**El sentido de los versos de Fabré y del título de FG queda claro sabiendo que 'cachumbambé' es, en Cuba, "especie de balancín que se usa para entretenimiento infantil". RAE, DLE.

***Armando Ledón Sánchez. La música popular en Cuba.

Óscar de León en Varadero, 1983: hasta donde alcance el cable

Con su llegada al a Isla, en 1983, Óscar de León estaba cumpliendo una cita obligada con esa tierra cuyo repertorio ya había versionado. Ya con la Dimensión Latina había hecho números cubanos*: la guaracha Tatalibabá, del sagüero Florencio Santana, el popular Pícolo, conocida de todos en la versión de Celia Cruz y la Sonora Matancera. Otro ejemplo sería Cienfuegos, que ya había hecho Monguito con la orquesta de Larry Harlow y que también Ibrahím Ferrer grabó con el Buena Vista Social Club como Cienfuegos tiene su guaguancó (Víctor Lay).


Óscar es el artista completo: talento, presencia en tarima y buena pinta.


Asimismo con La Crítica vocalizó números cubanos como Monta mi caballo (Matamoros) y Rumba, rumbero (M. Valdez)**. La misma tónica conservó con su Salsa Mayor, registrando en el acetato ¿Y tú qué has hecho? (Eusebio Delfín) y ¡Retorna, vida mía! (Sindo Garay), junto con El manisero (M. Simons) y Mata siguaraya (L. Frías). Así podríamos seguir citando lo cubano en su discografía, elemento bien significativo. 

Mas lo importante es llegar a la consagración de Varadero.

Los involucrados son Pedro Orlando Rodríguez, agente musical de Cubartista; Alberto Quintero, productor venezolano relacionado con Cuba y Lil Rodríguez, periodista invitada por el Gobierno de la Isla a cubrir el festival de Varadero. Cuenta la reportera que la recepción en el aeropuerto fue multitudinaria, con cámaras de televisión y todo.


Técnicos cubanos dándole cable al León de la salsa.
Foto: Jorge Collazo.


El festival de Varadero había iniciado el 24 de noviembre de 1983; a Óscar le correspondió el turno del día 26. El sonero venezolano no se conformaba con evolucionar por el escenario: también quería meterse entre el público y de ahí resultó el famoso "¡Dame cable!".

El repertorio fue de conocidas piezas de Cuba. Llama la atención un número, Esa mujer***, porque al parecer se lo aprendió para esa ocasión y porque deliberadamente le cambió el autor: afirmó que era de Pedro Orlando, pero en realidad lo escribió uno de los Barbudos, Juan Almeida Bosque (1927-2009), prolífico compositor de piezas como La Lupe (Guadalupe), en la voz de Amelita Frades y varias obras que le interpretó Pacho Alonso, entre ellas Déjame mirarte, y No pareces igual, o la de Pachito Alonso Xiomara quiere un retrato.

El titular del diario Granma resume perfectamente la jornada: "Vino a bailar a casa del trompo, y bailó"****. La audición del concierto parece estar dividida en dos partes: la parte que va de Melao de caña hasta Mata siguaraya y la parte que hace con Barbarito Diez.

La presentación del venezolano motivó muchos talentos de la Isla, entre ellos el jovencito Reinerio Ruiz Santiago, más conocido por Rey Ruiz.


*O al revés, de un cubano a Venezuela: Puerto de la Cruz, de Tata Guerra en asocio con Víctor Mendoza.

**Larry Machado cantó Ya se peinó María (Pablo Cairo), clásico de las épocas de Daniel Santos con la Matancera.

***El número llegó a figurar en el variado El rumbón del año (Perú, 1984) y en El disco del año (Ecuador, 1984). 

****Rafael Muñoz. Un concierto para recordar. El Vigía de Cuba.