martes, 26 de diciembre de 2023

Alberto Beltrán, centenario

¡Dominicanícese! era el grito de batalla del gran cantante de Palo Blanco (La Romana), nacido el cinco de mayo de 1923.

Profeta en Cuba

En una entrevista para El Tiempo, Beltrán contó cómo se vinculó a la Matancera:

En el año 1954 regresé a La Habana para hacer una serie de presentaciones. En una de ellas, en Radio Mambí, fui sorprendido por el director del conjunto, Rogelio Martínez, quien me propuso que ingresara a su agrupación. Recuerdo que Rogelio me dijo: Oye chico, tú tienes clase y te identificas con nosotros. Vamos a grabar*. 

¡Dominicanícese!, con Alberto Beltrán. Detalle de la
carátula de un elepé de Quisqueya Records.



Tres sesiones bastaron para que Beltrán se consagrara con la Sonora Matancera, dos el día dieciséis, de septiembre y de noviembre de 1954: en la primera, vocalizó Ignoro tu existencia (R. P. de la Mota) y Aunque me cueste la vida (L. Kalaff); en la segunda, Todo me gusta de ti (Cuto Estévez), El negrito del batey (M. Guzmán), El diecinueve (Radhamés Reyes) y Enamorado (Pepe Balcácer). El dieciocho de enero de 1955, dejó la respuesta a una pieza grabada: Contestación a Aunque me cueste la vida, dueto con Celia Cruz, y Te miro a ti (Julio Bodén).

No obstante el éxito, Beltrán pasó a formar con el Conjunto Casino, rival de la Matancera, en ese enero de 1955. Beltrán volvió a grabar varios éxitos con la Matancera, interesantes porque dice mejor algunos textos. Con el Casino, el repertorio es variado. Por el lado del merengue, una interesante mezcla de merengue y chachachá: Mantecadito (Rudy Fanneity), La maneca (Radhamés Reyes), Dolorita (Luis Alberti), Te doy mi amor (Radhamés Reyes) y Parranda de Navidad (Beltrán-Reynoso). Uno de los éxitos de Nelson Pinedo con la Matancera, El muñeco de la ciudad (Adrián Pérez). Una guaracha, composición del propio Beltrán, El vale José

Otra vinculación importante del dominicano, ahora con el pianista René Hernández, produjo dos long-playing: Regresa y Nuevo triunfo (1960 y 61, respectivamente). Principiemos por una composición del propio Negrito, el bolero Estrellita, ven a mí; dos del Dr. Sánchez Acosta: Papá Bocó (guaracha, versión Noro Morales) y Samaná (son montuno). Luis Kalaff aporta los merengues: Te busca tu mujer y Sabina. Entre los boleros (quince de veinticuatro números), puede citarse Romance en La Habana (Ray Tico) y Vereda tropical (G. Curiel). Una rareza, catalogada como salve-merengue, originalmente un pasaje de Juan Vicente Torrealba, Sueño azul (versión La Rondalla Venezolana).

En la década de 1960 (las fuentes varían), graba un disco histórico con Willie Rosario, que apenas empezaba: Quiero saber. Seguía siendo un bolerista (siete de doce números): Libre de pecado (Nelson Navarro: versión Leo Marini) y Taboga (Ricardo Fábrega) tienen ya el sonido nuevo del bolero salsero. No falta un merengue, de Toño Abréu, Fiesta cibaeña; tampoco abandona la guaracha: Cambia el tumbao y la enigmática guaracha haitiana Haida huo.

Con la orquesta del venezolano Chucho Sanoja, registró varios números y ritmos: los boleros Mentira y Nelly; los merecumbés Ven acá, mi amor y El ritmo del amor. Con Los Megatones de Lucho, grabó el trabajo Mecanógrafa. Con Lucho Macedo, grabó el álbum Armonía musical (1963), variado con todos los ritmos. Merengue: La salve del loco (Panchito Mena) y otra versión de Mantecadito, el merecumbé A los bailadores (Sarita Salas: versión Dioris Valladares); seis boleros: Mil cosas (Francisco Corchado), Nelly (), La primer mujer (D. Santos), No hay amigos (Alberto Beltrán), Me matarán (D. Santos: parece que el título es Me mataré, como en la versión del propio autor) y Ocaso (Sánchez - Chorot: versión Daniel Santos). Guarachas: Sabrosura (M. Hernández), El telegénico (Raúl Aguilar) y El rin rin rin (M. Hernández).

Con la Sonora Salomón, un elepé más, dedicado enteramente al bolero: Salud (Manzanero), Sin ti (Pepe Guízar), Hoy (Rosendo Montiel), El que pierde una mujer (Cortázar-Arcaraz), Niega (Indalecio Ramírez), Cuando te vuelva a encontrar (R. García), A la orilla del mar (Cortázar-Esperón), Llegas (R. García), Ven, guajira (Álex de Sosa), Vuélveme a querer (Mario Álvarez), De boca en boca (JJ Espinosa) y Mi indiferencia (Josefina Bardina). Con arreglos y dirección de Salomón Jiménez y Álex Sosa, vocalizó Por la cruz (Alberto Domínguez), Mujer (A. Lara), Ya (Carlos Quintana) Eres cabaretera (Acosta-Sánchez Mota), Llegaste tarde (Wello Rivas: versión Rodrigo de la Cadena), Un nuevo día (Federico Baena), Nosotros (Pedro Junco: versión de Tito Gómez con la Ponceña), Prisionero del mar (Arcaraz-Cortázar), Miseria (Miguel Á. Valladares: versión María Luisa Landín), Perfidia (A. Domínguez), Eres (Luis Demetrio) La cocaleca (Cavalli-Cajal). 

Un disco posterior tiene estos datos: interpreta a Salvador Veneito, con el conjunto Impacto, dirección Papi Peña. Allí vienen: Mi coquito (versión Celia Cruz), Imposible nuestro amor, Amor de fuego, Amargo llanto, Flor primaveral, Besos fieros, Chachachá en la playa, Mi chaparra, No sé por qué y Mi linda matancera.

Con Cuco y Ramón Orlando Valoy vocalizó: Así es la vida, Nelly, Dominicana, Romance bajo la luna (Carmen Delia Dipini, Si no vuelves), Un minuto, Si tú te vas, Desde que te fuiste, Para que lo oigas, Morena y Ven. De una grabación, sin mayores datos y con repertorio ya conocido, destacamos: Hay que gozar la vida (L. Kalaff), los merengues La escoba (Perucho Navarro) y El negro feliz (José Sosa), el afro María la O (E. Lecuona) y el bolero Bendito amor (Bienvenido Brens).

Grabó asimismo con Los Matecoco de Pancho Cataneo: un ciclista cubano, radicado en Méjico, que por una lesión se dedicó a la música. Formó con el pianista Alejandro Sosa el grupo Habana de sosa. Con Los Matecoco, hizo gira por Europa. Grabó una obra de Pacho Galán, Cara sucia, según la Discografía de Díaz Ayala.

El chipi chipi (Gabriel Rodríguez), con el conjunto Batey de Sosa, sirve para cerrar esta panorámica musical, con repertorio nacional.

Beltrán con la delantera del Conjunto Casino: son interesantes sus versiones
con ellos, pues lee textos más correctos.



El cantante.

Respecto de las cualidades vocales de Alberto Beltrán, esta es la opinión de Luis Fernando Ortega:

Todas las virtudes vocales sólidamente configuradas, gran brillo, excelente apoyo en toda la línea y rango de fraseo, gran cualidad tonal e intachable entonación y musicalidad, incluido su sentido del ritmo, dando como resultado un metal de voz característico y contundente que superaba en este sentido a muchos de sus contemporáneos. Y es en las notas largas y sostenidas, no solamente en la calidad de su timbre, donde podemos apreciar todas sus virtudes, dado el uso pleno de las posibilidades de la voz, lo que constituye un parámetro básico para lograr máxima excelencia en el sonido vocal. Luego un cantante así cuenta sobradamente con las herramientas imbatibles para enfrentar con la máxima calidad y fluidez desde un bolero a una guaracha. Y es lo que hace el gran Alberto Beltrán con todo el repertorio que nos ha dejado y que podríamos apreciar con temas que son referentes inolvidables en el dominio magistral del canto, como Aunque me cuesta la vida, Todo me gusta de ti, El negrito del batey, Mil cosas o Aida Huo, entre las más difundidas.
 

Un vistazo a la Dominicana de Beltrán.


La Romana, área campesina de trabajo de la caña.
Foto: Naranjo, 2010.



En la década de 1870, el país conoce una fiebre de los ingenios y la industria azucarera. En 1893, existían diecinueve grandes ingenios. En 1912, en un proceso de inversión extranjera, se instala el Central Romana, al este de la isla. Para cuando nace Alberto Beltrán, había cerca de dos millones de hectáreas dedicadas al cultivo, en todo el país. En 1929, las compañías norteamericanas controlaban el 92 % del negocio azucarero. La economía dominicana dependió del azúcar y otros productos agrícolas (café, cacao y tabaco) hasta el último cuarto del siglo veinte, cuando la balanza se inclinó hacia el turismo, las remesas y las zonas francas.


El central, escenario de tantas canciones de la
música antillana. Foto: Naranjo, 2010.


Fuentes.

*Pérez, F. El Negrito murió como soñó. El Tiempo, 6-2-1997.
Naranjo, C. dir. (2010). Historia de las Antillas. Vol. II: Historia de la República Dominicana. Frank Moya, coord. Madrid: Doce Calles. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario