domingo, 30 de marzo de 2014

Perennidad de las gardenias: Isolina Carrillo


Conocimos la canción Dos gardenias en la sugestiva versión salsera que hiciera Ángel Canales, y que se le ha sabido reconocer por tirios y troyanos. Y Canales mostró con lujo de competencia su vena sentimental en ese trabajo, El sentimiento del latino en Nueva York, 1979, donde también nos ofrece su imperecedera Nostalgia.


Curioso lo de R.R. para un clásico cuya autoría es bien sabida.
Pues bien, el bolero es de la inspiración de Isolina Carrillo (1907-96), longeva compositora habanera. Cuentan que debutó con escasos diez años, tocando el piano durante una función de cine mudo. Luego vinieron sus estudios en el Conservatorio Municipal, con gran lucimiento. Isolina siguió una carrera musical, pero no dio en componer antes de la década del 40. La joya de su inspiración es, por supuesto, Dos gardenias, registrada en abril del 47, si bien ya la habían grabado Avelina Landín y D. Santos.


Avelina fue la primera en cantarla, en el 45.

A partir de dicha fecha, compositora y canción llegarían a identificarse indisolublemente. Ha dicho Isolina sobre su obra: "Dos Gardenias con sus incontables grabaciones y versiones, es algo más que un éxito comercial o de popularidad. Es un pedazo de mi vida".

A más de las incontables versiones, llegaron los premios. En Méjico recibió el Premio Ariel por mantenerse dos años en la cima de la preferencia.


Como premio por su desempeño académico,
se le permitió dirigir la orquesta del Conservatorio.
Las razones del éxito.

Es punto de discusión el porqué de la vigencia de Dos gardenias. Unos extrañan que no tenga alto vuelo poético, destacando el valor de la melodia.
La autora tiene su opinión del enigma: Dos gardenias es simplemente un himno al amor. No dice que no te quiero, que te desprecio, ni te maltrato. Dio la casualidad que al público le cayó bien y constituyó todo un éxito.

La compositora da en el clavo: no es una letra exaltada, ni visceral. Las gardenias comportan un testimonio de amor. Se le encarece al amado que las cuide, porque en su fragilidad son como el corazón de quien las envía. El dicho presente amoroso comporta también el calor de un beso, pero con la velada amenaza de que esos, tan buenos, son irremplazables. Las gardenias, en fin, cumplen el deseo del amante de no desamparar el objeto de su amor. El toque de dramatismo lo acarrea la constatación final de que esas flores se pueden marchitar en cualquier momento, ante la presencia de un nuevo querer.

No tenemos la profundidad de juicio estético para juzgar de la altitud de vuelo poético de la composición, mas nos parece que el símil amante-gardenia es bello y perfecto.

Versiones.

Sería extenso referir las versiones del clásico bolero, desde que lo cantó para la radio Guillermo Arronte, luego esposo de Isolina, en el 45, pasando por la consagración matancera de Daniel Santos en el 47. Pero como no se puede hablar de música sin oírla, nos conformamos con citar versiones extrañas al Caribe: una brasileña, una portuguesa, una turca, cinco españolas, tres francesas (dos en español), una instrumental (¿gringa?).

Sertab Erener

Maria Rita 

Cristina Branco

Sole Giménez 

Beatriz Luengo 

Bambino 

Argentina Coral

El Cigala

Cyrille Aimée 

Sapho 

Raquel Bitton 

¡El Noordzo!


Hoy en día, y más en las ciudades, nadie reconocería una gardenia.

Sin embargo, vale la pena esta rareza, en voz de Celia Cruz. Otra, de Gina León.

*César Pagano ha hecho un programa monográfico en su espacio Conversación en tiempo de bolero, que se puede oír en los podcasts, sección bolero, en http://www.javerianaestereo.com/

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