Sobre las siete de la noche, los parroquianos del barrio se agolpaban en la esquina de la Alcaldía Menor de La Candelaria, precisamente en frente de ese vagoncito convertido en café. Aquello era una algarabía de una veintena de jóvenes percutiendo sus instrumentos y acompañando su toque con una coreografía, que a veces parecía la rueda de una conga.
En los ensayos, donde todos estirábamos los teléfonos para captar un poquito de esa energía. |
El escenario de La Media Torta lucía estrecho para esta desbordante tropa. |
Declara también que para la danza todo el cuerpo es susceptible de expresar o comunicar algo. Le creemos, pero lo cierto es que, con su tambor terciado, los brazos y la coreografía que con ellos ejecuta cobran un protagonismo inesperado. Es decir: el toque del tambor ha cobrado una dimensión estética.
Como a estas alturas las palabras resultan insuficientes, o bien deficiente nuestra capacidad, los remitimos al siguiente video:
https://www.youtube.com/watch?v=MKM_IKRPsR8
Seguimos andando las mismas calles de La Candelaria, pero en los alrededores de la Alcaldía Menor ya nadie se agolpa: Aainjaa ya no ensaya allí y lo único que interrumpe el silencio es el ruido de uno que otro pito destemplado...
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