lunes, 17 de marzo de 2014

Maria Ninguém, un capítulo de la historia de la bossa nova.




Carlos Lyra (barrio Botafogo, Río: 11 de mayo del 36) aprendió a tocar guitarra mientras se recuperaba de una fractura. Con Roberto Menescal fundaron, en Copacabana, una academia de guitarra, a fin de ganarse la vida con su arte.  Por allí pasaron Edu Lobo y Nara Leão.

Compone Maria Ninguém, en 1956, en una clase de francés, época fundacional de la bossa en que, según el propio autor, los jóvenes talentos se reunían en el Bar do Plaza, en la casa de Bené Nunes y la de Nara Leão. Pero habría que esperar hasta 1959 para que el género tuviera carta de naturaleza con el primer elepé de Gilberto, donde tiene su lugar Maria, al lado de canciones icónicas como Chega de saudade, que da nombre al disco, y Desafinado.

La pose saudadesca de Gilberto.
Aquí la versión canónica de Gilberto:

En ese mismo año, Lyra se estrena también como intérprete con el disco Bossa nova. Allí, por supuesto, dio su versión de Maria. Al revisar la discografía de Lyra, nos la volvemos a encontrar en una versión que hizo, junto con el saxofonista Paul Winter, en el 65. Luego la veremos varias veces en las recopilaciones del autor.

En la etiqueta del disco, Maria se cataloga como 'toada'.

Detengámonos en Winter, pues sus periplos ayudan a entender la aclimatación de la bossa en el ambiente norteamericano. En el 62 viajó por Latinoamérica con su sexteto, en calidad de Embajador Cultural del Departamento de Estado de su país. Tuvo que ser una labor ardua, como que registran 160 conciertos en 23 países. Entonces tuvo que darse su afición a los ritmos brasileños, pues a promediando la década estuvo en Brasil, de lo cual resultó su álbum Rio, con texto ilustrativo de Vinicius de Moraes.

Ipanema gravitando, literalmente, sobre el dúo. 

En el 64, a raíz del golpe, Lyra marcha a los Estados Unidos a relacionarse con la gente de la bossa. Cuenta que se fue de correría con Stan Getz, pero decidió quedarse en Méjico, en el 66, viendo a las mujeres llevar serenata a sus amados. Fijó allí su residencia, conoció a García Márquez, a Rulfo, a Fuentes, a Buñuel, y se casó en el 69 con Katherine Lee Riedel. Dejémoslo por ahora así, en su nuevo estado.

Rarezas de Maria


Pero en ese mismo 64 se produce la anecdótica grabación de Maria por Brigitte Bardot. A esas alturas, las exploraciones latinas de BB ya contaban con El Cuchipe, aire colombiano, e Invitango, de compositores franceses.




Otro faisán: la versión de Cliff Richard, popero inglés y sir, para más señas: Pero la canta en español. Ese álbum tiene sus cosas raras, en sí (oddly, como dicen en inglés): se llama When in Rome (65) y está destinado al público italiano, pero se grabó en Portugal. Para vender en Inglaterra, trae el corte When in Spain, que estaba pegado en aquel país. Por lo que dice el censor del disco, el español de Cliff no estaba del todo mal, ni la opción de traducir el título por María no más. Peor andaban los créditos del disco, que luego del nombre de la canción ponen (Maria's Her Name).


El arte visual de la tapa sigue el patrón gravitacional visto arriba.

3 comentarios:

  1. Nos topamos con otra María no más, por Manolo Otero, publicada en el 77, con adaptación de Manuel Salina.

    http://www.youtube.com/watch?v=Prd2BowXrYU&list=RDPrd2BowXrYU

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  2. Asimismo referenciamos otra versión, del 82, por el grupo Fantastique. La versión corriente no la encontramos, pero remitimos a la mix:
    http://www.youtube.com/watch?v=WWz6Je445Dc

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  3. A propósito de Invitango, copiamos el concepto de don Roberto Aroldi, radiodifusor experto en tango:
    El tango siempre ha tenido un acercamiento a París, desde 1910 que este genero fue conocido en Francia, no olvidemos que Gardel era francés y que canto varios tangos en francés (como también bambucos) y no solo Carlitos Gardel sino muchos cantantes, como también orquestas (quiero decir cantantes franceses).
    El sueño de todo artista argentino de tango era conquistar a París y desde entonces han sido muchas las giras que pasan por Francia.
    La versión de B. Bardot es la estereotipada marcación musical del genero como si fuera una marcha, pero embellecida por la presencia de la actriz.

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