lunes, 22 de mayo de 2017

Feria de Cali y la Capital de la Salsa

Orígenes: Feria de la Caña de Azúcar.

Los principios de la feria de los caleños hoy parecen un poco remotos, historia patria: el fin de la era Rojas Pinilla y de la violencia partidista, por un lado, y el crecimiento regional ocasionado por la caña. En efecto, la primera edición (1958) se llamó Feria de la Paz. A propósito, cabe recordar que una feria es un programa comercial dirigido por las autoridades y en que el público es espectador, consumidor. En el carnaval, en cambio, es participante (quien lo vive es quien lo goza). Otro punto importante es la división cronológica-temática: los expertos coinciden en que un periodo va de la fundación hasta la llegada de Richie Ray y Bobby Cruz (1968); el otro, de aquí en adelante. División que significa el paso del predominio de la música tropical costeña al de la salsa. Los datos son contradictorios, en cuanto a la tendencia oficial.




Predominio costeño.

El primer éxito de la Feria (elegido por un jurado nombrado al efecto) lo hizo la orquesta del tulueño Edmundo Arias, vocalizado por Lita Nelson. Arias se radicó en Medellín desde 1950, capital donde murió. La cruz de palo bonito o, simplemente, Palo bonito, es un merengue de Ricardo Rico.
Segundo éxito, debido a la orquesta del trompetista bolivarense Manuel Villanueva (trabajó en Bogotá con Ramón Ropaín, en 1950): La estereofónica, gaita del saxofonista y clarinetista Leopoldo Cogollo Tatis. Quiero amanecer, porro de Rubén Saladén, vocalizado por Sarita Lascarro con la orquesta de Pacho Galán. Segundo lugar para Los Alegres del Valle, con la cumbia La caña de azúcar.


Billboard, 13-11-1961: los mejores registros de Quiero amanecer, en dos países suramericanos.



Le sigue La pollera colorá, cumbia de Wilson Choperena dedicada, según expertos, a la negra Soledad, caleña. La versión citada es de la orquesta de Pedro Salcedo; sin embargo hay una con lujo de vientos, por Lucho Bermúdez. Repiten puesto Los Alegres del Valle, con La sultana. Año de 1962: La negra Celina, de la autoría de Aniceto Molina e interpretación de Cristóbal Pérez. Ya era hora de que aparecieran en la lista Los Corraleros de Majagual, con el singular acordeón de Alfredo Gutiérrez. La historia de la canción rebasa las fronteras nacionales, pues Guararé queda en la vecina Panamá. Tierra de acordeoneros, contrató a Alfredo Gutiérrez para presentarse en 1962. Alternando con el local Dorindo Cárdenas, el sucreño notó la aceptación que tenía la canción dedicada al XV Festival de la Mejorana y decidió versionarla. Propósito que se concretó gracias al oído entrenado de Toño Fuentes, en 1963: Festival en Guararé. Repiten el año siguiente con Güepa je, cumbia de Edmundo Arias. Y se instalaron en el gusto de los organizadores, pues suenan con Los sabanales, un paseaíto de Calixto Ochoa. Segundo para Pedro Laza y sus Pelayeros, con La calle 13.


Los sabanales a veces figura como interpretada por el conjunto de Calixto,
pero también en muchos elepés de  Los Corraleros.


No aflojaban el predominio: sigue el entonces excorralero Alfredo Gutiérrez con La banda borracha, de la pluma de Rafael Sánchez. Por quinto año consecutivo, La burrita, paseaíto de Eliseo Herrera. Pausa corralera, con la llegada de La piragua, de José Barros, interpretada por Gabriel Romero con Los Black Stars. Un clásico que nadie quería grabar hasta que Romero se atrevió (según su propia versión de los hechos). 

El sonido de Nueva York.

Un paréntesis necesario. Eduardo Lozano, director de la Feria en 1968, fue a NY en busca de Tito Puente. El Rey del Timbal, no dando abasto, recomendó a una pareja que entonces estaba pegada en la ciudad: Richie Ray y Bobby Cruz. Vinieron, efectivamente, y alcanzaron el segundo puesto en las preferencias con su Seis chorreao. Otro dato de su acogida es la inclusión en los 14 Cañonazos del año.





Recuérdese que el grupo había debutado en Barranquilla para los carnavales del mismo año, con moderado éxito. Tan modesto que, al parecer, en Cali no se enteraron. Además, venían en otra onda: como los exponentes de la nueva fiebre del bugalú.
Ray y Cruz, entonces, se presentaron en la Caseta Panamericana, capaz hasta de diez mil personas. Con ellos alternaron El Supercombo Los Tropicales, Los 8 de Colombia y Los Teenagers. El programa indica que el sonido montañero (raspa, raspa-rock) estaba ganándole la batalla al sonido costeño modelo Bermúdez-Galán. 
La Caseta superó el aforo. El sonido de Ray, de algún modo, recordaba al público el sonido de la Sonora Matancera, favorita allí; no menos que los sonidos del bugalú y la pachanga. Ray y Cruz repiten Feria en 1969. 

El sonido de Medellín y el venezolano.

Hay un elemento nuevo en el ambiente: si bien Romero era atlanticense, el conjunto que lo respaldó en La piragua era de Medellín. De aquí en adelante se hacen habituales los intérpretes del sonido paisa. Dicho sonido y lo que después sería salsa se dividieron la fanaticada socialmente: aquel quedándose con los sectores medioaltos, esta con los populares y bohemios.
1969: El pájaro amarillo, por Bovea y sus Vallenatos; vocaliza Alberto Fernández la composición de Rafael Ocampo Miranda. En segundo puesto, debutan Los Golden Boys con Feria de Cali. Repiten Los Black Stars (1970) en la interpretación y Edmundo Arias en la composición de A ve pa ve



Esa sigla D. R. es sospechosa, lo mismo que el título: hay un viejo son,
de Ignacio  Piñeiro, Sobre una tumba, una rumba, con el mismo texto y que en Cuba
han grabado María Teresa Vera, Celeste Mendoza y Rolando La Serie, entre otros.


Prueba de eclecticismo del gusto del jurado es la incorporación de otros sonidos a la Feria. Del vecino país llega Billo con una canción a la medida: Mi Cali bella. En 1972 principia el viraje claro: primer puesto para Los Líderes, El enterrador; segundo para Nelson y sus Estrellas, El payaso, del propio Nelson. En 1973, por fin, aterrizan los cubanos. Nada menos que con Celina y Reutilio, Pedacito de mi vida, guaracha de Radeúnda Lima (1956); segundo lugar para Nelson Henríquez y su Combo, Nube viajera, de Rafael Campo Miranda. 1974: turno para Fruko con la electrizante A la memoria del muerto (¿Carlos Girona?); seguido por Cumbia caletera, de Billo's Caracas boys.

¿Balance?

Así podríamos seguir listando ganadores, sin que se vea predominio de alguna corriente musical. A veces barren los artistas salseros, a veces resucitan los costeños. Ah y los venezolanos y los costeños. No parece posible concluir algo seguro de las canciones oficiales de la Feria, excepto que hay todas las vertientes de la música tropical. Los estudiosos, sin embargo, insisten en que el gusto popular se había inclinado por la salsa hacía rato.  





Un hecho constatable parece indicarlo: los artistas de salsa lentamente se van colando en la programación: Ismael Miranda, Píper Pimienta, Fruko, junto con el veterano Daniel Santos, fuera de clasificación. En el 1975 vienen para la Feria nada menos que El Gran Combo y la Dimensión Latina. 



Pachanga, bugalú, jump y otros ritmos entraban en la fusión del artista.

Fuentes. 

Recomendamos la serie de programas sobre la Feria por César Pagano en Javeriana Estéreo. Asimismo, The City of Musical Memory: Salsa, Record Grooves, and Popular Culture in Cali, Colombia, por Lise Waxer.
 

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