jueves, 17 de agosto de 2017

Argentina Coral: rumbas de aquí y allí

"La rumba nace en la calle, hija de Cuba y de un gitanillo", tal es la definición que Gato Pérez da de la rumba catalana. Género este difícil de rastrear, pero que comprueba la adaptación peninsular de elementos musicales del Caribe. Esa manera catalana significa, principalmente, la acentuación del ritmo no solo sirviéndose de bongoes, sino también percutiendo la caja de la guitarra (ventilador). Mezcla afortunada, al punto de señalarse como causante de la popularización del flamenco, en la década de 1960. La popularidad viene de la mano del filme Los Tarantos (1963), cuyo personaje graba dos temas, entre ellos la conocida guaracha Ave María, Lola.



Entre las figuras de la época, nos hemos topado con Argentina Coral (León, 1934), intérprete de rumbas y fandangos, así como del repertorio latino que popularizara en la Península Antonio Machín. Pionera del género, junto con Dolores Vargas y Lola Flores, principió en 1961 y desde entonces tenemos números como Ay, Carolina o Plena española; Sucu sucu, del boliviano Tarateño Rojas, donde se oye el ritmo de clave. Maringá, de Joubert de Carvalho (1932; versión de Chavela Vargas) y Es inútil dejar de quererte (Corazón, corazón, de J. A. Jiménez) salen en un epé del 62. En 63, vocaliza su versión rumbera de La negra Tomasa, del cubano Guillermo Rodríguez Fiffe (1937); Bailando con Pepe, de Daniel Lemaitre. Vienen luego un Bossanova del adiós y La barca, de Cantoral. Asimismo, Los ejes de mi carreta, de Yupanqui. En 65 vocaliza Sabor a mí, del mejicano Álvaro Carrillo. Luego hizo La múcura, de Fuentes; Parece que va a llover, de Antonio Matas, y La enorme distancia, de José A. Jiménez, pero no tenemos audio. Hay un vals del argentino Antonio Sciammarella, Salud, dinero y amor, y el bolero de Manzanero, Adoro. Llama la atención una Cumbia morena, no menos que el bolero Mar y cielo, del puertorriqueño Julio Rodríguez Reyes. 





En 1970, no puede dejar de grabar A-chi-li-pu, éxito de su colega La Terremoto. Una canción jíbara, de Toñín Romero (1937-78), muy del gusto de los rumberos peninsulares: Pena, tristeza y dolor, acompañada de Los Amaya, que merecen capítulo aparte. Un bolero de Beny Moré, Amor fugaz. Más repertorio cubano: Toda una vida, de Osvaldo Farrés. El vagabundo, de Simón-Gil (versión de Rolando Laserie con Bebo Valdés). Angelitos negros, de Blanco-Álvarez. Dos gardenias, de Isolina Carrillo. Nuestro juramento, de Benito de Jesús. Que se mueran de envidia, de Mario de Jesús Báez. Por qué no han de saber (Amar y vivir, de Consuelo Velázquez). Camarero del amor, de José Dolores Quiñones.



*Sobre la rumba catalana, usamos la obra clave Achilibook. Biografía gráfica de la rumba en España, 1961-1995, de Carles Closa: Milenio, 2013.

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