Tiene mérito doble, pues vocaliza una composición suya (Llorarás), cuando con Wladimir compartía la delantera de la Dimensión Latina (1975).
Aunque se llama Dimensión Latina '75, el trabajo es del año anterior. |
Que bailen tos No fue la única, versionaron el paseo de César Castro María Espejo.
En el 75 vuelve a batear con bases llenas: escribe y vocaliza Sigue tu camino. De esa grabación, sin embargo, es bien indicativo de todas las posibilidades del cantante el número Irimo, de Rafael Ithier. La música nacional va representada por Josefa Matía, de Catalino Parra. Una versión correcta en ejecución, pero inferior a la de Ismael: Dormir contigo. La participación de Óscar en la Dimensión termina en 1976. Ahí tenemos: magníficos duetos, como este Mi sufrimiento, Divina niña.
Sigue su camino.
Siete discos después, el hombre del bajo danzante ya se había hecho un nombre en la escena salsera. Se estrena como bolerista, con lujo de competencia: Compasión.
Segunda producción, 1977, con otro de sus clásicos: Siéntate ahí. La vena romántica, presente en Contéstame, de Arsenio Rodríguez (1947). Una vertiente que cultivaba desde los tiempos de la Dimensión: los tradicionales cubanos, como El que siembra su maíz. Lo vemos de profeta en otras tierras: con el Conjunto Quisqueya canta Juanita Morel, de Luis Kalaff. No abandona los dúos, ahora con la segunda de Leo Pacheco, cantando Para ti y Ciego de amor, de Pedro Flores (estos con su Salsa Mayor).
Sigue dando muestras de sus dotes de compositor: Qué cosa tan linda. De la inspiración del gran Ricardo Ray, Bravo de verdad. Un reconocimiento a los maestros, Tu son. Un merengue propio: Ña Mercé. Una canción biográfica de su corta y fructífera carrera, Poco tiempo pasó. El más sonado de ese disco (Vino, actuó y triunfó): Yo quisiera. Un pregón de Eliseo Silveira, El panquelero. Tocándoles a los cubanos su repertorio: Mi negra está cansá y un bolero, poco conocido de Severino Ramos: Cruel indiferencia.
En 1981, graba el álbum A mí sí me gusta así, del cual destacamos dos temas que hacen un buen contraste: el bolero de Nelson Milly Solo tengo un amor y uno obra de Don Felo, aquí en vivo, donde muestra su gran dominio de la escena, Un novio se solicita.
Hemos recorrido, a vuelo de león, apenas una década de carrera, sin ser exhaustivos. De la revista resulta prueba suficiente del lugar que le corresponde en la música latina: el León de la Salsa es más que lágrimas.
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