Mongo en 1967. Getty Images. |
José Rodríguez, Macho, es un nombre que no dice mucho a los seguidores de la música antillana. De seguro no figuraría en las historias del género, si su sobrino Ramón Santamaría (17-4-1917) no hubiese seguido sus pasos como maraquero y cantante de conjuntos de barrio. Luis Santamaría, primo de su padre, era asimismo cantante de ceremonias religiosas lucumíes.
Mas el propio Mongo y nosotros sabemos que no había de ser
cantante. Su vocación se definió viendo tocar a Clemente Piquero, Chicho,
bongosero que sería de la banda de Beny Moré. Su barrio natal, Jesús María, le
marcaba igualmente el camino de los tambores religiosos afrocubanos.
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Aún adolescente, comienza su carrera con Alfredo Boloña y,
luego, con los sextetos de Alfredo León y Carabina de Ases. Su estreno en disco
tuvo lugar con la conocida Lecuona Cuban Boys, finalizando la década de 1930.
Meche Barba (1922-2000), la gran rumbera mejicana, en Cuando el alba llegue. |
En 1948, Mongo siguió a Méjico, donde se juntó con los Cuban
Black Diamonds. Allá enfermó, por lo que su primo Armando Peraza fue a
visitarlo. Peraza se quedó como bongosero del grupo. Parece que los bailarines
ya estaban allá. El 49 lo pasan en USA; Mongo vuelve a Cuba a tramitar una visa
definitiva y retorna en el 50.
En USA.
No es fácil establecer la evolución y aceptación de la
percusión latina en el mundo norteamericano. Sabemos que el binomio
Gillespie-Pozo dejó las bases de la obra; sin embargo, la recepción no parece
haber sido general, debido a factores extramusicales como el racismo. Según los
entendidos, será el binomio Tjader-Santamaría el que logre, al fin, imponerse
en la Unión. Entre otras, porque su base de operación era San Francisco. No se
detuvo allí: del jazz afrocubano pasaría al mundo del Rhythm and Blues. Pero
vamos por partes...
Trabaja con Marcelino Guerra, Johnny Seguí, Gilberto Valdés y
Pérez Prado, con quien graba por primera vez tocando las congas, en 1951,
en sesiones que duraron entre mayo y octubre. Entre los números figura Lupita, Mucho, mucho, mucho, Mama y tata, entre otros.
En 1952, entra en la banda de Tito Puente. Con el
vibrafonista y timbalero permanece por un lustro, época que los expertos juzgan
el sólido inicio de su carrera. Existe, en la red, el álbum Mamborama, 1955; Puente in Percussion,
1956; Top
Percussion, 1958.
Conzo y Pérez, biógrafos de Puente, refieren una inolvidable
historia del Palladium, la meca de la música latina en Nueva York. En el
escenario, había sendos timbales para Puente, Bobo y Mongo. Los músicos
exhibieron todas sus capacidades, tocando simultáneamente. Como si fuera poco,
Puente cerró el show bailando.
Hasta fines del 57, en que Mongo y Bobo dejan a Puente (o él
los botó, como a La Lupe) para formar una propia banda. Con buen éxito, aceptan
la invitación de Tjader a California, en marzo del 58.
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Pero esa historia tiene sus antecedentes. En 1955*, Mongo y
Bobo conocen a Tjader, en el Club Macumba de San Francisco, cuando ambos
formaban con Tito Puente. De la mano de este par, Tjader aprendió los misterios
del 6/8. La unión fue mutuamente productiva: cuenta Mongo que, en tres meses
con Tjader, se hizo más famoso que en los siete años con Puente. Lo mismo
que le había pasado a Peraza con Shearing.
Un paréntesis es la grabación con Dizzy Gillespie y el
arreglista Chico O'Farril: allí figura Manteca Suite.
El 20 de noviembre del 57, Tjader graba tres números con una
formación latina de antología: Peraza, Mongo y Bobo en el ritmo; Chombo Silva
en el saxo y Bobby Rodríguez en el contrabajo. La sesión produjo: Perdido, Mongorama y Perfidia Cha Cha.
Septiembre del 58: Mongo contribuye con sus
inspiraciones ¿Tú crees
que? y Mi guaguancó. En diciembre
del mismo año, graba acompañado de estos elementos: Francisco Aguabella,
Modesto Duran, Carlos Vidal (congas) Willie Bobo (timbales) Pablo Mozo
(campana, percusión). De Mongo son: Timbales y bongó, Yambú, Conga pa gozar, Mi
guaguancó y Congobel.
Vuelve con Tjader, acompañado de cuerdas. Suya es Martha; de la misma onda
que Quizás,
quizás, quizás. De otra sesión: Mi china, Guajira at the Blackhawk y
de Pedro Flores, Contigo.
En el invierno 58-9, versionan la clásica A Night In Tunisia. En el
59, aparece uno de los propios clásicos de Mongo: Afro Blue, estreno del
chéquere y el batá en el mundo del jazz, junto con Tumbao.
Aquello fue en abril; en mayo graba con sus colegas un
trabajo titulado con su apodo Mongo. Ahí está el son Monte adentro. En mayo, Mazacote.
1960: Manila; comienza Mongo con
fusiones, como Cha Cha Rock,
y mucho chachachá, como Viva la
felicidad. Un guaguancó, en voz de Carlos Embale y composición de
Aguabella, Complicaciones;
otro del propio Mongo: México. Para ti (versión de González-Lechner).
De su primera grabación para Riverside (1962), podemos
aducir su composición Carmela,
junto con Hombre,
de Marcelino Guerra y voz de Eliot Romero.
Es la era de la pachanga, por ejemplo su Chombo chavada. Junto a
Chombo Silva, Pupi Legarreta y Rolando Lozano conformaban la charanga.
Otra suya, Come candela.
No se puede omitir la presencia del pianista Joao Donato, con quien compusieron
Entre amigos. Lo cual
seguro explica una pachanga en portugués: Pay Joaquin. Y el clásico Manteca. Sin dejar de lado
experimentos a lo Pachanga
Twist y Merengue
changa, o más tradicionales como Las guajiras; clásicos
anglo como Body and Soul, Close Your Eyes, Tenderly y All The Things You Are,
donde el saxo no deja que desear. Una rareza colectiva: Bacoso.
Para 1963, la pachanga es cosa del pasado. Graba entonces el famoso Watermelon Man (con la voz de La Lupe) y el clásico latino The Peanut Vendor, en un ambiente de bugalú. Del disco de presentación de La Lupe se recuerdan Este mambo y ¡Error! Referencia de hipervínculo no válida.. |
Del trabajo en vivo desde el Village Gate tenemos un solo
llamado My Sound.
De repente no está Willie Bobo en los timbales: su remplazo, Carmelo García
compone Ritmo negro;
Marty Sheller propone la descarga Cuidado. Clásicos
sueltos: La bamba,
un exquisito Summertime.
Una tradicional de Mongo, Ole guajira.
Agotado el bugalú, en 1966 produce un álbum considerado su
incursión en el pop. De allí sacamos: I Got You (I Feel Good), In the Mood, (I Can't Get No) Satisfaction, Day Tripper (Lennon-McCartney).
Un número brasileño de R. Grant, Mongo-Nova, y uno del
propio Mongo, Bossa negra;
junto con la descarga Cuco y Olga.
Luego temas funk, como Cold Sweat (Brown-Ellis);
sonido que continúa en la década de 1970, pero con temas originales: Mo' Do', Grass Roots, Dedicated to Love. Una
composición de Peraza-Pérez, Saoco. Versiona, en 1970, la inacabable canción de Iron Butterfly In-A-Gadda-Da-Vida. En 1971 graba en
vivo una participación en el Festival de Jazz de Montreux. Repite Come candela, contando con
el piano de Eddie Martínez. Del colombiano luego graba Little Angel. Vuelve Mongo
por la senda rock-funk con su número Fingers y fijando
otro clásico con Bésame.
Ya no lo acompaña Eddie, sino Joe Madrid y Justo Almario en el tenor, de quien
graba Malcolm X. Del trompetista fluminense Claudio Roditi registra Teminha pra bebe.
En 1973 es invitado a la tarima de Fania en el Yankee
Stadium. De dicha jornada es célebre el debate de tumbadores con Barretto, Congo
bongo. De otro trompeta, chicano, graba Dr. Gasca más la
fusión Coyulde.
En 1975 estrena otro de sus clásicos, Mambo Mongo, composición
de William Allen. De Almario, Los indios y The Promised Land.
El año siguiente trajo otro tema universal de la obra de
Mongo: Sofrito. De sobra conocido, apenas diremos que el propio Mongo picó las
verduras para el sofrito que ilustra el disco. El pianista es Armen Donelian,
remplazo de Joe Madrid, quien sumaba así el segundo trabajo con la banda y se
faja la improvisación de entrada. La primera versión (1972) corrió a cargo de
Eddie Martínez, siguiendo un arreglo del propio compositor Neal Creque. Esta es
la versión
original. Ese mismo año graba con el vocalista Justo Betancourt,
entre otros, Cantándole al
amor, de Almario, y varias suyas, como los boleros Miedo y No me importa; el canto
abacuá Ubane y
la Cumbia típica.
Una canción de Joe Gallardo, con las vocales de Blades y Adalberto
Santiago: Amanecer.
Mongo pasa por los ritmos anglo, por la pujante salsa y, de
cuando en cuando, paga tributo a sus raíces. Así lo have en Drums and Chants
(1955, reeditado 1978), añadiendo elementos nuevos como flauta y trompeta al
ambiente de rumba: Margarito y Congo manía. Una bella
obra de Marcelino Guerra, Guajiro.
Gana en 1977 el Grammy latino por su álbum Dawn.
Mongo fue, entre otras cosas, precursor del crosóver, como lo testimonia esta nota de Billboard,
a propósito de su recepción en el hall de la fama de la música latina (28-4-2001).
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A mí no me
engañan (You Better Believe It), como su título lo muestra, es una
especie de bugalú nostálgico, de Guerra-Santamaría. Sambita es obra
de Gellardo-Almario. My Life Again es
propiedad del binomio Almario-Thornton, que nos pone ya en la década de
1980. En la onda tradicional, Bonita.
Hace tres décadas, Mongo produjo tal vez el último de sus
clásicos: Mayeya,
con la colaboración de Charlie Palmieri. Ello no le impide versionar los
hits Smooth
Operator, Sweet Love y
el ya añejo Day Tripper. Cu-bop Alert, de Ray Vega,
nos hace recordar los orígenes del género. Hay originales, dignos de mejor
difusión, como Con mi ritmo,
de Ray Martínez. El trompetista y productor Marty Sheller acompañó mucho tiempo
la banda, también componiendo temas como Mother Jones, Soca Me Nice y A Kiss in Her Glance.
Ya en la década de 1990, presenta Mongo La mogolla, Brazilian Sunset, Bahia, de Ary
Barroso.
De un disco que duró engavetado treinta años, tenemos: Obatalá, Mi reina guajira, Me and You Baby (Picao y tostao), Sheila, Boogaloo Wow, de Justi
Barreto.
Este es apenas un vistazo a una obra extensa, con la excusa
del centenario de su protagonista. De ñapa, una versión en vivo de Saoco, Montreaux 1971,
donde Mongo y Peraza se emplean a fondo. Allí también estuvo E. Martínez.
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*En una batalla por la corona del mambo, entre Tjader y Puente, en 10 y 11 de agosto. Sin embargo, Tjader había visto a Mongo tocar en el 53. Cal Tjader: The Life and Recordings of the Man Who Revolutionized Latin Jazz, por S. Duncan Reid. |
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