sábado, 5 de julio de 2014

Palmieri va a la cárcel

Dentro de las fusiones en que ha participado la cultura latina, una de las más llamativas es el bugalú. Era apenas normal que los jóvenes latinos, ya nacidos y criados en una cultura anglo, intentaran expresarse echando mano de sus raíces ancestrales y de los elementos que aportaba su medio ambiente. También cuenta, por supuesto, que los latinos son los marginales en las grandes ciudades gringas; así que el elemento negro, de igual condición social, es el que tienen más a mano y el que intentan conquistar.


Pete Rodríguez y bugalú es casi la misma cosa. Aquí su álbum clásico del 67. 

Para el periodista Felipe Luciano, el bugalú fue apenas una transición, un intento ligero de unir dos culturas. Poca técnica, alto volumen, ruido y atractivo bailable eran garantía de éxito. La factura musical y de contenido estaba echando a perder el gusto de los jóvenes puertorriqueños. 
Pero tal estado de cosas no había de durar mucho: llegó Eddie Palmieri y se hizo la luz.

Los Palmieris no intentan hacer música: lo logran.

La restauración vino con los Palmieris, y con el partido de los Young Lords (orientado a la dignificación de la comunidad latina), de que hacía parte el propio Luciano.



Luciano (izq.) con otros Young Lords, Newark, 1970. Getty Images/Hulton Archive.


Es claro que si el público a que aspiraban era latino y negro, el mejor lugar para ir a ensayar si una propuesta musical iba a pegar no era otro que una cárcel. Así es que Palmieri y su banda se montan a un bus, camino de la cercana prisión de Sing Sing.

Live at Sing Sing.

De ese concierto queda la crónica de Luciano para el New York Times (25-6-1972). El toque tuvo que ser a principios de año (enero). En el viaje, Palmieri se queja de la pérdida de las tradiciones, mientras alguien pasa una botella de vino para calentar el riguroso invierno. Nos cuenta que los músicos van trasnochados, pues el jefe los tuvo ensayando hasta medianoche. Ese miércoles por la tarde los muchachos iban a poner de cabeza la mítica prisión. Aquello iba a ser "a funky Spanish hoedown". Al efecto, Palmieri llevaba su Perfecta, más otra banda de funk



Luciano, a propósito de El Barrio y del elemento latino.

Para Luciano, Palmieri logra ensamblar los elementos sin hacer concesiones. En medio de tales divagaciones, el bus llega al penal. Los artistas pasan la puerta y un guardia les advierte rutinariamente:

-Espero que no traigan armas.
-Nuestras armas estarán en el escenario, responde con soltura Palmieri.

Unos 1600 internos componen el auditorio, uniformado de gris. Se descorren las cortinas, Palmieri marca el ritmo de la orquesta con el tacón. El público se emociona, el cronista deja a un lado su libreta de apuntes. El público grita, Eddie gruñe sobre el piano, aún sin abrir los ojos. Principian con Vámonos pa'l monte.



Se destaca la presencia de Charlie en el órgano.

El tema del presidio en la música.

Para los latinos es bien conocida la prisión de Sing Sing, sea por el dramático bolero de Alci Acosta (Bienvenido Brens), o bien por la versión de José Feliciano


Feliciano grabó el número en 1967: al parecer, no lo estrenó.


1 comentario:

  1. El álbum de Palmieri es el sexto entre los 50 más nuevayorquinos: http://blogs.villagevoice.com/music/2014/02/50-most-nyc-albums.php?page=9

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