jueves, 31 de enero de 2019

Moncho, El Gitano del Bolero

Manuel Román ha asentado un hecho clave para la historia de la música tropical: el bolero aterrizó en la Península ibérica en la década de 1940 y fue popular al menos por dos décadas. 



Ramón Calabuch Batista (1940-2018), gitano barcelonés, abocado al flamenco pero que tomó el rumbo antillano, y consta que le hacían interpretar Levántate, de Rolando Laserie, en tiempo de rumba. Comenzó a cantar con la orquesta del maestro Ramón Evaristo, quien lo bautizó El Ciclón del Caribe. Con esta formación, vocalizó Sabor a mí y Encadenados (Carlos Briz).
Con tales antecedentes, Moncho montó toldo aparte, con la muy llamativa divisa  de Wawancó Gitano. En 1968, grabó un doble donde venía El negrito bembón (B. Capó), Orisa (S. Méndez) y otros. Pero este trabajo parece apenas una digresión rumbera. Vuelve al género romántico y le dejará lo más de su obra: Amor fugaz (Mi amor fugaz, B. Moré), Qué sabes tú (Myrta Silva), Inolvidablemente (Inolvidable, J. Gutiérrez), Tú, mi delirio (C. Portillo), Primera lluvia (R. Touzet), El tiempo que te quede libre (J. Espinosa; versión de Ricardito), El bardo (B. Capó; versión de L. Gatica), Orgasmo (Concha Valdés). A Concha le grabó Házmelo otra vez, parte de la banda sonora de la película Jamón, jamón (1992), Algo contigo (Ch. Novarro), Lágrimas negras (M. Matamoros), Llévatela (A. Manzanero), El milagro del amor (Rota-Guijarro), Piensa en mí (A. Lara).
Ah, y una versión pop de Soy (W. Chirino).


Único, como este disco de "wawanko",
fue el primero de su carrera, dedicado a la rumba catalana.

¿Qué más? Que estuvo en Cuba varias veces, aunque una vez le llamaron la atención por musicalizar a Martí y lo vetaron. Helio Orovio dijo que de la rumba al bolero hay un paso y la admiración de los cubanos por el bolerista gitana es notable. 
Entre los cantantes, admiraba a Lucho Gatica, quien en una entrevista le entregó el trono de rey del bolero.


martes, 22 de enero de 2019

Fiesta en corraleja, cincuenta años

Cuando, en 1963, Rubén Darío Salcedo quiso llenar el vacío de una canción para las fiestas del 20 de enero, tuvo una inspiración que no corrió con suerte hasta que se asoció con Alfredo Gutiérrez. La anécdota es bonita e instructiva porque Gutiérrez, pudiendo dejarse halagar para que la cantara, insistió en que lo hiciera el propio autor, que le ponía todo el sabor. Así lo hizo, respaldado por Los Caporales del Magdalena, en 1969. Ese mismo año figuró en el variado Disco del Año, de Codiscos.

Los Caporales fueron la respuesta de Codiscos a Los Corraleros de Majagual,
de Fuentes, y a Los Playoneros del Cesar,  de Sonolux.
Salcedo no ha sido profeta en su tierra: los organizadores del 20 de enero no lo contratan para que interprete el himno de las fiestas, sino que lo hace en bailes particulares...
Al tema no se resistieron Chico Cervantes y su Conjunto InternacionalLos Graduados, la Banda Once de EneroEnrique Aguilar y su OrquestaBilloEduardo Zurita y últimamente Beto & Goyo.
Otras versiones están disponibles en la plataforma Deezer.


Versiones anteriores.

Hay, sin embargo, dos versiones de 1968 que parecen contradecir la anécdota del principio. Que entonces ya haya una versión de Lucho Macedo significa que la canción había traspasado las fronteras. La otra versión es de Los Ejecutivos.

Los rústicos palcos de la corraleja una vez se derrumbaron..., en 1980.

domingo, 13 de enero de 2019

Las imágenes latinas de Bernardo Palombo. Historias de la salsa

El cantautor mendocino Bernardo Palombo (1948) ha venido a cantar lo latinoamericano radicado en Nueva York, a donde llegó en 1969. Allí tuvo la idea de abrir un sitio para que los artistas latinos mostraran su repertorio, espacio conocido desde 1979 como El Taller Latinoamericano. Un escenario y un estudio de grabación que derivan sus ingresos de clases de salsa y de español*.  


Palombo por Jeff Schlanger, 1979.

Vinculado al movimiento de la Nueva canción, tiene en su haber una composición salsera grabada por dos importantes orquestas. Define la salsa como el folclor del Caribe urbano y, siendo latino en Nueva York, no podía serle extraña.
Imágenes latinas nació cuando el productor Luis Alonso, principiando ladécada de 1970, le pidió una letra para el tema de un show detelevisión homónimo, el primero realizado en español desde Nueva Jersey. Cumplido el encargo, se le paso a Andy González para que lo musicalizara. De todo ello salió el tema para el show, que después resultó en un número extenso del Conjunto Libre.
Aquí no para la historia, aunque la segunda parte es menos conocida. Muchos años después, Palombo supo que El Trabuco Venezolano había grabado Imágenes, y que allí era muy conocida. No corrió con la misma suerte en Nueva York y la razón** es clara para el compositor: el Conjunto Libre, estando por fuera del monopolio de Fania, tuvo poca difusión; en cambio, El Trabuco es una institución musical de su país. 


Mercedes Sosa y Pete Seeger, en 1983. Fuente: El Taller.

César Miguel Rondón cuenta que, cuando lo oyó en Nueva York, le pareció un manifiesto de la salsa brava. Además, le gustó el trombón de Barry Rogers y convirtió a Palombo en Palomo y en colombiano. 

*No inertia: El Taller celebrates 35 years, faces uncertain future.
** Imagen Latina: "The Manifesto of Salsa Brava".

miércoles, 2 de enero de 2019

Historias de la salsa: Agüeybaná

Los aficionados a la música bailable tienen buen conocimiento de la historia de Anacaona, "areíto de Anacaona", según cantaba Cheo Feliciano. Ahora, pocos saben que el areíto ya había sido motivo musical que inspiró a Armando Oréfiche la pieza homónima para los Lecuona Cuban Boys (1936). Otros pocos saben que Tite Curet completó la historia de la cacica taína, contando el cuento de su esposo Caonabo, en 1975.

Matanza de Anacaona y su gente. Fuente: Brevísima relación
de la destrucción de las Indias
, por Bartolomé de las Casas. 

Si a los caciques de La Española les fue mal, igual suerte corrieron los gobernantes de Borinquen. Agüeybaná. La historia conoce dos momentos: en principio, se cree que los conquistadores son dioses y se les teme supersticiosamente; luego, sus acciones se hacen sospechosas y, comprobada su naturaleza mortal, se les hace frente. Agüeybaná firmó la paz y entendimiento con la gente de Juan Ponce de León, en 1509. Situación que no duró, ante la situación de esclavitud a que se redujo a los nativos. La rebelión, dos años después, culminó con la aniquilación del cacique y su gente.
Frankie Rodríguez, en este caso, es el compositor de Agüeybaná Zemí, grabado por el conjunto de Jerry González (1980). Poco antes, la orquesta La Consagración le había dedicado su homenaje al héroe borinqueño, composición de Vales y Rodríguez. Haciendo Punto en Otro Son le dedicó un Preludio.